Ni siquiera la pandemia pudo frenar el meteórico ascenso que experimentó Álex Andwanter en Buenos Aires. Tras dejar su impronta en escenarios de la Primera División de la música local como Niceto Club, el Festival Buena Vibra y el Teatro Vorterix, el músico, cantante y compositor chileno actuará en C Art Media (Corrientes 6271) este jueves 24 a las 21. “Es una especie de amor mutuo que tenemos”, afirma el músico pop. “Vengo bastante y me siento conectado con la Argentina. Suelo venir más a la Argentina que a Chile y eso dice mucho. Tengo un pie acá al estar en contacto real y físico, más que redes sociales. Aparte de eso, siento que ha sido un camino bastante natural. Me da la sensación de que los músicos y las músicas de acá medio que me promovieron. Fueron mis agentes de prensa”.
A poco más de un año de la presentación de su último álbum de estudio, El diablo en el cuerpo, el artista vuelve a la capital argentina para estrenar a su sucesor. O más bien al “hermano chico más travieso y ligero”, como bien describe: Dime precioso, lanzado el pasado 24 de mayo. “No estaba en los planes. De hecho, lo hice todo después”, confiesa. “Cuando salió El diablo en el cuerpo, seguí con ese ritmo. Lo que determinó la existencia de Dime precioso fue que venía haciendo muchas canciones”. Esa fertilidad a la que hace alusión el exintegrante de la banda indie Teleradio Donoso no sólo implica a sendos trabajos suyos, sino también a la producción de los discos Tu historia (2022), de Julieta Venegas, y Maquillada en la cama (2023), de Juliana Gattas.
-Estuviste al palo en los últimos tres años. ¿Cómo manejás tus tiempos?
-No me agobio, estoy acostumbrado a hacer muchas cosas. Me entretiene y siempre estoy lleno de proyectos. Cada vez que se publica algo, estoy en cinco cosas más. En este momento estoy viviendo en el año 2096.
Así como El diablo en el cuerpo, lo nuevo de Andwanter está conformado por nueve canciones que se reparten los climas del disco. En tanto la primera parte apunta hacia la música dance, la otra mitad explora diferentes matices del pop. Sin embargo, pese a que no se aleja de la estética sonora del repertorio, la rareza de su quinto álbum recae en el último tema, que es además el que le da título. Se trata de un funk de sazón ochentosa que logra lo inverosímil: fusionar al Luis Miguel de “Un hombre busca a una mujer” con el Prince de “Pop of Life”. “En ese caso sucedió algo especial y es que ya tenía las canciones listas”, evoca. “Se me ocurrió el título del disco e inventé una canción para que lo contuviera. Era un título en búsqueda de una canción, que sintetiza otros estilos del disco. Fue una especie de gesto final”.
-Justamente gestos como ése te dieron fama de ser un artista pop que apuesta más por las ideas que por el hit.
-Tengo claro que mi camino artístico es más una búsqueda personal que de mercado o de tamaño de público. También se puede ir más adentro, que es el camino que no se acaba. Pienso mi trabajo a partir de la comparación con mis pares. La riqueza de la música latinoamericana es que nosotros podemos incorporar a los Pet Shop Boys a nuestro trabajo y además tenemos a Chico Buarque. El ejemplo que siempre di es que crecí escuchando a David Bowie al mismo tiempo que escuchaba a Violeta Parra. Los ingleses no tienen a Violeta Parra, nosotros la tenemos. Para mí es una ventaja poder crear algo artístico distintivo: vengo de Chile, mi padre es brasileño y tengo un pie en la Argentina. Entonces, como que me siento muy enriquecido por Latinoamérica.
La nitidez de ese pop a la latinoamericana que gana cada vez más adeptos coincidió con la mudanza del icono queer de Los Angeles a Nueva York, en 2019. Si bien pareciera una mera casualidad, el cambio de aire decantó incluso en un repertorio que esta vez puso el foco en sacar a relucir las miserias del sistema capitalista. “El diablo en el cuerpo rinde tributo a la cultura dance de Nueva York”, ilustra el artista de 41 años. “Dime precioso, en cambio, tiene que ver con cómo es Nueva York de verdad hoy. Y la Nueva York de hoy no es la misma que la Nueva York del '78 o de los '80. Es ese sentido, es anti neoyorquino. En un principio pensé que era un disco banal, pero en realidad es un disco sobre la banalidad, el individualismo y el materialismo. Todo eso también tiene que ver con la ciudad”.
-En “Dime precioso” cantás: “Quiero cambiar, pero la vida es imposible. Quiero ayudar, pero les pido algo a cambio”. Para bajar eso a una canción hay que estar atento a la realidad. ¿Cómo fuiste juntando y dándole forma a todas esas apreciaciones?
-Mi proceso tiene que ver con caminar por la calle siendo honesto conmigo mismo. Y después, por ahí, me escribo alguna frase en el celular. No soy un romántico con el método. Me propuse hacer un disco que no se tratara de nada. Estaba de ánimo opuesto a lo grandilocuente que fue El diablo en el cuerpo, que es un disco que habla de un montón de cosas. Pero quizás era imposible hablar de nada. En esas canciones intento contar un poco lo que es la vida allá.
-¿Cómo entra en esta narrativa una canción como “París, ¿tal vez?”.
-Ese tema habla de lo absurdo que me resulta todo el mundo soñando con lujos, pero sin saber cómo pagar el alquiler. Al menos para mí, es un poco perturbadora. Creo que el mundo va a un lugar muy oscuro y la vida es una cosa muy maravillosa. En esa tensión está gran parte de a lo que dedico mi trabajo. El arte funciona para explicar, reflejar y refugiarse.
-Amén de reivindicar el significado de cantar y de contar la época, en este disco demostraste que el pop, como dispositivo, también sirve para generar incomodidad. Básicamente, hiciste pop de protesta.
-Le tengo mucho cariño al formato de la canción, es un oficio muy bonito. Y ese contenido social del que hablas tiene una tradición muy fuerte en Latinoamérica. Mi reflexión más pertinente al respecto, que hice hace mucho tiempo, es que esa misma canción podía renovarse estéticamente. No había que hacerla con la guitarra acústica y la barba, era necesario hacer algo nuevo. Me he alejado de esta idea de contenido social porque los mensajes tienen menos impacto que los dispositivos de reflexión. Dime precioso apunta a tener más lecturas que mensajes y es el camino que me interesa seguir, por lo menos por un tiempo.