Hace uno días se proyectó por primera vez en Argentina la película Aurora’s Sunrise (El amanecer de Aurora), documental animado de factura armenia estrenado en Estados Unidos en 2022, que recupera la trágica vida de Aurora Mardiganian, sobreviviente del Genocidio Armenio perpetrado por el Estado turco entre los años 1915 y 1923.
Aurora logró escapar a los Estados Unidos, donde protagonizó luego en Hollywood el film mudo Subasta de almas, que fue un suceso a partir de su estreno en 1919. Esa película, considerada la “madre” de todas las películas sobre genocidios, recorrió el mundo y se proyectó en Buenos Aires en el antiguo Cine Callao la primavera de 1920.
La historia de Aurora --muchas veces comparada con la de Ana Frank--, fue antes de la película un libro titulado Armenia Arrasada. La historia de Aurora Mardiganian, la joven sobreviviente de las terribles matanzas, publicado por primera vez en inglés en 1918. Allí, describe en primera persona el horror de los crímenes ordenados por el Estado turco contra su pueblo. Es decir, Aurora, en un acto de valentía y en favor de la justicia, revivió dos veces la masacre y su propia historia de vejaciones y torturas. Desde entonces y hasta su fallecimiento en 1994, Aurora Mardiganian es un emblema de la lucha que lleva adelante el pueblo armenio para que los Estados reconozcan el genocidio.
El estreno en Argentina de El amanecer de Aurora no es casual. Además de la ley 26.199 de 2007, impulsada por Néstor Kirchner, que declaró el 24 de abril como “Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos”, en conmemoración del genocidio, un argentino fue quien recuperó parte de la película Hollywoodense de 1918 que se daba por perdida. La historia fascinante de esa pesquisa y el hallazgo de dos rollos de cintas se le debe a Eduardo Kozanlian, quien además impulsó la edición en el país del libro de Aurora junto a una documentación impecable bajo el título de Armenia arrasada: Subasta de almas (Ediar, 2021).
“Argentina fue uno de los primeros países que comenzó a alojar a familias armenias desplazadas del genocidio. Estas oleadas de inmigrantes armenios y el apoyo tan necesario de Argentina en aquel momento es la razón por la que la comunidad armenia argentina sigue siendo muy fuerte hasta el día de hoy. Como comunidad, se aseguraron de preservar su identidad cultural, lo que les permitió prosperar a lo largo del tiempo. Este país fue también uno de los primeros países que reconocieron el Genocidio Armenio, por lo que es muy especial e históricamente significativo proyectar la película aquí”, dice Sahakyan, creadora de documentales premiados como The last tightrope dancer in Armenia (2010) y el reciente Mel (2024) acerca de uno de los levantadores de pesas más reconocidos de Armenia que decidió hacer público su identidad transgénero.
--¿Cómo conoció la historia de Aurora Mardiganian?
--Todo empezó en 2014, cuando estaba trabajando en un proyecto con el Instituto Zoryan sobre el centenario del Genocidio Armenio. El Instituto Zoryan de Toronto posee una colección de más de 700 testimonios orales en video de sobrevivientes del genocidio, y entre ellos estaba el testimonio de Aurora grabado en 1984. En la entrevista, ella habla de la película muda en la que se basó en su vida, y en la que también actuó. En aquel 2014 yo sabía muy poco sobre ella, apenas había leído su libro, pero no conocía el resto de la historia. Empecé a investigar y tuve acceso a otras entrevistas que le hicieron, filmadas por la Fundación Cinematográfica Armenia en 1975 y en 1984. En una de ellas, mostró a cámara un gran póster de 1919, en el que ella aparecía junto a grandes estrellas de la época del cine mudo como Anna Q. Nillson e Irving Cumming. Me quedé perpleja. Es decir, que al tiempo de sobrevivir a las pesadillas de un genocidio, Aurora aceptó revivir su trauma con un único objetivo: ayudar a su nación. Aunque su historia era dolorosa, ella se negó siempre a ser una víctima. Al entender este punto, supe que tenía que hacer esta película.
--¿Cómo fue abordar el genocidio evitando quedar sólo en el lugar de víctimas?
--Nunca creí que iba a tocar el tema del Genocidio Armenio: es muy personal y pesado para mí. Pero cuando descubrí la historia de Aurora, comprendí que podía hablar del dolor de mi nación a través de la voz de una mujer fuerte. La determinación de Aurora de defender a las víctimas durante las primeras y más controvertidas etapas de Hollywood es un acto de valentía y de sacrificio pocas veces visto. Aurora hizo Subasta de almas como una promesa: servir a su país y a su pueblo en los momentos de mayor necesidad. Aurora revivió sus traumáticas experiencias del genocidio por el bien de las vidas de los armenios. Sus esfuerzos salvaron a 132.000 huérfanos armenios que nunca habrían conocido su herencia.
