Desde Río de Janeiro
Es verdad que en algunas ciudades habrá segunda vuelta el 27 de octubre cuando ningún candidato obtuvo más de 50% de los votos en la primera. De ellas, solamente una tiene peso nacional: San Pablo, la más rica, poblada e importante de todas.
Allí, el actual alcalde Ricardo Nunes , quien se presenta “discípulo” del desequilibrado y ultraderechista expresidente Jair Bolsonaro, cuenta, acorde a las encuestas, con amplia ventaja sobre Guilherme Boulos, del PSOL (Partido Solidaridad), respaldado por Lula da Silva, cuyo partido optó por no presentar ningún postulante.
Los más optimistas dicen que en las elecciones municipales quedó claro que el país se inclina hacia un liberalismo en la economía y un conservadurismo en los costumbres. Los que se dicen más realistas prefieren destacar que, más que en ocasiones anteriores, la actual elección dejó como evidente que Brasil es irremediablemente un país de derecha. Ignorante, amnésico y de un conservadurismo sin límites.
De los 5740 municipios brasileños, 1.683 optaron por elegir alcaldes estruendosamente adeptos a Bolsonaro. Se calcula que otro tanto oscila entre respaldar al ultraderechista y preservarse a una distancia prudente, para evitar intervenciones directas. El PT de Lula ganó en 248.
La verdad es que para entender un escenario que desde el golpe dado por el Congreso y que alejó Dilma Rousseff de la presidencia, instalando en su lugar a un corrupto llamado Michel Temer, es necesario volver muy atrás, hasta otro golpe, el militar de 1964.
Cabe una curiosidad. En Brasil, el primero de abril es el Día de la Mentira, eso que en algunos países hispánicos es llamado de Día de los Santos Inocentes.
Fue precisamente el primero de abril de 1964 que fue el golpe, bautizado de Revolución Libertadora. Mintieron la fecha y el bautismo del movimiento que contó con respaldo de los dueños del dinero.
Lo primero que se hizo, antes inclusive de poner los partidos políticos en la ilegalidad, fue liquidar la educación. Y no solo la pública: la currícula escolar fue brutalmente alterada, y se esa manera se crearon generaciones y generaciones de ignorantes. Los que tenían educación en casa escaparon. La aplastante mayoría sucumbió.
Esa ignorancia trajo como consecuencia una amnesia de dimensiones olímpicas. Y así se llegó a un peligrosísimo esperpento llamado Jair Bolsonaro. Ha sido la primera vez que tal escenario se impone.
Sí, sí, es verdad. Fernando Henrique Cardoso fue electo dos veces, y en su segunda presidencia se traicionó a sí mismo, pero es otro problema. Que Lula fue electo dos veces, Dilma dos, luego Lula una vez más.
Pero lo que se ve de manera concreta, palpable, y cada vez más, es que son excepciones que no hacen más – aquí cabe el viejo dicho – que confirmar la regla.