"Durante la gestión de Julio Garro nunca nos pusimos de acuerdo y siempre hubo violencia. Él quería mandarnos a la parte del cementerio, donde nadie pasa para comprar, y por eso planteábamos otra opción, pero siempre hubo quilombo. Garro nos discriminó, porque los que se encargaban de controlar salían a hacer su trabajo como les daba la gana, abusando del uniforme que tenían y ejerciendo la violencia."

Quien habla con BuenosAires/12 es Cheikh Gueye, referente de la comunidad senegalesa de La Plata. Su reflexión se debe a que, semanas atrás, el Gobierno municipal encabezado por Julio Alak encontró una salida para que no hubiera más manteros en las principales veredas del centro de la capital bonaerense, y mediante el programa de Reconversión de la Venta en la Vía Pública, reubicó a cientos de vendedores ambulantes brindándoles locales que estaban en desuso.

Gueye remarca a este diario que se trató de "un acuerdo trabajado en conjunto". Quien tomó la posta fue el municipio, porque Alak había prometido en campaña que liberaría las veredas ya que, como él mismo aseguró a BuenosAires/12, "el espacio público es el santuario del vecino". 

La municipalidad brindó a los manteros tres opciones, dedicarse al trabajo cooperativista, aprender un oficio, o relocalizar sus espacios de venta. La comunidad senegalesa optó por la tercera opción. "Vimos que era una buena propuesta y la aceptamos, nos gustaría quedarnos en la calle, porque allí se vende más que en un local, pero también sabemos que trabajar de esa manera no es legal, y si el municipio busca una salida, no queda nada más que aprovecharla", cuenta Gueye, y agrega: "Ojalá no tengamos la necesidad de volver a la calle".

Como el propio Gueye señala, la disputa por la venta ambulante no es cosa de estos días. Sin embargo, mientras estuvo en el poder, el gobierno PRO de Garro sólo ofreció brutalidad en las represiones, decomisación de la mercadería, detenciones y demoras a los comerciantes, imágenes que se volvieron cotidianas para cualquiera que recorría las calles del centro platense entre 2015 y 2023. Al recordar el pasado, Gueye señala que desde la gestión actual del Municipio de La Plata "hicieron un esfuerzo grande para conseguir los locales, cosa que la gestión anterior nunca quiso hacer".

Los manteros senegaleses, años atrás y en la actualidad, siempre sostuvieron un pedido central: no salir del centro y trabajar en el casco urbano. Garro quería enviarlos a la zona del cementerio, pero Alak, sin represión, ofreció llevarnos a la feria de Meridiano V. "Nosotros dijimos que no, que queríamos estar en la zona céntrica, pero la diferencia es que el gobierno de Alak nos buscó otra posibilidad y nos brindaron los espacios en el centro", explica Gueye, que ahora vende sus productos en un local situado en la terminal de ómnibus de calle 41 y 3.

En La Plata había 1200 vendedores que ocupaban el espacio público para comerciar en la zona céntrica, de los cuáles casi 120 eran senegaleses. Los rubros eran varios, desde la venta de ropa, ojotas, parlantes y artesanías, hasta puestos de comida. Las tres plazas centrales de la ciudad estaban colmadas desde hacía diez años, pero a diferencia de lo que sucedió en la Capital Federal, La Plata optó por "una mirada integradora, porque el eje fue ordenar la vía publica, pero que nadie perdiera el trabajo", según describió Alak a este diario, semanas atrás.

Las autoridades municipales relocalizaron a los vendedores de las plazas San Martín, Italia y Rocha, a los vendedores de los centros comerciales de calle 7, 8, 12, 50, 51 y diagonal 80, y a los vendedores de la comunidad senegalesa. Para ello, el Gobierno platense dispuso de distintos predios, que fueron el Paseo de Compras Meridiano V y una serie de galerías que llevaban años en desuso. Entre ellas están el Pasaje 8 bis en 50 entre 8 y 9, la Galería Malvinas en 49 entre 8 y 9, la Galería Apolo, ubicada en 7 entre 45 y 46, el Paseo de Compras de 9 y 54, y el paseo de compras El Ayuntamiento, situado en 1 entre 47 y 48. Los senegaleses, como describe Gueye, fueron todos reubicados en las galerías del centro.

"Muchos se volvieron a Senegal por cómo está Argentina ahora"

Gueye nació en Beud Forage, un pequeño pueblo de Senegal que está situado en la provincia de Louga. Vino a Argentina en 2014, con 35 años. Ahora, con 45, cuenta a BuenosAires/12 que la comunidad senegalesa de La Plata tenía 240 integrantes hace dos años, pero que actualmente está compuesta por 115 personas, ya que "muchos se volvieron a Senegal por como está Argentina ahora"

"El nuevo Gobierno nacional de Javier Milei nos afecta, porque todo lo que afecta a la población rebota en nosotros, si la población no tiene dinero, el problema nos golpea directamente", describe Gueye.

El senegalés le dice a este diario que estar fuera de tu país "ya es suficiente para pasarla mal", porque "a nadie le gusta lejos, y más si tiene mujer, madre, hijos y hermanos". Gueye destaca que "estar años sin verlos es demasiado", pero sostiene que él y sus compatriotas hacen el sacrificio "para que la familia esté bien". El referente de la comunidad senegalesa de La Plata agrega: "Todo lo que ganamos acá se lo mandamos a Senegal para que puedan vivir en paz, preferimos sufrir acá y que la familia esté bien, antes que estar al lado de nuestra familia pero no poder acceder a nada".

Gueye remarca a este diario que "no hay nadie que venga de Senegal por un problema político", ya que "todos vienen por temas económicos". El senegalés señala que él y sus compatriotas llegaron a Argentina no porque allá no haya trabajo, sino porque "hay, pero no te rinde para poder sostener a una familia y que viva bien". Gueye es referente porque sus propios compañeros lo eligieron. "No había nadie a la cabeza de la comunidad y había que organizarnos", dice el nacido en Beud Forage.

La hermandad y la solidaridad entre ellos es algo que Gueye remarca a cada rato. "El que viene acá sin saber el idioma la tiene complicada pero no tanto, porque somos una comunidad y siempre alguno ayuda al otro", sostiene, y enumera situaciones como enfrentan día a día, como la de hacer trámites, ir a un hospital, o tener que viajar en busca de mercadería. 

"Me gustaría que a la comunidad senegalesa le salgan las cosas bien y que todos podamos tener trabajo digno para ayudar a nuestras familias", dice Gueye, que hablando de dignidad, señala una de las ventajas de los nuevos locales, que a pesar de reducir el flujo de gente que ve sus productos, les permite no estar en la calle. "Sufríamos frío, lluvia, calor, viento y palabras racistas. En la calle hay de todo, por eso deseo trabajo digno", sentencia.