--Dicen que también padeció la tiranía del cine de entonces...
..Claro, esa es otra de las historias que merecen ser expuestas. Aurora padeció los problemas que aún hoy existen en Hollywood como la misoginia y la explotación. Pero ella nunca perdió su identidad, ni siquiera cuando se dio cuenta de que su productor y sus cuidadores la estaban utilizando. Posteriormente luchó en un juicio contra ellos y lo ganó. El papel de Aurora a la hora de allanar el camino para el feminismo, la defensa de los derechos humanos y las voces marginadas dentro y fuera de la industria cinematográfica es revolucionario. Aurora’s Sunrise es entonces la historia de una joven y valiente armenia que, a pesar de soportar el genocidio, el hambre, la esclavitud y la explotación, se negó a dejarse arrastrar por las mareas de la historia. Es una historia sobre la resistencia del espíritu humano, el poder de la esperanza y la importancia de no rendirse nunca. En nuestro mundo cada vez más incierto, es necesario contar este tipo de historias.
--¿Cuál es su relación familiar respecto al genocidio?
--Yo también soy descendiente del Genocidio Armenio. Mientras que mi familia materna procede de Armenia oriental (región de Armavir), la paterna es de la ciudad de Bayazeth, en Armenia occidental. Por desgracia, mis bisabuelos fallecieron mucho antes de que yo naciera, y en nuestra familia rara vez se hablaba de su historia de supervivencia. Sé poco sobre mi historia familiar respecto del genocidio. Sin embargo, crecí leyendo muchas memorias de los sobrevivientes. A través de Aurora, yo cuento indirectamente la historia de mis antepasados y la tragedia de toda nuestra nación.
--¿Cuál es la reacción del público joven armenio frente a un suceso “tan lejano”?
--Es natural que la joven generación, especialmente los de la diáspora, se distancie de sus raíces. Por eso el papel de la familia, la escuela y la comunidad es crucial para mantener vivas las raíces nacionales. Pero más aún es fundamental la cultura, y especialmente los medios visuales, porque tienen un poder único para revivir la memoria histórica. Para la generación joven de Armenia esta película tiene un impacto porque cuenta la historia de una joven de la misma edad que ellos. Y así, ellos no sólo aprenden sobre los trágicos días de nuestra historia, sino también sobre nuestras tradiciones, cultura, religión, lazos familiares y valores. Aurora es un modelo para la juventud armenia; un modelo de resistencia que les enseña a no rendirse ante las dificultades y a actuar por el bien de la humanidad.
--¿Por eso la incorporación de la animación?
--El estilo de “docu-animación” atrae a un público joven. Temas tan pesados como el genocidio pueden resultar demasiado intensos para los espectadores jóvenes, pero la animación es un medio poderoso que ya les resulta familiar. En ella se representa explícitamente un suceso horrible en lugar del propio suceso, salvando las distancias y permitiendo al espectador implicarse profundamente en el núcleo narrativo y temático de la historia.
--Y fuera de Armenia, ¿cómo es la reacción?
--El público internacional suele conectar más profundamente con las experiencias personales de tragedias humanitarias como la guerra y el genocidio que con las meras estadísticas. La empatía por estas experiencias personales crece aún más cuando el público las escucha de boca de algunas de las personas más vulnerables: mujeres jóvenes que viven estos acontecimientos en primera persona. Lo vimos con el Diario de Ana Frank, que tocó muchos corazones y difundió la conciencia del Holocausto. Lo vemos ahora con los blogs periodísticos de la cineasta palestina Bisan Owda, que documenta su supervivencia en Gaza.
--¿Y en Estados Unidos?
--La historia personal de Aurora es increíble y única. No es necesario ser víctima de un genocidio para conectar con ella. Cualquier padre, cualquier niño, independientemente de la generación que sea, puede sentir el dolor de Aurora. En cuanto al público norteamericano habría que decir ellos que no sólo aprenden sobre el Genocidio Armenio en sí, sino también sobre los intentos del gobierno estadounidense de la época de apoyar a las víctimas de las atrocidades y a la propia Armenia. Empiezan a discutir por qué la postura política cambió después de Woodrow Wilson y empiezan a preguntarse por qué Estados Unidos tardó más de 100 años en reconocer oficialmente el genocidio.
--¿Qué películas o documentales puede citar como espejo en cuanto al uso de la animación en una narrativa histórica?
