Desde Santiago de Chile

"Los seres humanos somos libres. Tenemos que asumir esa libertad tomando posición". Cecilia, una joven ayudante de cátedra universitaria, dice la frase con convicción. Pero uno de sus alumnos la cuestiona: es fácil hablar de libertad desde una posición acomodada, especialmente en un contexto como el que se vive en Chile. Es el año 1983 y Augusto Pinochet lleva diez años de sangrienta dictadura, con más de mil desaparecidos y muchos más exiliados. ¿De qué habla Cecilia cuando habla de libertad? La clase termina abruptamente: los agentes de la Central Nacional de Informaciones están ahí para buscar al alumno con el que Cecilia discutía. Aunque el chico intenta huir, se lo llevan junto a su novia. Y cuando aparece asesinado después de ser torturado, para Cecilia es hora de asumir la libertad tomando posición.

Todo eso pasa en los primeros minutos de Vencer o morir, la serie chilena que Prime Video estrena hoy viernes 18. La ficción de seis episodios está basada en la historia de Cecilia Magni, la hija mayor de una familia tradicional chilena que apoyaba el régimen militar. Ella decidió unirse a la resistencia a través del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, y dejó a su marido y a su hija para convertirse en la Comandante Tamara y luchar por la libertad de Chile. En la serie (como sucedió en la vida real), la joven revolucionaria se enamora de Raúl Pellegrin, el Comandante Rodrigo, junto a quien planea el atentado a Pinochet de 1988.

"Me pareció muy interesante partir hablando de la libertad porque es esa la razón por la que lucharon. Lo que había en Chile en ese momento era una represión brutal para cualquiera que pensara distinto", le dijo a Página/12 la showrunner Josefina Fernández. "Siempre es interesante visitar esos momentos de la historia porque, lamentablemente, cuanto uno más crece se da cuenta de que vuelven a repetirse en el tiempo. No es 'Uy, quedó en el pasado, las dictaduras son de otra época, ya no existe la represión, las desapariciones, las torturas'. No, a pesar de que lo hemos visto en un pasado muy reciente, eso puede volver a pasar". Además, dice el guionista Mauricio Dupuis, "sigue habiendo quienes reivindican la dictadura". "Si ves los comentarios que hay abajo de las trailers, algunos dicen 'viva mi general Pinochet' u 'ojalá los hubiera exterminado a todos'. Esos discursos de odio se van repitiendo, como que nunca pierden vigencia".

 Si historias como la de la Comandante Tamara no vuelven a contarse, "se corre el riesgo de que caigan en el olvido", le dijo a este diario la actriz Mariana Di Girolamo, quien tuvo la tarea de encarnar la revolucionaria. "Y también a que vuelva a ocurrir, disfrazado de otras cosas, pero siendo parte de lo mismo", completó a su lado el uruguayo Nicolás Furtado, que intrepreta al Comandante Rodrigo. "Hay que abrir la cabeza. Nosotros tratamos de plantar una semillita, y aportar lo nuestro para visibilizar y generar conciencia, porque la historia se repite una y otra vez en distinto envase. Lamentablemente, hay cosas que no cambian, pero la idea siempre es tener un mundo más lindo el día de mañana".

 

 

La serie producida por Parox no es el primer trabajo audiovisual que aborda las acciones del FPMR: en 2012 se estrenó la miniserie Amar y morir en Chile, y en 2020 la película Matar a Pinochet. "Creo que hay una diferencia fundamental desde el origen y la creación de Josefina, Mauricio y Francisca (Bernardi, guionista), que es es que nos cuentan por un lado una historia íntima, que es esta historia de amor de la comandante Tamara con el comandante Rodrigo, lo que le da una épica muy linda, y por otro lado porque sentimos que parecía que estábamos haciendo la historia de una banda de rock", explicó Rodrigo Sepúlveda, uno de los tres directores, durante la presentación de la serie en el Teatro Mori de la capital chilena. "Nos impactó la juventud de los frentistas, el entusiasmo y el arrojo. Y tuvimos la banda de sonido de Carlos Cabezas, me parece que apoya y que es espectacular". Dupuy apoyó: "También quisimos asumir este punto de vista de la mujer que deja a su hijo por el compromiso con todos, porque todo el mundo cuestiona a las mujeres en este caso y no a los hombres". Y Fernández completó: "Cecilia Magni era súper feminista y mostrar esa visión desde ahora, desde la perspectiva que hoy día sobre el feminismo y la mujer, también era una cuestión muy interesante".

