El sacerdote Fernando Páez será juzgado desde este lunes en Tartagal como presunto autor del delito de abuso sexual doblemente agravado por haber sido cometido por ministro de culto reconocido y encargado de la educación en perjuicio de un exseminarista.

El juicio estará a cargo de la Sala I del Tribunal de Juicio de Tartagal, integrada por Ricardo Hugo Martoccia, María Soledad Rodríguez y Reinaldo Burgos. Las audiencias que comenzarán el 21 próximo fueron fijadas para los días siguientes hasta el 24 de octubre y tendrán lugar tanto por la mañana como por la tarde.

Se espera la declaración de 33 testigos, entre los que se cuenta al obispo Luis Scozzina.

La víctima, K., radicó la denuncia en julio de 2019 y contó que había sufrido abusos por parte de Páez entre 2015 y 2019 en la Parroquia de la Santa Cruz de Villa Saavedra, en Tartagal.

Durante el juicio el abogado Aldo Hernández ejercerá la defensa del cura, mientras que el Ministerio Público Fiscal estará representado por Pablo Cabot. Hernández "es el papá del intendente de Tartagal (Franco Hernández Berni)", señaló la víctima, quien dijo que espera que ese vínculo no tenga incidencia en el juzgamiento a Páez, "espero que el juicio sea justo, con mucha objetividad, porque desde el inicio, el proceso ha sido confuso, sucio en algunos casos, en algunas situaciones", sostuvo.

El periodista y referente en Salta del Instituto Laico de Estudios Contemporáneos -Filial Salta, Fernando Climent, reveló que el abogado de Páez "fue pagado por el propio Vaticano".

Además, Climent recalcó que el fiscal Cabot es el esposo de la fiscala Lorena Martínez, a quien la víctima conoce como excatequista y amiga de Páez, por esto mismo en los últimos años han manifestado desconfianza. Durante la investigación penal preparatoria, se llegó a establecer una unidad fiscal integrada por dos fiscales más de la capital salteña, Sergio Obeid y Cecilia Flores, esta última ahora es jueza. Sin embargo, en el anuncio oficial del juicio que hizo el Poder Judicial sólo se menciona a Cabot como representante del Ministerio Público Fiscal.

La víctima está siendo acompañada por la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico nacional. Se espera que en el juicio declare como testiga la psicóloga de esta organización.

Las acusaciones

El denunciante es oriundo de Tartagal y era seminarista en Orán. En 2015 conoció a Páez cuando fue designado en la Parroquia de la Santa Cruz. Este cura también estuvo a cargo de su formación.

"Empezaron a surgir los abusos cuando él se iba interesando en mi 'vocación'. Es donde empezamos a formar un vínculo, él era mi párroco, por cuestiones lógicas tenía que hablar con él sobre cómo me sentía en el seminario", contó K. a Salta/12 en la primera entrevista que aportó a este medio por la denuncia. Relató que Páez tenía tratos "afectuosos" que le llamaban la atención, tanto con él como con otros dos compañeros, ambos también testigos en la causa contra el obispo emérito Gustavo Zanchetta, condenado por abuso sexual. Las acusaciones son similares.

El denunciante señaló que Páez los abrazaba y les daba besos en el cuello tanto a él como a otros dos compañeros. Había naturalizado esa conducta en el cura. La denuncia surgió por un hecho puntual de abuso cometido por el sacerdote en 2017, que el exseminarista consideró más invasivo de su intimidad e integridad sexual y lo llevó a darse cuenta de las connotaciones sexuales en el comportamiento del religioso.

El joven dijo que cuando trató de alejarse de Páez, el sacerdote comenzó a maltratarlo, a humillarlo públicamente y después, a difamarlo. "Empezó a discriminarme y a ningunearme, a intentar llevarme emocionalmente inseguridad, una de las bromas ante el grupo Vida Nueva (de adolescentes) era que decía 'estos son mas pingudos que vos', 'estos la tienen más grande que vos'", contó.

"También me llamaba la atención su vocabulario, hacía chistes en doble sentido, puteaba, no se vestía como cura, eso atrajo a muchos jóvenes, que decían 'qué piola el cura, se viste como nosotros, habla como nosotros'. Hasta yo había creado un vínculo, una dependencia", sostuvo.

