En su nuevo disco, Alma Gitana (2024), la cantante y compositora bonaerense Sofía Viola logró concretar una idea que tenía pendiente hace un tiempo: conectar el folklore con el pop de una manera contundente y orgánica. “No es que dijimos ‘vamos a hacer un disco pop’, sino que los mismos ritmos y sonidos nos fueron llevando hacia ese lugar”, dice Viola sobre este disco bailable atravesado por el reggaetón, la bachata, el bolero y la música árabe y gitana. “El disco quedó minimalista, ancestral y moderno. No pierde la huella folklórica, pero es folklórico de otros lugares. Mi búsqueda no se detiene en la música de América latina”, resalta la artista, que se presentará este sábado a las 22 en Doumont 4040.
Con producción de Juan Paio Toch, el disco consta de ocho canciones de su autoría y un bolero de amor de Carla Vaccaro, “La devota”, que Viola la llevó hacia el terreno de la bachata. Grabado y producido durante cinco encuentros en Córdoba, el disco no solo encuentra la faceta más pop y bailable de la artista, sino que le permite desplegar más su rol de intérprete y sumar matices más suaves a su voz. “Paio intuye de una manera distinta las canciones. Él tocó todas las guitarras y ahí me hizo entrar en una: porque yo con la guitarra tengo como una intensidad, la guitarra y yo vamos juntas, tocamos o cantamos fuerte o bajito. Pero es distinto cuando el otro está tocando porque la intensidad instrumental la maneja el otro”, explica Viola. “Entonces, empecé a descubrir otras voces en mí, más sensuales. Paio me llevó para otro lugar”, dice en relación a canciones como “Bachata con Dios” o “La del río”.
Según cuenta, la orquestación fue muy minimalista y las referencias estaban muy claras: desde canciones de Alejandro Sánz hasta los Gipsy Kings, C Tangana, Rosario Flores y Rosalía. “Después le sumamos mucha música étnica: yo traía sonidos de Egipto, Pakistán y Turquía. También estuvo muy presente el pop de la radio de los noventa y los dos mil. Nunca había podido desarrollar eso en un disco porque no me había encontrado con un productor que se animara a popear el folklore sin que quede forzado”, entiende. En ese sentido, se pueden escuchar aires de reggaetón en “El oasis”, “Ven a mi vereda” y “La del río”. En “Alma gitana”, por ejemplo, le da lugar al flamenco y en "Yo quiero saberlo todo" se despacha con la rumba. “Por más que sea de Lanús mi origen siempre estuvo muy movedizo. En algún momento no tenía arraigo. Después me reencontré con mi barrio”, dice la artista de Remedios de Escalada.
-¿Por qué llevaste este disco para el mundo gitano y el flamenco, por un lado; y el reggaetón y la bachata, por el otro?
-En la cuarentena vimos con mi vieja El Clon, que es una novela brasilera ambientada en Marruecos y es una historia de tradicionalismos árabes. La música árabe y antigua que sonaba en la apertura me llamó mucho la atención y empecé a buscar música de ese estilo. Entonces, me adentré en la música árabe, egipcia, turca e india. Algunas canciones las compuse en mis viajes en el mundo y me encontré con mucha música del Sahara. Con respecto al reggaetón, hace unos años empecé a acercarme a esa música también. Lo había ignorado durante toda mi adolescencia, no me gustaba, pero después empecé a encontrar unas joyitas como Tego Calderón y Daddy Yankee. Rosalía también es un gancho al reggaetón. Es una música muy animosa, me dan ganas de bailar. La bachata siempre me gustó, escucho Juan Luis Guerra desde que era chica. Atravesamos el dos mil con Chichi Peralta y después Romeo Santos. Las canciones también me pedían eso.
-¿La búsqueda era ir hacia el territorio folklórico desde el pop e incluso desde la música urbana?
-Sí. La música urbana es muy amplia y muy linda. Escucho a María Becerra y me conmueve. Es gente apasionada y trabajadora. No es solo un producto. Hay autenticidad y corazón. En esta etapa de mi vida, a los 35 años, elijo trabajar con la gente que quiero y hacer la música que quiero hacer más allá de mis rótulos. Yo me la gozo y me la paso muy bien. Este disco vino a darle un espacio de baile a mi música. El camino del cantor es muy solitario. Y este disco me vino a reencontrar con mi tribu. Fue un proceso muy para adentro y me hizo conectar con lo que realmente quería.
-En el concierto que estás preparando soltás la guitarra, bailás más y le das lugar a tu faceta de actriz, ¿no?
-En el concierto hay muchas visuales y le damos lugar al espacio teatral. También le damos importancia a las luces. Sonar con pistas está bueno porque permite presentar el disco tal cual y como es. Este disco me abre las puertas para experimentar un poco más. Con las pistas se pueden hacer muchas cosas. Y pensando también en la situación en la que estamos, en una crisis tremenda, yo no puedo contratar a la big band de mis sueños porque no tengo plata. Pero sí puede hacer sonar algo contundente a través de la tecnología. Y pegarme el viaje igual con la música sin tantos impedimentos económicos. Hoy en Argentina está muy jodido. Es muy difícil vender lo que uno hace mientras se está cayendo todo a pedazos, a veces me siento una tonta. Porque están haciendo cualquier cosa con el país, se está prendiendo fuego todo. Me duele mucho lo que está pasando. Pero es importante que los artistas sigamos haciendo cosas y contribuyendo al bien desde lo musical.