"En la pieza de arriba hay gente cogiendo", dice, medio en broma, medio en serio, Jorge Eiro, quien junto a Zoilo Garcés creó Telos, proyecto site specific en un albergue transitorio. Lo dice porque sólo el primer piso del Hotel Obsession -ubicado en el barrio de Flores- está alquilado para que en sus habitaciones, y en el marco del FIBA, suceda teatro. El resto del edificio mantiene su función habitual. Hasta el jueves pueden verse en el hotel tres propuestas escénicas bien distintas, pensadas para pocos espectadores que observan desde una cercanía tan incómoda como estimulante.
Los espectáculos que integran Telos aprovechan las luces de neón rojas y azules del lugar, sus floreros, sus cuadros de figuras desnudas, los ceniceros amurados a las mesas de luz, las sábanas con el nombre bordado. Tan sólo diez u once personas que entraron por el estacionamiento los presencian paradas o sentadas donde pueden -banquetas, sillas, y por qué no el jacuzzi-. "No pensamos en montar luces o en conceptos más clásicos del teatro, como escenografía. Toda la información que tiene el espacio es suficiente para contar lo que queríamos contar", dice Garcés. Su compañero completa: "Nos apoyamos en lo que tiene el telo. Una habitación funciona como una sala teatral. Tiene consola de luces y sonido. Es un teatrito independiente de Flores".
Eiro -director, autor, actor- es de Flores y Garcés -actor, productor, dramaturgo, gestor- ya había trabajado con el sector textil de la zona. "Queríamos hacer algo acá. De golpe nos dimos cuenta de que es una zona de telos y de trabajadoras sexuales, que siempre están acá afuera", cuenta Eiro. Con coproducción del FIBA, pudieron afrontar el gasto de alquilar un piso completo del Obsession. "Verónica, la dueña junto con Sebastián, se re copó. Enseguida entendió el funcionamiento y la dinámica del teatro independiente", cuentan. A Verónica se la ve sonriente: dice que le encanta lo "no convencional". Los creadores decidieron convocar a artistas con registros bien diferentes, quienes presentaron trabajos interesantes: vale la pena quedarse a ver los tres, que es lo que la mayoría de los espectadores intenta.
Celia Argüello Rena, Andrés Molina y Federice Moreno Vieyra ofrecen en una de las habitaciones una danza surrealista y onírica bajo las sábanas, sin que medien palabras, acompañados de una música instrumental que transita por distintos climas. Hacer olas, rodar piedras es lyncheana y abstracta pero en ella pueden reconocerse distintos gestos y movimientos de la expresión erótica, así como también texturas e intensidades. Casi toda la danza transcurre en la cama pero puede trascender sus fronteras y acercarse a los espectadores al punto de rozarlos. La acción transcurre muy cerca.
Cambia totalmente el clima del Obsession cuando dos mucamas se espantan al ver tanta gente circulando por el pasillo. Advierten que esta institución tiene reglas: no mirar a las parejas que pasan para no intimidarlas, no mirar las patentes de los autos estacionados, un máximo de seis personas puede ingresar a cada habitación. Ellas (Mariano Saborido y Milva Leonardi) son los personajes del melodrama La fantasía, de Juanse Rausch, que hace tentar de risa al público.
Interrumpidas al momento de su almuerzo, inician una suerte de visita guiada por el albergue transitorio, y mientras recorren las habitaciones con productos de limpieza y se disponen a acondicionarlas, una de ellas advierte su cansancio de sostener fantasías ajenas. El cierre de la propuesta es cinematográfico. Eiro y Garcés piensan que Telos está cerca del cine.
Papito, de Felicitas Kamien, va por un lado más tradicional. Es, de las tres, la obra más larga (60 minutos) y con una historia más compleja, con personajes que muestran un desarrollo y claroscuros, igual que su vínculo. Son dos hombres de edades muy lejanas que se revelan secretos en este turno de hotel. La pieza puede parecer una comedia, pero el final es bien de drama. Los espectadores observan de frente a la enorme cama de una habitación con jacuzzi. Hay una escena que transcurre en el baño. El público solo la escucha. Los personajes -intepretados por Chen Serna y Abian Vainstein- manejan las luces y el sonido desde un tablero que está en la pared.
Los creadores de Telos se entusiasman con hacer una segunda edición: "En términos poéticos, de lenguaje, ficcionales, queremos que haya más experiencias. Podría haber biodramas de trabajadoras sexuales, por ejemplo. Mi vieja me contaba que mi tío desaparecido se encontraba con su hermano en un telo. Se puede tironear mucho de esta espacialidad", concluye Eiro.