Finalmente, el premio Nobel de Economía no fue para Luis Caputo, como había pedido Milei. Le dieron la copa de leche: el premio a “ministro de economía del año”, otorgado por la revista LatinFinance. ¿Qué mérito hizo Toto?
No dolarizó, ni siquiera sacó el cepo. Se limitó a overshootear el tipo de cambio y después lo puso a dormir la mona en un crawling peg. Nada que no se haya visto antes desde Martínez de Hoz para acá. Siempre terminó mal. Milei, como Ramón Díaz, saliendo escoltado y dijo “…yo no devalué”: "Me causan gracia los comentarios de analistas diciendo `Milei devaluó'. La devaluación estaba ahí. Era cuestión de sincerar".
Un verdadero sincericidio cometió en el Coloquio de IDEA, al reconocer, con cinismo o torpeza, que “era importante hacer el ajuste durante vacaciones, para que la gente no se enterara tanto”.
Canchero como Ramón, dijo que sería buena una deflación. “¿Por qué es malo que haya deflación si la deflación es una forma de devolución de ingresos al resto de la población? Sí, obvio, en contra del Estado. Eso está muy bien”. Parece no haber desentrañado todas las consecuencias de la deflación.
Como explicaba Keynes, si los precios de los activos caen, los deudores tendrán dificultad para devolver los préstamos, sus mercancías valen menos que al momento de hacer la inversión. Ni el remate alcanza, pues los activos hipotecados se desvalorizan también. Los bancos son arrastrados por esos impagos.
El superávit fiscal fue a costa de los jubilados y de la obra pública. Los austríacos, tan devotos de los análisis intertemporales, prometen con la canciller Mondino la muerte inminente a los jubilados, pero al menos deberían traer a valores presentes el costo del abandono de la obra pública. Tras beneficiar con un blanqueo a los evasores, el tiro de gracia a la recaudación fue dinamitar la AFIP.
La basura escondida debajo de la alfombra del BCRA la puso arriba de la mesa del Tesoro. Con una recaudación renga por la recesión y manca por la amputación de la AFIP, los bancos deberán sostener al mayor deudor del sistema que quemó las naves de la emisión. El BCRA no puede quebrar, pero puede cerrar, como volvió a amenazar Milei en la cara del anfitrión, para traer previsibilidad.
En ese cierre por liquidación, rifaron las reservas de los primeros meses del año. De cara a un default solo han conseguido los puchitos habituales de organismos internacionales. Del FMI solo ligaron la baja de tasa de sobrecargos, toda de Guzmán, hace cuatro ministros de economía atrás.
Caputo no ganó el Mundial, ganó el intercountry sudaca organizado por una revista yanqui. Reconocieron que “la pobreza ha aumentado bajo su dirección”. Y creyeron que el ministro “planea recortar impuestos”, pero a sus suscriptores deberán pedirles el 21% más para pagar el nuevo IVA a la prensa.
Lo hicieron acreedor del premio, pero en realidad es deudor. Toto siempre es deudor. Lo va a tener que devolver cuando todas estas variables que tiene pisadas se le sinceren de golpe.