"Estoy convencido de que tanto Páez sabía lo de Zanchetta y Zanchetta lo de Páez", aseveró el denunciante, quien fue testigo en el juicio contra el obispo emérito y dijo que también había sido víctima de este religioso, aunque no lo denunció. "Cuando Zanchetta me apoya los genitales, de espalda, yo lo saco pensando que era un compañero, (por esa reacción) me trata de huérfano emocional", contó. Dijo que el obispo emérito le decía que "no recibía afecto" de su padre, y por eso "no estaba acostumbrado" a ese tipo de "abrazos". Señaló que eso le pasó en la casa del obispo de Orán, cuando estaba en la cocina en junio de 2015. Contó que él veía que Zanchetta también tenía esas inconductas con otros compañeros "con frecuencia".

El joven dijo que Zanchetta incluso lo convenció de hacerse una circuncisión, y que le preguntaba en conversaciones cómo era su "eyaculación" y "cómo tenía relaciones sexuales con la chica que había sido mi novia antes del seminario". Señaló que Páez también se valió de esa circunstancia para luego invadir su intimidad.

"Páez me convenció de que yo era huérfano emocional. Todas sus charlas se basaban en la horfandad emocional o en la mendicidad emocional", explicó. Dijo que el cura daba talleres de "crecimiento personal" en "campamentos para varones, convivencias para varones, retiros espirituales para varones. Él decía que la mujer lleva y trae mucho puterío y entre vagos nos podemos entender mejor (...) Para él todas 'eran trolas, putas', si llegabas tarde a la parroquia te preguntaba 'con quién habías culeado, con quién habías estado'".

Además, el denunciante afirmó: "(Páez) Nos decía que seamos sinceros. Sabía decirnos 'te amo' mientras nos abrazaba. Cuando me daba la paz en misa, me decía con sus labios muy pegados 'te amo, sos mi vida, te quiero mucho'".

El joven dijo que el cura también hacía esto último a sus compañeros cuando iban a contarle algún problema o una crisis emocional: "Era muy cotidiano, no solo en mí, sino en muchos chicos que hoy ya son mayores de edad". Detalló que el cura había creado un grupo que denominó "Vida Nueva" para "asistir a chicos muy vulnerables", que tenían consumo problemático de drogas y allí se rodeaba de adolescentes.

Antecedentes

"Cuando Páez era párroco de la Catedral (de Orán), lo denunció canónicamente un seminarista en 2003 por abuso sexual. Monseñor Jorge Lugones (obispo de la diócesis de Orán) tomó la determinación de enviarlo a Tucumán para que se 'curara de esto que él tiene'. Volvió después de dos años y no podía confesar. Después le vuelven a permitir confesar", relató el denunciante.

Según indicó, cuando Páez era seminarista en Tucumán, de donde es oriundo, "supuestamente tenía actitudes homosexuales, por eso lo sacan del seminario". "Al tiempo viene a tocar las puertas del seminario de Orán para pertenecer a la diócesis en el 93 o 95, y después se ordena cura para la diócesis de Orán".

En 2017, K. se fue del seminario y dejó asentado que era porque no se sentía bien con Zanchetta ni Páez. Volvió en 2018 y cuando le contó al obispo Luis Scozzina lo que le había pasado con Páez, como él era aún seminarista, lo envió a otra parroquia en Tartagal para que estuviera lejos del cura. En enero de 2019, el joven presentó la renuncia definitiva al seminario, "le vuelvo a plantear esta situación a Scozzina. Me dice 'andá y enfrentalo vos como hombre, si lo tenés que reventar, reventalo".

"Páez estaba de vacaciones, voy el 5 de febrero a encararlo, llevo de testigo a otro seminarista. Páez consigue a una señora para que sea su testigo, estuvimos los cuatro. Yo empecé a decirle que no quería denunciarlo por toda la cuestión de que Tartagal es un pueblo muy chico y si lo denunciaba iban a saber que era yo e iba a caer sobre mí una condena social o comunitaria. Yo le pedía que me deje de molestar, que deje de hablar de mí, de usar mi nombre para burlarse", relató el joven.