Tal como mencionó Sepúlveda, la música juega un rol crucial en Vencer o morir. Y muy especialmente en las escenas de acción: uno de los atentados del FPMR parece deslizarse sobre el punk de Los Violadores con "1, 2, Ultraviolento". "Eso es un gancho que pensamos que puede también atraer al joven y no ser una serie de época para gente de época", ironiza Dupuis. "Acá, en Chile, generalmente este tipo de series tienen como target a gente que vivió la dictadura. Nosotros dimos una vuelta de tuerca para mostrar que los protagonistas eran jóvenes. Los más grandes tenían 34 años, los más chicos 14... Cuando llegó a Chile, el Comandante Rodrigo tenía 22 años. Entonces, quisimos mostrar cómo vivieron esos personajes reales, que eran jóvenes, y que la gente joven de hoy se sienta compenetrada con la historia, se sientan partícipes. Y que sea parte de la historia de Chile. Hoy hay gente joven que dice 'No, es que fue hace mucho tiempo'... No, viejito, no fue hace tanto: pasaron apenas 50 años del golpe y hace 34 que recuperamos la democracia".

Acción y tortura

En los primeros episodios de Vencer o morir, las escenas de acción tienen que ver con los atentados propagandísticos del RPMR, como volar una torre de alta tensión que dejó sin luz a Santiago. "Querían llamar la atención y transmitirle al pueblo que había gente que estaba luchando, que no todos habían desaparecido, que no los habían matado a todos", explicó Fernández. Aunque filmar esas tomas fue difícil desde lo técnico, las escenas de las torturas de la CNI requirieron de otro tipo de cuidado, dijo la showrunner: "Es un tema muy delicado. No queremos revictimizar pero tampoco ocultar lo que pasaba. La crudeza es necesaria por las reivindicaciones de la dictadura que hay ahora. Dicen que no, que no era tan terrible... ¿Sabe qué? Léase un libro de historia y va a ver cómo realmente era. Nosotros nos quedamos cortos, peropor lo menos damos una insinuación del nivel que era la represión en Chile". Dupuis, que además de guionista es esposo de Fernández, dice que se centraron en las escenas posteriores a la tortura física para evitar la revictimización: "A veces es más chocante ver a alguien post tortura que verlo golpeado constantemente, juega más la imaginación.

Nicolás Furtado encarna al Comandante Rodrigo.
 

 

La showrunner pone especial énfasis en los costados humanos de los personajes y afirma que quiso evitar los clichés. "En la serie se ve a un torturador con un crucifijo bien grande. Ese hombre probablemente llegaba a su casa y después iba a la primera comunión de su hijo, porque así era. Y esto para él era un trabajo. No era un señor que estaba todo el tiempo en la sala de torturas. En los libros que leímos para hacer la serie nos impactaban mucho los testimonios de personas torturadas que decían que lo que más les chocaba era que mientras los estaban torturando, los torturadores hablaban de ir al cine a la noche, o que escuchaban música. Al mismo tiempo, Tamara, que era del Partido Comunista, era muy creyente en la Virgen y andaba siempre con cadenitas, tenía su creencia. Entonces, no todos los personajes son un cliché de que el que cree es esto y no lo otro. Todos tienen sus particularidades".

