La mujer cura pacientes y descubre un don que ignoraba, la manera de hacerlo es sexual y el lugar, un hospital público. Algo urgente la moviliza, dar mejores condiciones de vida a su hija. Suavecita es el unipersonal que escribe y dirige Martín Bontempo para la actriz Camila Peralta, y vuelve a Rosario este domingo a las 19.30 en el CEC (Paseo de las Artes y el río). “El talento de Camila en el escenario es descomunal, interpreta esta historia con total ternura y entrega. Me emociona cada vez que la veo actuar y hacer el personaje que alguna vez pensé”, comenta Martín Bontempo a Rosario/12.
“Hay algo que pasó con el público, y con el riesgo que toma la obra para hablar de estos temas. Paradojalmente, nos pasa que, al trabajar con la ironía de la creación de un santo pagano, de verdad empieza a haber devotos de la obra y del personaje. Lo veo en cierto público reincidente, en gente que viene muchas veces a ver la obra, que la milita y la pregona. Veo eso en el devenir de las funciones y con el recorrido que ya tenemos, de más de un año, y de haber pasado por diferentes salas y tipos de sala, arrancamos en una sala independiente y ahora estamos en el teatro comercial en calle Corrientes”, continúa.
-Se confunde lo que la obra pone en escena en la relación con el público, nada mejor.
-Creo que tiene que ver con que la obra instala convenciones bien propias del lenguaje teatral para contar su historia; el unipersonal no transcurre en un solo lugar, sino en un hospital público, en un barrio, en un cementerio, se hacen un montón de personajes. Está llena de esos recursos, es como el teatro por el teatro.
-Hay experiencias tuyas y cercanas al mundo que se recrea; no sé en el caso de Camila.
-A mí me tocó de cerca vivir algunas cuestiones, que tal vez a Camila por suerte todavía no; esa diferencia de haber transitado en un lugar y otro, tal vez hizo que se pudiera poner mucho más ahínco a los detalles, para transmitírselos también a ella. Por ejemplo: “Che, esto huele a tal cosa”, porque el hospital público a mí me huele de determinada manera. Tuve situaciones familiares, pero también trabajé muchos años en una empresa que vendía productos médicos, fue mi primer trabajo cuando salí de la secundaria, nueve años recorriendo todos los hospitales del conurbano de Buenos Aires. Estaba todo el tiempo en contacto con esos lugares, por momentos un poco sórdidos, un poco llenos de vida y llenos de muerte a la vez. Haberlos transitado hace que uno tenga ciertos niveles de detalle y de verdad que la gente valora y aprecia; si pasaste por esa situación, podés ver a los personajes que enuncia Suavecita como parte de la fauna del hospital: el que vende café con el carrito, la chica del baño público con una mesita y rollos de papel higiénico, las enfermeras en su cuartucho teniendo relaciones con médicos; hay un montón de cosas que convergen, y algunas me las contaron de muy primera mano. Eso creo que le da textura y verosimilitud a la fantasía que también plantea el personaje.
-Está también la cuestión de que el personaje sea una trabajadora sexual.
-La realidad es que la obra toma al personaje desde un trabajo que podría ser otro. Tanto Camila como yo tenemos una postura sobre el trabajo sexual, y obviamente que tuvimos dudas durante los ensayos; en mi caso, por ser un hombre que habla de una mujer que es trabajadora sexual, en condiciones realmente deplorables. Sin embargo, desde el lugar donde se para la obra, dejamos clara nuestra postura, no hay un banderismo con eso y me parece que es algo que se agradece, por el hecho de que te permite disfrutar mucho más del personaje como de lo que le pasa. En este caso, es una mujer y es una trabajadora sexual, pero podría haber sido otro trabajo y ella haber descubierto de todas maneras ese poder milagroso; lo descubre cuando empieza a trabajar con enfermos, no es algo que conociera previamente.
-Y está la preocupación por su hija.
-Es madre soltera, tiene que intentar resolver de alguna manera el ingreso y encuentra en el trabajo sexual una salida a esa miseria. Lo que me parece que la gente agradece también -esto ya lo puedo decir en función de todas las devoluciones y comentarios que hemos recibido-, es el hecho de que nos hayamos anclado en una ternura muy exacerbada del personaje, que hace que todo lo que vive, a pesar de ser un mundo cruel y hostil, resulte un poco más amable. Y es lo que creo permite que aparezca la risa; la obra es extremadamente graciosa y la gente se ríe mucho. Esa distancia que tiene la obra sobre las situaciones, hace que la gente lo pueda disfrutar y la risa, si bien es incómoda, termina funcionando como una especie de válvula de escape. Si alguno pasó alguna vez por la situación de tener un enfermo terminal cercano, hay algo de sanación para esa gente.