Boca venció por penales a Gimnasia La Plata en un partido de dimensiones extrafutbolísticas. Fue 1 a 1 en los 90 minutos y 2 a 1 en los penales, donde el arquero Leandro Brey se erigió como gran figura al atajar nada menos que cuatro disparos de los platenses. Pero la nota de la noche rosarina la dio Juan Román Riquelme, quien cuando la cosa pintaba para suspenderse por los incidentes que se desataron en el entretiempo entre ambas hinchadas, bajó de su palco a contener y tranquilizar a los muchos barras de su club en una escena que perdurará en las historia.
Cuando los equipos estaban en la cancha para el segundo tiempo se desató el caos. Desde la bandeja superior de una de las plateas, donde había hinchas de Boca, comenzaron a arrojar butacas al sector donde se hallaba el grueso de los fanáticos de Gimnasia, que intentaron romper un alambrado para generar un enfrentamiento.
Esa actitud provocó que la barrabrava de Boca derrumbara un portón y se pasara a la platea, lo que generó un cara a cara con los policías apostados en el cordón. Riquelme, presidente de Boca, llegó al lugar para pedirle a la barra que retrocediera.
Enardecidos, los fanáticos de Gimnasia comenzaron a sacudir el alambrado y a lanzar carteles del otro lado. Ante la efervescencia, la policía disparó balas de goma y algunos cartuchos de gases lacrimógenos. Allí, los jugadores se acercaron a la platea para evitar que siguiera la reacción; incluso algunos patearon algunas pelotas a los oficiales y se acercaron a las tribunas para pedir calma.
Pero todo empeoró. La barra de Boca, ante el intento de invasión de los de Gimnasia en un sector que ocupaban seguidores auriazules, tiró abajo un portón y se metió en la platea, con el fin de cruzar la cancha y llegar frente a frente con sus adversarios. Pero se topó con el cordón. En consecuencia, empezaron a volar proyectiles hacia las autoridades, que respondieron con gases y postas de goma.
Riquelme irrumpió en la platea y se puso entre la barra y la policía. Acompañado por otros ídolos como Chelo Delgado, Raúl Cascini y Mauricio Serna, con gestos le pidió a los violentos que volvieran a su lugar, jugándose el cuero entre la policía y los violentos. Luego de varios minutos de charla, lo fue consiguiendo, más allá de que la tensión continuó. Fue verdaderamente impresionante.
El árbitro Baliño entendió que estaban las condiciones para seguir y se inició la segunda etapa mientras Riquelme se retiraba entre los hinchas de Boca, quienes le tocaban la cabeza como si se tratara de un mesías.
Casi que lo futbolístico había quedado a un margen. Boca estaba arriba en el marcador gracias al gol tempranero de Aaron Anselmino (a los nueve minutos) y todo parecía estar encaminado para una noche 100% xeneize luego de lo ocurrido con su mandamás.
Pero la reacción de los jugadores de azul y amarilla en la segunda parte no rimó con la valentía de los exfutbolistas en la tribuna. Cuando se jugaban 66 minutos, el arquero de Boca salió mal a cortar un tiro de esquina, la pelota lo superó, rebotó en la espalda de Rojo y se terminó metiendo en el arco.
A partir de ese momento ninguno de los dos pudo desequilibrar, a pesar de que Boca estuvo un poco más cerca de convertir, y todo desembocó en los penales, donde Brey se redimió de su macana y mucho más que eso.
De Blasis arrancó por Gimnasia y ese fue el único acierto del Lobo. Luego, todos chocaron con el joven arquero (Castillo, Troyansky, Morales y Salazar) mientras que por Boca embocaron Rojo y Figal y fallaron Merentiel y Milton Giménez. Brey incluso definió la serie al atajar el quinto y darle su primera alegría a Fernando Gago en una noche difícil de olvidar.