Cada canción es un mundo, y cada quien sabe bien cuáles habitar. De esta manera, el periodista y escritor Sergio Arboleya dedica el libro No pienses que nos perdiste a la canción “Oración del Remanso”, de Jorge Fandermole, primer volumen de la colección Historia Social de la Canción, que edita Mil Campanas. El autor presenta el libro hoy a las 19 en Homo Sapiens (Sarmiento 829), en compañía de Jorge Fandermole, la periodista Anabel Barboza, y el editor Mariano Suárez; junto a las presencias musicales de Cecilia Abecasis y Marcelo Petetta Dúo.
“La colección es una iniciativa de Mil Campanas, del abogado, periodista y escritor, Mariano Suárez, con quien trabajé en Télam. Cuando me contó sobre la colección y me invitó a escribir, lo viví como una situación realmente grata, porque para muchos de nosotros, escribir sobre canciones es como que te tiren la pelota y te digan ¡jugá!. Al momento de pensar una canción posible, apareció con fuerza ‘Oración del Remanso’ y por un montón de factores, que intento contar en el libro”, comenta Sergio Arboleya a Rosario/12.
“Desde lo personal, recuerdo el impacto que me produjo escucharla por primera vez, allá por los 2000, en un bolichito de San Telmo, tocada por Fander y el Negro Aguirre, quien participa en el libro con un texto que le agradezco mucho. Después, destaca el propio recorrido de la canción, su reconocimiento a nivel local e internacional, con tantas versiones tan lindas. Y también porque me pareció que me permitía abordar otros asuntos que me interesan, y que tienen que ver con las comunidades, con la defensa de los territorios, con cosas que la canción aborda del modo más lindo que puede tener, y que es no ser un panfleto sino, justamente, entregarte una sensación, un color, y que a partir de eso vos te puedas reconocer”, continúa.
-Es una canción que canta la gente, algo que sorprendió al propio Fandermole, según se narra en el libro.
-En eso, “Oración del Remanso” tiene mucho para contar, por cómo ha sido cantada y por cómo lo sigue siendo. En el final del libro, le pregunto a Fander a qué atribuía este impacto, y él me decía que podía tener que ver con la cosa atávica que tiene, pero también con la tarea de los pescadores. Es decir, aunque uno no viva del río y no tenga una ligazón con los pescadores, se trata de una tarea bien concreta y todos sabemos de qué hablamos. Será esa combinación la que ha hecho el milagro, pero hay un montón de factores que la ponen en un lugar muy notable y especial. La música del litoral parece ser una especie de hermanita muy menor en la música popular, y de algún modo “Oración del Remanso” volvió a poner ese ritmo sobre la mesa.
-Será también porque en la canción hay algo de la propia idiosincrasia e historia social, de la cual es imposible desligarse.
-Creo que eso es parte de lo que la canción y la música popular generan, porque despierta zonas que son muy increíbles, que van por un camino de la sensibilidad y que no tiene que ver con estos tiempos de las vistas y los “likes”, sino que sucede, y es eso lo que hace que estas músicas sobrevivan, resistan, y estén siempre ahí, como un refugio, una trinchera, una montaña.
-¿Cómo pensaste la redacción del libro?
-Si bien es el primer libro de la colección, Mariano me propuso escribirlo como quisiera. Y cuando elegí “Oración del Remanso”, me gustó quedarme atado a una narrativa más periodística, porque me parecía que había un montón de cuestiones que ahí jugaban bien, porque es una historia real, porque es un lugar que existe, por la propia vivencia de Fander: viendo en la ruta ese cartel de venta de pescado, y arrimándose a ver de qué se trataba. Había un montón de elementos que podían construir ese relato más periodístico, y me pareció que así también podía explorar algo que me interesa mucho: cómo el artista construye su mundo estético y simbólico para hacer una canción. Tuve alguna ventaja por haber asistido a algunos de sus talleres de composición, en el Encuentro de Músicos.
-¿Te encontraste con algunas cuestiones llamativas o que ignorabas?
-Digamos que muchas y ninguna, porque ya sabía bastantes cosas de la canción. Cuando me puse a juntar retazos, encontré una comunicación muy linda que había tenido Fander, por Facebook, con José Luis Torres, un colega rosarino, contándole un montón de detalles de la canción y también del Cristo que está en el remanso, algo que definitivamente no sabía. Y me pareció una linda historia, más allá de mi nula relación con la religiosidad; a este Cristo, Fander lo llama Cristo Proletario, porque fue armado por los propios habitantes de la comunidad del remanso. Todos esos detalles, me parece que le sumaron un montón de magia al asunto; y agregaría el hecho de que Fander, con todas sus particularidades, es un tipo muy cierto, él realmente conoció el lugar. En el libro también trato de indagar un poco en su relación con el río, lo que para él significa, desde pibe en Pueblo Andino, con el Carcarañá rodeándolo. Me parece que está contando algo cierto, que también se relaciona con su apego real a las causas que tienen que ver con la defensa del medioambiente. Se fue configurando un todo, entre el artista, la obra y el contexto.
-Más esa poesía distintiva que permiten sus letras.
-Donde nada está librado al azar ni forzado, siendo él muy metódico y riguroso. Lo notable es cuando esa alquimia resulta, porque no suena acartonada ni académica, sino que fluye de una manera maravillosa; algo que creo definitivamente logra en “Oración del Remanso”, así como en muchas de sus canciones.