Resumiendo algunos posteos de esta semana, el guionista de la Argentina necesitaría largar las drogas y bajar varios cambios. Ya es demasiado. ¿Pueden intentarse algunas reflexiones que pongan orden en este caos donde los hermanos presidenciales salen ganando, siquiera por ahora?

Es posible que en la pregunta esté la respuesta porque, al cabo de recorrer los títulos de lo acontecido, sobresale precisamente aquello de que es en lo caótico cuando mejor se desempeña el elenco gobernante.

Los estudiantes semejan estar solos ya que la bronca no tiene conducción política, aunque, como escribió Sandra Russo en su magnífica contratapa del sábado en este diario, una esperanza puede ser que las cosas se ordenen por abajo si es que no sucede por arriba. Esperanza… o bien una aspiración loable.

Volvamos al guionista drogado.

La vice se fotografía con Isabel. Un ex primer ministro inglés saluda en el balcón de la Rosada. Mirtha Legrand defiende a la Universidad pública. El titular de la Anses asegura que jubilaciones y pensiones le ganan a la inflación. El Presidente afirma que los argentinos son un 50 por ciento más ricos por la reducción de sobretasa del Fondo Monetario, y dice que a las facultades que son un antro de zurdos golpistas van los hijos de las clases alta y media acomodada.

De golpe y en los propios medios “opositores”, sigue el guionista, desaparece la lucha estudiantil y entra en cadena nacional la muerte del cantante de una banda que sólo memorizaban fanáticos nostalgiosos. Es más. Mientras hablaba Axel Kicillof y durante la aparición de CFK en la Universidad Nacional de Avellaneda, para no abundar, esa curiosa oposición mediática estaba en Palermo cubriendo las apasionantes novedades del caso. Siempre Chesterton: el periodismo consiste, esencialmente, en informar que Lord Jones ha muerto a gente que nunca se enteró de que Lord Jones estaba vivo.

Milei también avisa que avanza hacia la “dolarización endógena” (???), que cerrará el Banco Central y que el ajuste más fuerte lo hizo en las vacaciones “para que la gente no se enterara tanto”.

Lo aplauden en el coloquio de IDEA, la crema empresarial que asimismo vitoreó al mayor fugador serial de divisas de toda la historia económica argentina, Caputo Toto, sindicado como tal por el propio Milei. Fue en campaña, cuando además decía que la Comandante Pato era una asesina que ponía bombas en jardines de infantes.

Mauricio Macri colocó a una de sus alfiles en la secretaria de Energía. Justamente, Toto se salió con la suya e hizo echar a Eduardo Rodríguez Chirillo. Le endilgaban falta de acción frente a un panorama veraniego calamitoso, en materia de cortes de luz, como si desde Toto para abajo no hubiesen ignorado -desde un comienzo- las advertencias de los especialistas del área. La hipótesis renovada es que exageran el horizonte, para luego aparecer como los salvadores repentinos.

Como fuere, el Gobierno comanda la agenda a caballo de una impunidad discursiva que enfrente, en lo organizacional y propositivo, tiene entre nada y muy poco.

Esto último es inescindible de cualquier análisis que quiera hacerse y va en línea con lo que aquí, no solamente, viene previniéndose en torno a quienes dan por liquidado al experimento gobernante.

Cuidado: si acentúan la imagen de baja inflacionaria, el dólar sigue “estable” y hay ciertos signos de “recuperación” económica, a más de que en la oposición no aparecen potentes síntomas confrontativos, podrá regir aquello de cómo les va a los muertos que vos matáis.

La interna del peronismo que se produce en medio de este aluvión mileísta, sin absolutamente ninguna diferencia ideológica de por medio, es mucho más que injustificable. Es penosa.

Los debates son bienvenidos cuando elevan la estatura hacia marcos superadores de lo personal. Cuando se polemizan aspectos programáticos. Cuando lo que se aporta contribuye a la suma y jamás a la resta. Cuando se tiene claro que hay un enemigo o adversario común, y que ése debe ser el parámetro a partir del cual se establecen acuerdos o desacuerdos. Cuando el respeto por las figuras actuantes no incluye pleitesía.

Probable o seguramente, la fuerza de las circunstancias terminará imponiendo razonabilidad a lo que, hoy, parece ser un desatino de egos y resentimientos individuales.

Una porción muy significativa de pueblo sufriente, que aguarda el surgimiento de una alternativa en condiciones de enfrentar con vocación de poder a esta aberración que gobierna, no se merece este triste espectáculo que derrocha energías vanas para solaz y esparcimiento de quienes están en orgasmo múltiple con el divisionismo.

El politólogo Pablo Touzon recuerda que en la dirigencia política argentina hay atomización por donde se mire. Acierta al apuntar que en todos lados hay, por lo menos, tres internas (incluyendo al oficialismo).

Cada quien gobierna micro-fragmentos, pero no hay agregación.

El problema con nuestro sistema político, agrega Touzon, no es que se rompió mucho, sino que no se rompió lo suficiente porque, en ese caso, debiera haber expresiones opositoras nuevas. Como lo fue La Libertad Avanza. Entonces, hay una “creatividad” política incapaz que no puede salir -global o específicamente entendido- de Cristina y Macri. Milei metió una cuña en ese sentido, más allá de la repugnancia que merezcan sus métodos y aunque sus mandantes no ofrezcan novedad alguna.

En el acto de Berisso y en el comunicado de este sábado, Kicillof hizo, dijo y no dijo todo lo que pudo para salir de una encerrona que no provocó. Y en la fantasía de que lo hubiera hecho, ¿cómo se llegó a los calificativos de Judas y Poncio Pilato?

El gobernador bonaerense reivindicó el extraordinario rol histórico de Cristina. Advirtió sobre el nuevo paso que dará la persecución judicial que sufre. Y eludió meterse en la interna por la conducción del PJ, por más que no tiene forma de no mencionarla.

Esa interna es un mero episodio que, inclusive, se revolearía a la tribuna porque el partido, que nunca le interesó a nadie, no tiene ni la plata ni la logística para encararla en menos de un mes. Podría haberse resuelto si, apenas, se hubiera dialogado con la anticipación suficiente. En lugar de eso, se generaron los hechos y después se impusieron las condiciones.

Así no es. No sirve a la unidad que debería darse. Con Axel, y con Cristina, y con todos los que tienen espalda de sumatoria en tanto y cuanto no empecemos con las revisiones de virginidad, salvo que se trate de traidores auténticos. Esto, claro, excepción hecha de continuar interpretando al peronismo como una religión que, en vez de pensamiento crítico indispensable, debe contar con feligreses.

¿Estamos hablando de política o de una iglesia?

Para que de los laberintos se pueda salir por arriba hace falta, primero, la determinación de hacerlo.

P/D: Vaya nuestro homenaje emocionado a Ginés González García. Un sanitarista excepcional, tal cual lo reconoce la unanimidad de entendidos en ese campo. Un ministro de Salud notable, que admitió haberse equivocado como cualquiera y que tripuló la pandemia con las mejores armas disponibles. Un hombre a quien no solo valorará la historia honesta, porque es presente que todos los indicadores internacionales señalan a Argentina como uno de los países que mejor tramitó la peste. Un tipo íntegro que de ninguna manera se mereció haber sido el chivo expiatorio tras el lamentable suceso del vacunatorio Vip. Salió de allí sufrido, sin botonear a nadie, aceptando en silencio las reglas crueles del juego. Abrazo, Ginés. Fuiste de los mejores en este escenario donde la razón la tienen los hipócritas.