El jazz de vuelta. Miguel Zenón es uno de esos músicos latinos que hacen jazz, del mejor, desde su propia matriz cultural. Nacido en Puerto Rico en 1976, el saxofonista es en la actualidad una figura clave de la escena neoyorquina, una presencia original y atractiva sostenida a través de un sonido personal, y una discografía prolífera e intensa, que refleja interesas que van desde la bomba y la plena –géneros populares de su país– hasta el lenguaje de Ornette Coleman. El martes 22 y el miércoles 23, a las 20.45, Zenón tocará en Buenos Aires, en el Café Berlín (avenida San Martín 6656). Además, el mismo martes, entre las 14 y las 16.30 en el subsuelo del Hotel Meliá (Posadas 1557), ofrecerá una clase sobre “Ritmos latinoamericanos en el contexto de jazz”.
No será la primera vez del saxofonista boricua en escenarios porteños. Además de actuaciones junto a Guillermo Klein, de su paso por Buenos Aires se recuerda particularmente una actuación en el contexto del ciclo Experiencia Piazzolla 2018, en el Konex, donde con ese espíritu abierto y latinoamericano recreó la música del bandoneonista. Sí será la primera presentación en Buenos Aires de Zenón al frente de su cuarteto, que se completa con Luis Perdomo en piano, Matt Penman en contrabajo y Henry Cole en batería.
“En Buenos Aires vamos a tocar una combinación de repertorios”, anuncia Zenón al inicio de la charla con Página/12. “Cosas de Sonero –un disco en homenaje al cantante de salsa boricua Ismael Rivera – y también cosas que son totalmente nuevas, que de hecho grabamos en el Village Vanguard en Nueva York hace un par de semanas. Por supuesto, habrá también cosas de El arte del bolero, el disco que grabamos con Luis (Perdomo)”, continua el saxofonista. Perdomo, venezolano clase 1971, y Zenón tocan juntos desde hace 25 años. Una colaboración que comenzó cuando eran estudiantes, a partir de un origen y una búsqueda compartidas. “Con Luis tenemos muchas similitudes y no sólo en términos de cómo nos desarrollamos como músicos desde jóvenes. Él pues comenzó tocando música popular, tocando salsa en Venezuela, como yo en Puerto Rico. Por eso tiene una conexión bien natural para combinar estos elementos de su identidad de músico latinoamericano con elementos que son más de la tradición norteamericana del jazz. Lo hace de una manera bien orgánica y eso es algo con lo que yo también me puedo relacionar”, agrega Zenón.
Frutos recientes de la colaboración entre Zenón y Perdomo son los dos volúmenes de El arte del bolero, el segundo recientemente distinguido con un premio Grammy. Piano y saxo alto frente al inmenso patrimonio musical y emotivo de un género que atravesó la sensibilidad de varias generaciones. “Teníamos que hacer un livestream en plena pandemia y con Luis pensamos en canciones de la época del bolero, con las que ambos crecimos, como ‘Alma adentro’, ‘Cómo fue’, ‘Que te pedí’ y otros. Los tocamos de manera muy espontánea y se escuchaba bien, porque esta música para nosotros tiene un lugar muy especial, son como nuestros standards. Así profundizamos esa idea, sobre todo utilizando nuestra propia conexión con estas canciones en términos de familiaridad y nostalgia y buscando maneras de desarrollarlas para que pudieran funcionar bien en el formato del dúo”, asegura el saxofonista.
En un trayecto profesional que da cuenta de colaboraciones con The SFJazz Collective, Charlie Haden, Fred Hersch, Kenny Werner, Guillermo Klein & Los Guachos, por nombrar algunos, El arte del bolero es un punto en la inmensa variedad que refleja Zenón en su discografía. Un homenaje a Ornette Coleman en Law Years; Romance al campesino porteño, con José Sayas, Ryhan Smith y Casey Rafn; Internal melodies, con el pianista Dan Tepfer; colaboraciones con el Prism Quartet y Golden City –diez movimientos para big band que reflejan la evolución urbana de San Francisco– son algunos de sus últimos títulos. “Veo a estos proyectos como una reflexión sobre mis intereses musicales”, explica Zenón. “Muchos están ligados a mi identidad como puertorriqueño, a la música con la que crecí, otros pues vienen de conexiones más jazzísticas. Son cosas que a mí me gusta hacer porque me mantienen inspirado, en conexión con otros músicos y su manera de pensar en la música, que a veces no es necesariamente exactamente como yo la pensaría. Siempre trato de encontrar avenidas nuevas para reflejar mis intereses y las cosas que me llaman la atención”, asegura.
–¿En qué momento sentiste la necesidad de volver del jazz a las raíces musicales de tu tierra?
–Fui a estudiar a Estados Unidos, en Berklee, con el propósito de entender más el jazz. Quería internalizar el lenguaje de Charlie Parker, John Coltrane, Sonny Rollins, de una manera auténtica y honesta y desde ahí poder expresarme. En un momento me di cuenta que llevaba años estudiando el jazz de una manera intensa y profunda, pero nunca había hecho lo mismo con la música de mi país. La tenía internalizada, obviamente, pero no la había profundizado. Cuando me di a esa tarea, empezaron a surgir elementos que me parecieron atractivos y únicos. Empecé a combinarlos con elementos jazzísticos o que venían de otras músicas que me interesaban, y fue todo como bien orgánico. Eso me interesó más y más, porque sentía que mientras más investigaba, más cosas encontraba y más información nueva aparecía. Entonces pues, de ahí como que surgió ese camino.
–El del jazz es un mundo de cambios vertiginosos. ¿Hacia dónde imaginas que va?
–Es una gran pregunta, la que todos nos hacemos. Es difícil predecir la dirección de la música. Lo que no es tan difícil asegurar es que el jazz evoluciona rápidamente y que es una música muy inclusiva. Se nutre de lo que tiene alrededor, ya sea de música de otras partes del mundo y también de la energía de lo que está pasando en el mundo en este momento, del día a día de la vida, de las vivencias de los músicos, de ese tipo de cosas. Por eso pienso que el jazz va a seguir evolucionando de esta manera, básicamente siendo menos exclusivo y más inclusivo. Obviamente, pensamos en el jazz y pensamos en Nueva Orleáns, Louis Armstrong y todas las raíces de todos estos grandes músicos, pero ya hoy en día el jazz es una música que ha roto con este tipo de frontera que alguna vez se utilizaba para definir qué es jazz y qué no es jazz. Claro que hay cosas que son específicas del jazz, que tienen que ver con lenguaje, con la tradición, pero a la misma vez es una definición que es bien abierta y cada vez se expande más.