Pero, claro, el de la Comandante Tamara es el más particular de todos. Y para acercarse a su intimidad, los guionistas trabajaron junto a la hermana de la revolucionaria, que aparece caracterizada en la serie. "Es una persona encantadora y muy cercana, que quería mucho a su hermana, entonces le gusta que cuenten la historia de Cecilia, más allá de que ese momento fue un drama mayor para toda su familia. El papá era pinochetista, había puesto dinero para el golpe de Estado... Él tenía una fábrica textil y les hizo uniformes a los militares para el golpe. Pero lo que más nos llamó la atención fue que, a pesar de que Cecilia abrazó la lucha armada, siguieron siendo una familia. Y ella iba a su casa cuando estaba clandestina. Iba a ver a su papá, le escribía..."

"La hermana nos mostró mucha intimidad de Tamara, la maleta donde tiene guardadas todas las cartas que ella le mandaba. Unas cartas maravillosas... Un tiempo que estuvo escondida en Buenos Aires y les contaba cosas, le decía 'papito querido'. Cartas estremecedoras. Y ahí ves la dualidad de una persona tan humana, dedicada cien por ciento a la lucha, pero que nunca dejó de extrañar a sus papás, a su familia. Nunca dejó de quererlos y siempre trataba de decirles "ojalá que me entiendan, esto que estoy haciendo es lo que creo". Y la verdad es que la familia, aunque era muy pinochetista, era muy respetuosa, lo que nos pareció muy rescatable de la historia. La mamá decía 'cuando ella hace algo, lo hace bien. Y lo hace hasta el final. No se va a salir de esto'".

Legados familiares

Para Fernández, volver sobre la historia de la Comandante Tamara y el atentado a Pinochet tiene algo de legado familiar, porque su padre fue el abogado de la Vicaría de la Solidaridad, un organismo de la iglesia católica que asistía a las víctimas de la dictadura. De hecho, en la serie se ve al personaje de Di Girolamo acudir a ese lugar junto a la madre de su alumno desaparecido en busca de ayuda. "Hace diez años hice otra serie que se trataba de eso, pero en esa Vicaría no tenían relación con el Frente Patriótico porque su regla era no defender gente que hubiera estado metida en hechos de violencia", recuerda la creadora de Vencer o morir en referencia a Los archivos del Cardenal.

"Crecí en un ambiente de resistencia a Pinochet, aunque mi papá no me contaba nada porque le daba terror", continúa. "Nunca me habló de nada, pero en mi casa estaban los libros, entonces a los 15 años agarré Chile, la memoria prohibida, que es un libro de tres tomos con la recopilación de la Vicaría de todos los testimonios de los que fueron detenidos. Es terrible, pero creo que todos los chilenos deberían leerlo. Y cuando leí eso, quedé muy impactada. Porque, claro, mi papá no me contaba esas cosas para protegerme, yo creo. Entonces, tomé esa idea de contar, porque creo que es mejor que las nuevas generaciones sepan lo que sucedió. Están ahí los testimonios y es importante transmitirlos. El que no aprende de la historia, la repite Hay que evitar que se llegue al negacionismo. Todavía hay muchos pinochetistas y ha habido un resurgimiento de esos discursos, igual que en la Argentina".

 

La abuela de Mariana Di Girolamo también trabajó en la Vicaría de la Solidaridad. Y para la actriz fue una responsabilidad especial encarnar a la Comandante Tamara. "Me quitó el sueño. Diariamente. Literal", le dijo a Página/12. "Nunca antes me había pasado. Es primera vez que represento a un personaje histórico. Sí, conlleva una responsabilidad por quienes no están, por las madres, por los muertos, por los desaparecidos, por mis padres, por sus amigos, por mi abuela que ya no está... Y también por la Chichi (el apodo familiar de Magni). Yo sé que está inspirada en hechos reales, pero esta historia está latiendo y nos repercute hasta el día de hoy. Esa responsabilidad no me impidió actuar, menos mal, pero sí la sentí".

