En la versión 2017 de Bicicletas, la idea del retorno resuena con una fuerza prepotente, casi primal. Después de Magia amor locura animal, un disco que puso a prueba su versión popular sin buenos resultados, el quinteto porteño parece haber vuelto a conectar con su mejor forma de electro-rock psicodélico, ésa que a mediados de la década pasada los tenía como uno de los grupos emergentes más personales y atractivos de su generación. “Es una misión cumplida como banda, como grupo humano”, dice el baterista Mariano Repetto. “Cada disco está lleno de momentos espectaculares y de tormentas; y éste podría no haber salido nunca, la verdad.”
Dos Lunas, el quinto de Bicicletas, tuvo un disparador fortuito. Convocados a formar parte de un compilado organizado por la editorial Clase Turista, para el que bandas compondrían canciones inspiradas en grandes obras de la literatura, empezaron a trabajar con La invención de Morel, de Bioy Casares. Sumergidos en esa obra cumbre del realismo mágico, se encontraron con una novela que parecía contener todo su imaginario creativo, cargado de dualidades entre mundos ficticios y reales, oscuros y luminosos.
“Bicicletas siempre fue una banda que quiso hablar del futuro, de entornos fantasiosos mezclados con el mundo real, y ese libro nos invitó a hacer una retrospectiva. Fue como un psicólogo, un espejo que nos invitó a entender la psicodelia como algo mágico y también como algo real; y que nos ayudó a poder disfrutar esa dualidad”, dice Repetto. “En este disco está la banda pensándose a sí como una persona que tiene la alegría de haber vuelto a un lugar que podría considerar su casa.”
Como un regreso a Quema, el álbum que coronó su momento de mayor proyección, las nuevas canciones suenan decididamente volcadas a la electrónica, con los sintetizadores de Ignacio Valdez construyendo texturas brillantes, mientras Julio Crivelli impregna todo con su tono de voz brillante e incisivo. “Este disco es futurista de verdad, con una instrumentación que tiene más que ver con una maquinaria, con más sintetizadores, con la batería más procesada, las voces llenas de efectos y coros para añadir una profundidad robótica”, detalla el cantante. “Empezamos a buscar cosas que nosotros sabemos que nos gustan. En el disco anterior quisimos hacer una cosa muy diferente de lo normal y en éste quisimos volver a las raíces, a todas las características que tienen los discos que nos gustan a nosotros y a nuestros fans.”
A más de quince años de su formación, ahora Bicicletas parece estar poniendo a prueba su peso específico, casi como si se tratara de una segunda primera vez. “Hubieron discos que nos hicieron telonear a artistas re grosos y otros que nos hicieron sonar en la radio todo el día. Es muy temprano para ver a dónde nos llevará éste, pero lo importante es saber que estamos con la balsa lista”, dice Crivelli. “Una banda es un acto de fe, y a Bicicletas le interesa muchísimo marcar momentos en la cultura, porque al final es lo que hace que la historia se mantenga”, suma Repetto. “Ahora estamos en el momento de la profecía. No sé cuál será, pero estoy seguro de que se va a cumplir.”