El exseminarista señaló que Scozzina no acompañó a las víctimas. Sostuvo que después de que hizo la denuncia canónica ante él en 2019, y de forma posterior a la denuncia penal, no le volvió a llamar e incluso cuando se fue a vivir a Córdoba, el obispo dijo en público que "era un problema menos". Además, contó que lo cruzó dos veces en Tartagal y le negó el saludo. Por esos hechos desmintió al obispo, que emitió un comunicado después de la condena a Zanchetta en la que decía que "renovaba" el acompañamiento a las víctimas.

Inhabilitación

Recién en agosto de 2022, el obispo de Orán, Luis Scozzina, suspendió de forma cautelar al cura Páez del ejercicio "público" del ministerio del sacerdocio y también dispuso que no siguiera residiendo en la Parroquia Nuestra Señora de la Merced, de localidad de La Unión, en el departamento Rivadavia, hasta que se resuelva su situación procesal.

"Él (Páez) está inhabilitado para celebrar misas en público. Estaba residiendo en Tucumán. Pero, bueno, me contaron que él suele ir a hacer casamientos VIP o bautismos VIP para la gente que lo apoya. Él hace la celebración y otro sacerdote firma el certificado, en Tartagal", señaló Montes. 

"Tiene contacto con doctores, con gente que está trabajando en el municipio, abogados también. Entonces tiene como un vínculo fuerte que ha generado. Cuando digo vínculo fuerte, hablo de gente de la cual él se ha valido para generar una famosa dependencia emocional, gente que está detrás de él y no detrás de Dios, por ejemplo. A eso es a lo que me refiero", resaltó el denunciante.

Manipulación y daño psicológico

K. dijo que Páez era considerado un sanador, y hasta una figura que le seguía a Dios dentro de la Iglesia. Contó que mientras estaba a cargo de su dirección espiritual el cura lo alejó de su familia, y que ante algunas conductas suyas le decía "es por culpa de tu mamá". Ademas, le señalaba una supuesta falta de afecto del padre, y la falta de acompañamiento de la familia en la elección del sacerdocio. El joven dijo que incluso llegó a dejar de ir a pasar las fiestas de fin de año con sus familiares. Manifestó que había confiado en el sacerdote y éste "se aprovechó". "Yo le había entregado mi vocación, él decía que sabía hasta lo que yo pensaba, me costó mucho entender que es un ser humano mortal como yo. Sentía que estaba en todos lados, que me miraba", relató.

El joven contó que luego de lo que vivió en el seminario padeció secuelas psicológicas. Dijo que estando en su casa llegó a cambiar la cama grande por una más chica "porque tenía miedo". Esto le trajo aparejado problemas en el sueño y "dormía con la luz prendida" y no podía salir de su casa. Relató que fue a un psicólogo antes de radicar la denuncia penal.

K. dijo que tenía miedo de denunciar a Zanchetta y Páez y optó por demandar al segundo porque consideró que el daño que le produjo fue mayor. "Necesito justicia", expresó y manifestó que su denuncia es para que el cura no cometa abusos con otros chicos.

Extorsión

El denunciante contó que cuando estaba iniciando un vínculo con una chica de 17 años, "Páez se aprovecha de esta situación presiona a la familia para que intentaran denunciarme, y así fue", relató. Dijo que el padre y la madre de la chica lo denunciaron y luego ella declaró "que no había pasado nada". "Éramos ilusos, íbamos despacio. Recién empezábamos a conocernos", aseguró el exseminarista.

El joven dijo que aquella vez fue denunciado en la fiscalía a cargo de Lorena Martínez, "que era catequista de la parroquia de Páez". "Ella se tenía que inhibir", señaló. Consideró que la fiscala "insistió" en seguir con esa causa, pero "la terminó archivando a duras penas".

Además, el denunciante relató que los curas cercanos a Zanchetta, Carlos Subelza y Luis Gómez, quienes ya habían entablado contacto con la familia de la chica, intentaron extorsionarlo para que no declarara en el juicio contra el obispo emérito. Esto fue relatado por el exseminarista cuando testificó contra Zanchetta y tuvo un careo con Subelza a quien la Unidad Fiscal pidió que se lo investigue por falso testimonio.