La actriz dijo que su respuesta cuando le ofrecieron la serie fue "'¡Sí! Sí, gracias, sí'". "Me movilizaba interpretar a la Chichi, a esta mujer y sus complejidades y contradicciones. Conocía poco su historia, pero sí sabía de ella. Es un personaje de personajes, muy complejo en sus roles de madre, de guerrillera, de esposa, de docente, de mujer, de chilena. Me pareció atractivo e interesante poder meterme más. Fue alucinante empezar a leer, a conversar con gente, con mis padres, con la Josefina Fernández... Pude leer parte de las cartas que ella enviaba desde la clandestinidad a su hija, a su madre, a su hermana, y así pude entender un poco en qué estaba ella. Ella relataba que se arrepentía de nada, a pesar de todo, y estaba ahí por amor. Y pasó lo que pasó".

Mario Horton, que en la serie encarna al marido de Magni, supo del exilio de su padre, que perteneció al MIR, un movimiento revolucionario previo al FPMR. "Este siempre fue un relato que me movilizó mucho", afirma el actor. "Son historias que nunca terminan de mostrarnos nuevos pliegues. Y la serie intenta hacer eso, meterse desde un ángulo distinto a un tema que ya hemos visto, que ya hemos pensado, que ya hemos mirado también desde la ficción, pero esta vez desde un ángulo más luminoso, más fresco. Quedamos gratamente sorprendidos con la energía que tiene el relato. No es una historia oscura, gris. Habla de un período sin duda horroroso, pero desde un lugar que creo que va a convocar a espectadores muy diversos. Eso es muy bonito y por eso me pasó lo mismo que a Mariana, desde que leí el primer guión dije 'sí, hay que volver a meterse acá, hay que volver a contar estas historias', como lo hicieron ustedes también hace poco con Argentina, 1985. Habían ganado el Oscar en el '84 con La historia oficial, pero volvemos a ver el mismo tema desde otro ángulo, desde otra mirada para nuevos tiempos. Y siempre reverberan cosas nuevas, ¿no?"

El actor también sintió una responsabilidad en este papel: "A diferencia del trabajo de Mariana, que está basada en el personaje de Cecilia Magni, el mío es más ficcionado. Ella tenía un marido y está inspirado un poco en ese rol, pero también en los maridos de tantas mujeres que perdieron a sus familias en la dictadura. Es un paradigma de varios hombres que vivieron esa cuestión. Pero ya por el solo hecho de estar basado en un período real de la historia de Chile nos hace conectarnos con una doble responsabilidad. Siempre te dicen que tu trabajo tienes que dignificarlo, defenderlo y qué sé yo: bueno, eso se siente el doble cuando estás narrando historias que ocurrieron, porque hay personas que están aquí, que van a ver la serie, y que estuvieron muy cerca de esta historia, o incluso dentro, y eso merece un respeto a ultranza".

Aunque el rol de Furtado está basado especialmente en el verdadero Comandante Rodrigo, también "abarca un grupo de personas que existieron en ese momento, entonces habla por muchos", afirma el actor. Entonces, la responsabilidad es actuar como vocero de mucha gente que existió y que, básicamente, dio su vida por sus ideales y por creer en un mundo mejor para los que venían".

"A mí me sedujo desde el primer momento ser parte de la serie", explica el intérprete que brilló como Diosito en El marginal. "Una historia con estas características siempre me va a resultar interesante como actor. Desde mi lugar como uruguayo, como extranjero, también venir a conocer un poco más esta historia tan chilena, pero en un marco histórico que se vivió en todos los países de América del Sur. Entonces, también hay como una bandera que uno quiere llevar para hacer visible este tipo de historias, de atrocidades, para tener memoria, para que no vuelvan a ocurrir. También a modo de denuncia y, por supuesto, con mucho respeto para todos los que sufrieron en ese proceso tan duro".