La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, agitó otra vez la relación con Chile al responsabilizar al país vecino de traer "modalidades delictivas" a la Argentina. Bullrich lanzó la acusación para hablar de la compra de inhibidores de vehículos al otro lado de la frontera para abrir autos y desactivar alarmas del lado argentino. El embajador chileno José Antonio Viera-Gallo lamentó los dichos de la ministra y señaló que "se tienen tonos muy distintos" en ambos países. Desde la oposición al gobierno de Gabriel Boric fueron menos diplomáticos y le apuntaron a Bullrich: "Tiene una fijación con Chile".
La acusación de Bullrich ocurrió durante un encuentro sobre narcotráfico realizado en Bariloche, donde la ministra sostuvo que la "modalidad" de utilizar inhibidores para abrir y robar vehículos llegó desde el otro lado de la frontera, ya que en territorio chileno son "elementos de uso libre, que la gente compra como telecomandos de uso hogareño". Además, la titular de la cartera de Seguridad insistió, sin más precisiones, que se detectaron "otras modalidades delictivas" provenientes del país vecino.
Con las culpas sobre la mesa, Bullrich intentó evitar un conflicto con el gobierno chileno y pidió: "Que no se me enoje Boric, que antes se me enojó, pero esto es cierto". La ministra marcó "esto es cierto", porque en abril había asegurado que en la localidad de Iquique se había encontrado "presencia" de células del grupo armado Hezbollah. Entonces, Boric desmintió a la ministra, envió una nota de protesta a la Cancillería y exigió: "Si tiene antecedentes serios, que los entregue en las instancias que corresponden a la Justicia y que se comunique a través de Cancillería".
Desde el país vecino, las voces contra los dichos livianos de Bullrich llegaron desde todo el arco político. El diputado independiente Tomás de Rementería aseguró que la ministra tiene "una fijación con Chile" y le recordó que "los motochorros son un método muy usado en Argentina, que ahora lo trajeron a Chile". Desde el Senado chileno, el representante del partido Demócrata Cristiano Iván Flores recordó las acusaciones anteriores de la titular de la cartera de Seguridad y exigió: "Espero que en este caso tenga pruebas concretas".
Desde el Gobierno chileno no salieron al cruce de los dichos de Bullrich como en abril pasado ni tampoco como ocurrió con el Ministerio de Defensa --encabezado por Luis Petri, ex compañero de fórmula la ministra--, cuando se denunció la intromisión de la Armada argentina en territorio chileno y la presencia de un vuelo no autorizado sobre el Estrecho de Magallanes.
El que salió a poner paños fríos fue el embajador Viera-Gallo, quien reconoció que a ambos lados de la frontera se manejan "tonos muy distintos", pero que el problema de la seguridad no excluye a ninguno de los dos países. “Hay tres millones de personas que cruzan la frontera, una frontera de 5.700 kilómetros de longitud, hay no sé cuántos pasos (...) Ojalá no hubiera todo esto que estamos hablando, pero los dos países tienen sus problemas de seguridad”, sinceró.
De todas formas, Viera-Gallo también aportó algunos datos respecto de la influencia argentina en materia de seguridad en Chile. "Se ha hablado a veces de que hay un cierto contrabando de armas que viene de Argentina a Chile", dijo y, en otro tramo de su respuesta, agregó: "También había muchachos chilenos jóvenes que eran contratados por el crimen organizado para ayudar a hacer asaltos en algunos lugares en Argentina".
Sin embargo, el embajador valoró "la colaboración permanente entre las policías, con Interpol, y la relación también bastante fructífera entre las fiscalías" de ambos países. "Tenemos una colaboración policial muy estrecha con la República Argentina, con sus autoridades y con las provincias, especialmente con la provincia de Santa Fe, la ciudad de Rosario, que es un puerto donde ha habido mucho narcotráfico, muchos problemas", le dedicó a Bullrich.