Sentí curiosidad por la voz cuando inicia la obra, lo disparatado del personaje, la interacción y la complicidad que tuvo con el público.

Me encontré en la intimidad de una cocina, un espacio que al principio parecía sencillo…. Pronto se transformó en el epicentro de una historia desgarradora y poderosa. Me puse en la piel de ese personaje, quizás por la experiencia de tener amigos que representan en su cotidiano a Polixena.

Allí, entre las paredes que resguardan el calor de las ollas y sartenes, se erige “la cocinerita” interpretada por Nacho Torres, quien rinde culto al mítico personaje de Polixena. “Como espuma de corso berreta”, no es solo una narración de admiración. Es una propuesta teatral que va más allá, tocando fibras profundas de resistencia y fortaleza femenina.

Desde el primer momento, la obra me atrapó por su estética drag, fusionada con el pastiche del teatro posmoderno de los 80 y 90. Un homenaje vibrante a una época dorada del teatro porteño. La adaptación de “Polixena y la cocinerita” de Alfonsina Storni, realizada por Natalia Aparicio, es una relectura contemporánea que nos enfrenta con la violencia latente que, muchas veces, acecha en lo cotidiano.

(Imagen: gentileza Juan Barthe). 

La cocinerita, ese personaje sacado de una tragedia griega, cobra vida en un escenario donde lo profano y lo sagrado se entrelazan. Cada movimiento, cada palabra, me hizo sentir la presión de una sociedad que, bajo el disfraz de la normalidad, oculta la opresión y el sacrificio de las mujeres. La violencia masculina, esa sombra que persigue a la cocinerita, se manifiesta no solo en acciones explícitas, sino también en la complicidad silenciosa de quienes observan sin intervenir.

Una de las escenas más impactantes fue la participación de las voces y marionetas de los amigos del hijo del patrón, símbolos grotescos y burlescos de una sociedad hipócrita. Mientras denigran a la trabajadora sexual, no pueden resistir el consumo voraz de sus servicios. Esta imagen me trasladó a los años 50, cuando tantas niñas de zonas rurales eran traidas a la ciudad con la promesa de estudiar. Terminaban sirviendo en casas acaudaladas, sometidas a trabajos y domésticos, y en muchos casos, al abuso.

La obra es una denuncia velada a una sociedad salteña tan cerrada como la nuestra, donde temas como el femicidio, el abuso y la explotación siguen siendo tabúes difíciles de abordar. El personaje principal, un chico Drag Queen, desafía no solo las formas de género, sino también los roles que la sociedad impone. Su presencia en escena es un acto de valentía y una declaración de que el teatro puede y debe ser un espacio de transformación social.

El equipo detrás de la obra

“Como espuma de corso berreta" es el resultado de un trabajo colectivo que involucra a un equipo técnico de gran talento. La dirección y adaptación está a cargo de Natalia Aparicio, quien ha logrado tejer una narrativa rica en simbolismos y complejidad emocional. La obra fue seleccionada por el Teatro Nacional Cervantes (TNC) para ser parte de su programa, lo que representa un desafío y una oportunidad inmensa para el equipo, que ha podido trabajar con una producción de gran envergadura, algo poco común en la escena local.

(Imagen: gentileza Juan Barthe). 

El elenco está compuesto por talentosos actores salteños con Nacho Torres y Nico Obregón, quienes, junto a otros intérpretes, dan vida a los personajes con una intensidad que conmueve.

El diseño de vestuario, una pieza clave en la construcción estética de la obra, fue realizado por Marcos Rodríguez y la escenografía, que logra transformar la cocina en un espacio casi ritual, estuvo a cargo de Carmen Cornejo.

Gustavo Granado, responsable del diseño de sonido, creó una atmósfera envolvente que potencia cada escena, mientras que la iluminación, diseñada por Carmen Ruiz de los Llanos, acentúa los contrastes entre lo profano y lo sagrado que atraviesa toda la obra. Andrea Di Salvo, asistente de dirección, ha sido fundamental en la coordinación de este equipo, asegurando que cada detalle contribuyera a la narrativa poderosa en la puesta en escena.

Al salir del teatro llevaba conmigo la sensación de haber presenciado una obra bien ejecutada y la reflexión sobre como la resistencia femenina, en sus múltiples formas, sigue siendo un acto heroico en tiempos de adversidad. “Como espuma de corso berreta” no es solo una obra; es un grito de resistencia que nos invita a cuestionar y transformar.    

*Licenciada en gestión educativa, profesora en educación básica y estudiante del tercer año de la tecnicatura en comunicación social