--Sin duda la película Vals con Bashir (animación documental israelí dirigida y escrita por Ari Folman en 2008). Ése fue el primer documental de animación que vi en mi vida, y me dejó completamente alucinada. No fue sólo por la increíble animación, sino la historia en sí. Ver al director enfrentarse a sus propios recuerdos y superar su trauma buscando la verdad, y luego convertir ese viaje en una obra maestra cinematográfica, fue profundamente conmovedor. La manera en que recurre a la animación para llegar a soluciones simbólicas y combinarlas con escenas documentales es innovadora. También podría mencionar, claro, a Persépolis de Marjane Satrapi. Esta película tuvo una fuerte influencia en mí. El cándido retrato que hace de su paso de niña despreocupada a adolescente rebelde y finalmente a refugiada, al tiempo que pone de relieve los temas universales de la identidad, la resiliencia y la nostalgia del hogar, la convierte en una narración poderosa.
--¿Cuáles fueron las dificultades a las que se enfrentó para la realización del film, tanto financieras como narrativas?
--Tardé ocho años en terminar la película. Una gran parte del tiempo estuvo dedicada a la investigación. Se trata de una película histórica. Como soy documentalista, era muy importante mantener el núcleo documental. Mis dos fuentes principales fueron: las entrevistas a Aurora filmadas cuando era mayor, y las escenas recuperadas del film por Eduardo Kozanlian, su devoción por archivar la historia de Aurora es la razón por la que se descubrieron los 18 minutos que existen. Resulta poético que un armenio del otro lado del mundo resolviera este rompecabezas y descubriera originalmente de la película que estaban titulados de modo diferente. El descubrimiento de esos rollos no solo es importante para la historia armenia, sino para la historia del cine. Ahora bien, sobre la financiación de mi película, la palabra es: difícil. Fue un muy compleja la tarea para tener al menos el presupuesto mínimo para realizar un documental animado de 90 minutos de duración. Lo primero que hice fue elegir segmentos de las entrevistas a Aurora que fueran importantes para el arco argumental y que nos permitieran ver su personalidad. Fue un reto elegir qué cortar, ya que ella era una narradora única. Ella habla de lo estresada que estaba en el set de rodaje. Y cuenta el impacto que sintió cuando vio a todos esos actores vestidos como soldados turcos. Su trauma era muy reciente y no siempre le resultaba fácil distinguir la realidad de la ficción. Fue todo un reto trasladar ese tipo de emociones a la película, pero con la ayuda de la animación, los símbolos, la música, los sonidos y todo el material de archivo espero que lo hayamos conseguido. Luego de la investigación, entramos en una fase de producción. Gracias al valor y la dedicación de nuestro equipo, esta película sobrevivió a la pandemia de covid 19, que detuvo el trabajo. Tuvimos que hacerlo “conectados” con nuestros socios lituanos y alemanes. Por otra parte, la invasión de 2020 estalló simultáneamente sobre la región de Nagorno-Karabaj, lo que significaba que los hombres implicados en la producción estaban en primera línea, o bien como cineastas que documentaban la guerra o como militares de servicio obligatorio. Durante toda la fase de producción, hubo innumerables amenazas del lobby turco. Fue realmente un proceso difícil.
--¿Cómo observa el tratamiento hoy del Genocidio Armenio en el mundo?
--Desgraciadamente, aún no está reconocido en todo el mundo. Estados Unidos lo reconoció en 2019, es decir, más de 100 años después. Es necesario tratarlo con la misma urgencia que cuando ocurrió en 1915 debido a la posición vulnerable en la que se encuentra hoy en día Armenia. Con la reciente pérdida de Artsaj (Nagorno-Karabaj), seguimos luchando cada día por el derecho a existir en nuestra tierra, lo que, por supuesto, ya no debería ser un problema. Espero que, a través de conversaciones y reportajes como éste, se comprenda mejor que se trata de un acontecimiento histórico que nunca se resolvió, ni siquiera fue reconocido por sus autores. De hecho, lo siguen negando. El mensaje principal que Aurora transmite en la película es que si los crímenes quedan impunes surgen más oportunidades para nuevos crímenes. “Los turcos deberían sentarse en la silla de la justicia”, esto es crucial. Actualmente estamos viviendo un ejemplo moderno a través de la limpieza étnica de Artsaj de la que todos fuimos testigos entre 2020 y 2023. Se trata de un crimen que, una vez más, sigue sin ser reconocido ni castigado. Mi próxima película tratará este tema desde la perspectiva de mujeres resistentes que se niegan a ser victimizadas.