Una delegación de la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) arriba este lunes a la Argentina y, según advirtió el Gobierno de Javier Milei, existe la posibilidad de que el país descienda de categoría de seguridad aeronáutica, un hecho que no solo podría afectar la frecuencia de los vuelos hacia Estados Unidos sino que, señaló la administración libertaria, también "dañaría la reputación de la aviación argentina". 

Argentina, que cuenta desde el año 2005 con la Categoría 1, máxima calificación de seguridad operacional otorgada por el organismo estadounidense, podría pasar a Categoría 2, explicaron fuentes de la administración libertaria. 

Eso dependerá, aclararon las fuentes, de los resultados de la evaluación que realice la delegación de la FAA que aterrizó este lunes en la Argentina, en el marco de las discusiones finales del Programa de Evaluación de la Seguridad de la Aviación Internacional (IASA).

¿Por qué la Argentina podría bajar de categoría?

Según explicó la Secretaría de Transporte en un comunicado, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) auditó a la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) en 2022 para evaluar el nivel de cumplimiento efectivo del Estado Argentino de las normas y procedimientos establecidos por ese organismo internacional, siendo los resultados poco favorables, ya que “la ANAC alcanzó sólo un cumplimiento del 60,47%, cuando el promedio regional es mucho mayor". 

Entre las áreas que arrojaron peores resultados se encontraron “Organización de la Aviación Civil”, que tuvo un cumplimiento de solo 41,67%, y “Operaciones”, con un cumplimiento de 37,29%. Este último sector está asociado, justamente, al cumplimiento de estándares internacionales en relación al control, fiscalización y seguimiento de las operaciones de las aeronaves.

En abril de este año la FFA realizó una inspección, identificando ‘82 hallazgos’ a corregir, principalmente en lo referente a aeronavegabilidad, operaciones y licencias”, aseguraron fuentes del Gobierno.

Para este proceso se designó a María Julia Cordero como interventora, con el objetivo de identificar estos problemas operativos y encarar un plan de acciones correctivas, diseñado junto a la asesoría técnica de expertos de la Oficina Regional Sudamericana de la OACI.

“El plan de trabajo incluyó una serie de acciones correctivas con plazos estipulados para cada uno de los elementos señalados por la autoridad aeronáutica estadounidense. Es así que se desarrollaron y actualizaron manuales de procedimientos y se coordinaron capacitaciones para los inspectores de aeronavegabilidad y operaciones en temas relativos a las certificaciones de los explotadores aéreos y a las aprobaciones específicas requeridas, entre otras acciones adoptadas”, precisó el gobierno libertario.

Y agregó: “Todas las medidas tomadas desde la intervención de la ANAC permitieron llegar en tiempo récord a un avance del 85% del plan de acciones correctivas establecido, encontrándose todas ellas en fase de implementación, respetando los tiempos de los procesos y con fechas estipuladas de finalización, que le serán presentadas a la delegación de la FAA que hoy está arribando a la Argentina”.

Sin embargo, alertó la cartera conducida por Franco Mogetta, "puede existir la posibilidad de una pérdida de categoría para el sistema aeronáutico nacional".

¿Qué consecuencias tendría el cambio de categoría?

La Categoría 1 es una clasificación que otorga la FAA a los países que tienen vuelos hacia Estados Unidos, y que permite que los operadores aéreos puedan brindar servicios directos al país norteamericano o asociarse al sistema de código compartido con compañías aéreas estadounidenses.

La pérdida de categoría, en ese sentido, "implicaría un daño reputacional para la aviación argentina, además que imposibilitaría la suma de destinos y frecuencias en vuelos hacia Estados Unidos”, indicó la Secretaría de Transporte. 

Con el cambio de categoría tampoco se podrían reemplazar los modelos de aeronaves con los que se vuela a ese territorio, ni establecer nuevos acuerdos de código compartido con aerolíneas estadounidenses, lo que impactaría directamente en la capacidad de colaboración entre compañías argentinas y norteamericanas. 

A su vez, las líneas aéreas argentinas estarían sujetas a un mayor escrutinio y controles adicionales por parte de las autoridades norteamericanas, lo que podría aumentar los costos operativos y retrasos en las operaciones.