Stuart se consagró este sábado como el nuevo campeón argentino de Red Bull Batalla. Quedó primero entre los dieciséis freestylers que disputaron este torneo canónico del freestyle, y sacó pasaje para ser uno de los representantes locales en la Final Internacional del 30 de noviembre en Madrid. Para su 17ª edición, el evento volvió a la capital federal después de su paso por la ciudad de Córdoba en 2023: fue en el Estadio Obras, recinto que labró su mito durante las décadas de los '80 y '90, cuando albergó a grandes leyendas de la música nacional y extranjera. Ahora los pibes de las rimas improvisadas tenían la posibilidad de escribir una nueva historia.

La victoria de Stuart era probable. Si bien no había conseguido brillar en la regional bonaerense que lo clasificó, en las nacionales la experiencia adquiere todavía más peso. El músculo competitivo y el cuero duro desarrollados con los años pueden ser la diferencia entre ganar o irse a casa temprano, sobre todo a medida que avanzan las batallas. Y de eso, el santafesino algo sabía, después de su final fallida contra Dozer en 2018 o su no consagración en 2019, cuando era máximo candidato y Trueno se la terminó llevando.

Pero a pesar de que Stuart es una figura mainstream del panorama, no se encontró con una ruta fácil. Esta edición mostró mucha paridad en el nivel entre los de más recorrido en alta competencia y aquellos que vienen desde el semillero del under. Acaso el maremagnum del ascenso a FMS, con la cantidad de competencias y competidores que hay, haya colaborado para que el nivel del under se pueda confundir con el de las primeras figuras. En primera ronda fueron derrotados otros dos posibles candidatos de peso como MKS y Jesse Pungaz, hasta entonces último campeón, que al caer en octavos anunció su retiro momentáneo de "esta clase de eventos".

Como una deducción sutil de ese proceso, la última batalla que debió dar Stuart para consagrarse fue contra Exe, exponente de ese freestyle que llega desde abajo para grabar su nombre lo más alto posible en la escena. "Hoy por primera vez sentí que realmente podía", le confesó el bahiense a la audiencia cuando la cosa ya estaba juzgada.

La controversia entre under y mainstream -en definitiva, una lucha por la hegemonía-, así como la disputa por el sentido, el sentimiento y la autenticidad del freestyle, no aparecieron con fuerza sino hasta las semifinales, pero sí fueron un argumento central en la final. El canal narrativo del evento estuvo, en cambio, vinculado al concepto de lo nacional. La declamación federalista, el provincialismo y la puja por la representación del país.

"Yo no soy campeón mundial / Fue la Argentina la que me hizo campeón", sóltó Larrix en relación a su último título internacional de FMS. Auge y Luis Farías presentaron la dialéctica Rosario/Paraná. Exe acotó: "Los ingleses van a hablar castellano / Recuperaré las Malvinas". "Si somos todos Argentina, ¿por qué andamos separando?", reclamó MKS antes de la batalla contra el cordobés Mono Strong. "Y decíselo rapeando, entonces, ¡dale!", arengó el host Shulio, retomando la tradición de evitar que los competidores no digan nada que no sea en forma de rima. Después del trabajo en las regionales, el presentador hizo su debut en la Nacional y, junto con el también debutante DJ Pacha One, llevaron muy bien el evento.

El flow tampoco fue predominante. Algunos freestylers sí le imprimieron cierta musicalidad a las rimas cuando el beat se los proponía. Lo que prevaleció el sábado fue el poder de la contestación. Eso explica que la final haya sido entre Exe, gran contestador ("El tipo que todo contesta", dijo de sí) y Stuart, un MC con mucha capacidad de procesamiento lógico para desarmar argumentos.

El trabajo del jurado que en este caso conformaban Tata y Maxi Rodríguez junto al español Skone, es ciento por ciento subjetivo en estos casos. Y, a diferencia de los torneos donde las rimas suman puntos, acá un solo acote puede hacer caer la moneda de un lado o del otro. Así fue que, después de haberse quedado empantanado tratando de responder una rima de Larrix durante varios patrones, Stuart sacó un punchline de la galera que paró la batalla. A partir de ahí, pareció estar en control de la situación en todo momento.

Antes del último veredicto, Tata, bicampeón argentino, hundió la cabeza en la gorra que tenía entre manos, tratando de ahogar el peso que conllevaba esa decisión. Los tres jurados señalaron a su derecha: Stuart se dejó zamarrear por algunos compañeros y, al cabo de unos segundos, rompió en llanto. Jesse Pungaz le traspasó el cinturón al santafesino, que grabó una vez más su nombre en la historia grande del freestyle. Y con él, sacó pasaje de avión con destino a Madrid.


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