Las personas sin sentido del olfato (anosmia) presentan patrones respiratorios alterados en comparación con los que pueden oler, un hallazgo que puede ayudar a entender por qué algunas de estas personas pueden padecer determinados problemas de salud. La anosmia cobró especial relevancia a partir de la pandemia, ya que una de las primeras y más frecuentes secuelas de la covid-19 fue la pérdida del olfato. En algunos casos, este síntoma fue muy duradero: algunos pacientes, aquellos con lo que se llamó covid prolongado, manifestaron que tardaron meses en recuperar la capacidad de percibir los olores.
La anosmia o pérdida del sentido del olfato suele asociarse a la depresión, el aislamiento personal y el embotamiento emocional (una respuesta emocional reducida), y también con una menor esperanza de vida en comparación con las personas con un sentido del olfato funcional.
Los investigadores Lior Gorodisky y Noam Sobel, del Weizmann Institute of Science de Israel, sospechaban que el olfato y la respiración tienen complejas interconexiones y que la manera de respirar (patrones de respiración) tiene un profundo impacto en la salud, la emoción y la cognición de las personas.
Para demostrarlo e intentar explicar por qué las personas con anosmia tienen más probabilidad de desarrollar ciertas patologías, Gorodisky y Sobel analizaron a 21 personas con olfato y 31 sin durante un periodo de 24 horas en el que controlaron sus patrones respiratorios mediante un dispositivo portátil que medía el flujo de aire nasal.
Descubrieron que, aunque todos los participantes respiraban al mismo ritmo general, los que tenían sentido del olfato habían añadido pequeños picos de inhalación en cada respiración, con un total de unos 240 picos de inhalación más por hora.
Los detalles de la investigación de Gorodisky y Sobel se han publicado este martes en la revista Nature Communications.
Olfato y respiración relacionados
En el estudio, los autores explican que estos picos de inhalación adicionales no se producían cuando se colocaba a los participantes en una habitación inodora, lo que sugiere que esta diferencia estaba relacionada con su sentido del olfato y podría reflejar un intento de explorar el entorno con el olfato (lo que los autores llaman olfateo exploratorio).
Los participantes con anosmia no realizaban este olfateo exploratorio y presentaban cambios en su patrón respiratorio general, tanto despiertos como dormidos.
Los autores también fueron capaces de predecir qué participantes tenían sentido del olfato con una precisión del 83%, basándose únicamente en los patrones respiratorios de los participantes.
Los investigadores sugieren que este cambio en el patrón respiratorio de los individuos anósmicos podría dar lugar a una alteración de la actividad cerebral, lo que podría estar relacionado con algunos trastornos mentales y físicos observados en las personas sin sentido del olfato, en particular la depresión y la ansiedad.
Los resultados ponen de relieve cómo el sentido del olfato puede afectar a los patrones respiratorios humanos, lo que podría contribuir a los resultados negativos para la salud observados en algunos individuos anósmicos.