Apuestas fallidas, técnico interinos, decisiones tomadas bajo la urgencia, renuncias de dirigentes y un norte que no aparece definido es el denominador común de los clubes de la ciudad. Central y Newell’s están protagonizando un muy mal año, marginados de cualquier lugar de protagonismo, se muestran a bajo nivel competitivo y para la próxima temporada tanto en Arroyito como en el parque Independencia asumen la posibilidad de volver a pensar en contratar un nuevo cuerpo técnico.

La crisis de Central es más díficil de apreciar que la de Newell’s. Los canayas obtuvieron la Copa de la Liga en diciembre pasado y eso hizo enmascarar la muy mala Copa de la Liga que jugó el equipo en el primer semestre del año. Un proceso deportivo que se cayó en picada en apenas meses y que nadie quiso asumir porque al frente del plantel estuvo Miguel Russo. Pero durante este proceso la Comisión Directiva sufrió las renuncias del tesorero Guillermo Bagneres y el protesorero Sergio Bandoni, como consecuencia de un presupuesto de fútbol que aumentó considerablemente al renegociar contratos luego de la vuelta olímpica que dio el club.

El equipo no cambió con la oportunidad que se le dio a Matías Lequi. Lejos de pelear por clasificar a Copa Sudamericana, la derrota con Defensa y Justicia y el empate con Banfield del pasado domingo instala en Arroyito la necesidad de construir un nuevo equipo para el año que viene y con nuevo cuerpo técnico. De los últimos siete partidos el canaya ganó dos y los argumentos que hoy sostienen a Lequi con chances de quedarse al frente del equipo en 2025 son solo económicos. La ventaja que tiene Lequi es que la dirigencia no lo reemplazará si no llega un técnico con trayectoria. “Los que interesan son los mismos y se sigue hablando”, confió un colaborador de la dirigencia. Así la suerte de Lequi está sujeta a que el club no pueda persuadir a algunos de los técnicos apuntados, como ocurrió meses atrás cuando renunció Russo.

Mientras que en el parque Independencia la continuidad de Ricardo Lunari es un deseo del presidente Ignacio Astore. Pero para eso la Lepra debe levantar su nivel y por ahora no dio síntomas alentadores, más allá de la aparición en Primera de juveniles que estuvieron a la altura del desafío.

Astore gastó dinero en los dos últimos años como hacía mucho tiempo no sucedía en Newell’s. Quedó claro que despilfarró los fondos y a fin de año encuentra a los leprosos en situación muy comprometida. Es que Astore solo podrá sostener a Lunari si el equipo cosecha triunfos en las últimas fechas. Y como las expectativas son bajas el presidente tiene que buscar un entrenador que pueda renovar las ilusiones pero sin fondos disponibles. Newell's no solo que ya no paga los sueldos al día sino que ni siquiera le abona en término a los empleados, a quienes hace facturar como monotributistas.

Pero además de las frustraciones deportivas acumuladas, la dirigencia leprosa sufrió bajas en su composición, la última del vicepresidente Pablo Allegri, cansado de no tener lugar en la toma de decisiones. En Central, Gonzalo Belloso concentra la mesa directiva en tres o cuatro dirigentes, en Newell’s se hace lo que decide Astore, minimizando cualquier lugar de participación al resto de los miembros de la dirigencia. Y cuando todo el poder está concentrado en un solo dirigente los resultados nunca fueron buenos. Lo saben en el parque Independencia y en Arroyito.