El aprendiz                                       7 puntos

The Apprentice, EE.UU., 2024.

Dirección: Ali Abbasi.

Guión: Gabriel Sherman.

Fotografía: Kasper Tuxen.

Música: David Holmes, Brian Irvine, Martin Dirkov.

Intérpretes: Sebastian Stan, Jeremy Strong, Maria Bakalova, Martin Donovan.

Duración: 120 minutos.

Estreno: en salas únicamente.

¿Quién es Donald Trump? ¿De qué agujero salió? A un par de semanas de la elección de la que el mundo entero está pendiente y que puede llegar a consagrar al magnate estadounidense -por segunda vez- como primer mandatario de su país, una película como El aprendiz, que pasó por la competencia oficial del último Festival de Cannes, puede ayudar a entender sus orígenes, allá durante su juventud, cuando supo tomar nota de todas y cada una de las peores lecciones de uno de los personajes más siniestros de las bambalinas de la política yanqui: el abogado Roy Cohn.

The Apprentice se inicia hacia 1973, cuando el playboy Donald, de apenas 27 años, logra ingresar al exclusivo Le Club, un restaurante y club nocturno neoyorquino solo para miembros, que solían ser políticos, jueces, abogados y empresarios: las “fuerzas vivas” de la sociedad estadounidense. El joven Trump (interpretado por Sebastian Stan, el Winter Soldier del Universo Cinematográfico Marvel) llega acompañado por una modelo impactante, pero solo tiene ojos para los hombres del salón, que ostentan lo que Trump anhela: poder.

Hay uno en particular que le llama la atención y con quien no tarda en sentarse a su mesa: el omnipotente Roy Cohn, el más temido de los tiburones de los estrados judiciales neoyorquinos, un “fixer” como llaman en los Estados Unidos a esos personajes inescrupulosos que –por cifras millonarias- se ocupan de blanquear los trapos sucios de políticos, mafiosos y estrellas del espectáculo. Los Trump, por supuesto, tienen mucho para lavar y Donald –como Mauricio Macri, como Javier Milei- quiere demostrarle a su padre que él puede ser alguien y resolver los negocios familiares.

Y allí nomás Cohn le explica al aprendiz su credo, que se reduce a una fórmula tan elemental como eficaz: “Regla número uno: atacar, atacar y atacar. Regla número dos: no admitas nada, negá todo. Regla número 3: no importa cuán jodido estés, nunca jamás aceptes una derrota, hay que darse siempre por ganador”. Racista declarado y feroz anticomunista, Cohn murió en 1986, pero no son pocos los periodistas e investigadores estadounidenses que consideran que su influencia sobre Trump –como la de un vampiro que se resiste a morir- sigue moldeando al día de hoy la vida política de su país.

La película, dirigida sin mayor lucimiento por el todoterreno Ali Abbasi (Criaturas de la noche, Holy Spider), sigue luego otros caminos, menos interesantes, entre ellos la relación de Trump con su futura esposa Ivana (Maria Bakalova), que incluye una escena de violación que motivó acciones legales por parte de los abogados del candidato contra la película. Pero el núcleo de interés de El aprendiz, aquello que la hace atrayente más allá de los problemas de alcoba, es la relación de Trump con Roy Cohn, el auténtico villano de la película, en una notable interpretación de Jeremy Strong (el Kendall Roy de la serie Succession). Con su sola mirada, Strong se las ingenia para meter miedo.

Hay algo de la saga de El Padrino en el modo en que el actor modela y le da hasta cierta dimensión trágica a su personaje, a pesar de ser una figura nefasta por donde se la mire. Esa clase de actores ya no son tan frecuentes en el Hollywood de hoy y sería una injusticia si Strong no resulta nominado al Oscar como mejor intérprete secundario. Para cuando la Academia dirima esas cuestiones, Trump quizás ya sea otra vez presidente, con lo cual esta película menor pero no exenta de interés, puede llegar a ganarse una vida más extensa de lo previsto.