Florencia Sicilia es comunicadora y trabajadora del área de Contextos de Encierro de la Sedronar y del ministerio de Seguridad bonaerense. Este viernes, reflexionó por la 750 a partir de algunas preguntas clave que se abren en torno a la muerte del cantante y compositor Liam Payne tras caer de un tercer piso en medio de un confuso episodio de consumo de drogas.

Entrevistada por Víctor Hugo Morales, Sicilia comenzó señalando que la de Payne “fue una noticia conmocionante”. "Siempre que suceden estas tragedias, es una buena oportunidad para hablar del tema”, sostuvo.

“Lo que me parece fundamental es entender la problemática como una cuestión social y de salud mental. Cuando se aborda este tema, muchas veces se hace de la peor manera: criminalizando, pensando que droga es igual a delito. Este enfoque proviene de ciertos paradigmas históricos que deberíamos revisar”, advirtió.

Lejos de esta postura, Sicilia dijo que este enfoque hace que se deje el tema en manos de las fuerzas de seguridad, y que esto no siempre es lo adecuado. “Aún hoy, aunque intentamos superar el paradigma punitivista y la visión médica hegemónica que considera los consumos como enfermedades, las representaciones sociales siguen arraigadas”, afirmó.

“En el mejor de los casos, y esto es algo que debemos superar, patologizamos la situación. Pensamos en términos de enfermedad. No es que no exista un problema de salud —porque, efectivamente, hay personas que no pueden relacionarse con las sustancias de manera no problemática—, pero muchas veces no sabemos si el problema es el resultado de una situación de vulnerabilidad”, añadió.

Por eso, afirmó que el desafío es que los consumos trasciendan lo individual y que “se deje de centrar el tema exclusivamente en la dificultad de consumir de manera recreativa o no”.

“Debemos considerar que el consumo de drogas ocurre en el contexto de una sociedad de consumo, donde se nos impulsa a creer que para ser o pertenecer, hay que tener. Este impulso al consumo es constante: ya no valemos por lo que somos, sino por lo que tenemos”, añadió enfatizando su punto.

Y finalizó: “En este contexto, debemos recordar que el alcohol es una droga, al igual que el tabaco y los psicofármacos. Constantemente se nos alienta a consumir. Pero esta incitación al consumo tiene una doble cara: primero se nos invita a consumir —donde la marca y el consumo son vistos como parte del encuentro social—, y luego, cuando alguien empieza a tener problemas con ese consumo, lo marginan. Ya no eres el sujeto funcional que la sociedad necesita”.