La música de Franco Fontanarrosa siempre está en expansión, con mucho y a la vez; lo confirma siempre que inicia un diálogo: “Estoy con ocho mil cosas, ¡pero contento!”, dice. La cantidad de los proyectos en curso no erosiona la felicidad, es condición necesaria. En este sentido, bien puede decirse que la música de Franco Fontanarrosa es feliz. Y eso, dirá el músico, es algo que se escucha desde el escenario. Este sábado a las 21, el Petit Salón de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085) recibe a La Mujer Barbuda, el cuarteto que Fontanarrosa (bajo y composición) integra junto a Nicolás “Mu” Sánchez (guitarra), Martín Pantyrer (saxo barítono y clarinete bajo) y Lulo Isod (batería).
“La semana pasada estrenamos un grupo, Locoto, junto a Facundo Guevara, un prócer de la percusión, y Alejandro Franov en piano. Es un grupo instrumental, con cierta orientación folclórica, algo bastante novedoso para la música de yo suelo hacer. Estoy con Nico Sorín en Piazzolla Electrónico, y también en Impresionante, otro grupo que tengo con Nico, con el que fuimos a tocar hace poco al Pasaje Pan. Y también con otras cosas aledañas, que están dando vueltas”, comenta Franco Fontanarrosa a Rosario/12.
-Siempre moviéndote en un mundo amplio y diverso.
-Sí, y estoy contento con lo de Locoto, porque es una formación nueva, con piano y percusión en lugar de batería. Siempre tratando, como se dice, de salir de la zona de confort, para hacer alguna cosa nueva, que te agregue algún desafío.
-En ese sentido, ¿cuáles son los desafíos que existen en La Mujer Barbuda?
-En primera instancia, no sé si serían desafíos, sino que hay algo principal, y es que al día de hoy me sigue gustando muchísimo el grupo y la música que hacemos; y todos los integrantes son hermanos míos de la vida, es gente que quiero muchísimo y con la que espero poder tocar hasta el día de mi muerte. Esa es la razón principal por la cual el grupo va a seguir siempre. Es un grupo que tiene bastante intermitencia en su actividad, no estamos haciendo música nueva, pero se trata de un grupo que ya tiene tres discos editados y un EP, con un repertorio de temas bastante grande. Hace un tiempo me di cuenta de que a algunos temas viejos no los tocamos hace mucho; ahora, justamente, mi plan en los conciertos es empezar a resucitarlos. Es lindo, de repente, estar tocando algunos temas que compuse cuando tenía 20 y pocos años. Quizás el reto tiene que ver con cómo los hacemos hoy, de qué manera los vamos a interpretar; es decir, agarrar temas viejos, reversionarlos y hacer algo nuevo.
-Así como cuando entre amigos se recuerdan anécdotas y se cuentan viejas historias.
-Yo soy un músico muy amiguero, a mí me gusta tocar con amigos, y si armo un proyecto rápidamente me gusta hacerme amigo de la gente. También porque soy de la idea de que eso se escucha. Para mí, se escucha cuando una banda es una banda de sesionistas que está laburando, y cuando es una banda de gente amiga que se está cagando de la risa. Sobre todo en el jazz o la música que tiene improvisación, donde hay camaradería, complicidad y confianza en el otro, para poder tocar desde ese mismo lugar.
-En las influencias de La Mujer Barbuda se cruzan referencias no solo musicales; ustedes mencionan, entre otros, a David Lynch, William Burroughs y Jackson Pollock.
-Eso está hasta de manera involuntaria, siempre me ha pasado que la gente cuando escucha mi música dice que es muy cinematográfica, que le trae muchas imágenes; entiendo que eso tiene un poco que ver con que sea instrumental. La música cantada de alguna manera te baja a un lugar un poco más concreto, mientras con la música instrumental cada uno puede flashear lo que quiera. Yo siempre lo he sentido así. Entiendo que también debe tener que ver, en parte, por mi viejo, por haber tenido mucha influencia gráfica desde chico; hay algo de todo eso que evidentemente se filtra cuando toco.