Continúa -como todos los martes- el Ciclo de Cine y Diversidad Sexual organizado por el Suplemento SOY y el cine Cacodelphia. Este martes 29 de octubre a las 19 la pantalla del Cine Arte Cacodelphia, ubicado a metros del Obelisco porteño, se ilumina con la proyección de Breve historia del planeta verde, una aventura intergaláctica de ciencia ficción escrita y dirigida por Santiago Loza. La película será presentada por la actriz, conductora y columnista de este diario Florencia de la V.
Para adquirir entradas hay que ingresar al sitio de Cine Arte Cacodelphia.
En el film, un trío dinámico y queer interpretado por Romina Escobar, Paula Grinszpan y Luis Sodá emprende un viaje inesperado para conducir en secreto a un alienígena al lugar en donde fue encontrado por la abuela de una de ellas, repentinamente fallecida, dejando como legado el mapa para devolver a la criatura cuando llegara el momento. La película, estrenada en 2019, gozó de un amplio recorrido y éxito por las salas de cine locales e internacionales, cosechando proyecciones en festivales, importantes premios y menciones varias. Entrevistado por este medio, su realizador recuerda con ternura y nostalgia las peripecias de la producción del film que, luego de haber pasado por una pandemia mundial, la llegada de la ultraderecha al poder, y el desfinanciamiento del INCAA y de toda institución ligada a la cultura, ahora le parece como un sueño muy lejano.
"Debe ser otro tipo de vida, no como la que conocemos". La película comienza sumergida en el maravilloso mundo del arte y el espectáculo trans, con sus maquillajes, tacos aguja, modos inigualables de andar, los movimientos en la pista y los entretelones de la noche queer porteña en un boliche cualquiera. Este inicio es, sin duda, una carta de presentación: desde el vamos, Breve historia del planeta verde va a dedicar su tiempo y su devenir a explorar las vidas vividas por fuera de toda normativa heterosexual, proyectando existencias brillantes, fluidas, nocturnas e identidades salvajes que rompen las pistas escapando a la luz del día y a sus insoportables rutinas, tradiciones y costumbres.
Pero no todo es color de rosa (o verde), y en el after de la glamorosa velada, Tania, todavía con sus maquillajes intactos y sus ojos de gato relucientes, recibe un llamado inesperado por el cual se entera de que su amada abuela falleció el día anterior. Ya de día, transitando el mundo en su versión opaca y gris, comienza verdaderamente esta odisea que inclusive aún sus tres protagonistas desconocen por completo. Acompañando el duelo de Tania ahora en viaje hacia los pagos de su abuelita, tal como ella la nombra, Daniela y Pedro se unen hacia el encuentro de los familiares cercanos que darán sepultura a su ser querido, y el largo viaje en micro los acerca al destino de las aventuras más extrañas e inimaginables por venir.
Con un inconfundible clima del cine de aventuras extraterrestres de la década del '80 y una fuerte poética que remite orgullosamente a algunas producciones del cine de Clase B, la película de Santiago Loza se sumerge en las fantasías marcianas de una amistad explosiva que se empodera sumando intensidad a medida que los sucesos se desvían más y más de toda linealidad. Así, crea una historia interplanetaria de supervivencia, melancolía y redención en la que abundan las situaciones absurdas y, sobre todo, oníricas. Ganadora de dos premios Teddy en la prestigiosa Berlinale de 2019 como “Mejor Película” y el “Teddy Reader’s Award-Berlinale”, esta odisea penetra en el corazón de una marginalidad por demás tierna, que busca redimir las opresiones de este mundo para proponer soñar con otros posibles, tan distantes como deseados por sus protagonistas. En diálogo con Página/12, Santiago Loza recuerda anécdotas, corridas, castings, desafíos y experiencias de una película llena de satisfacciones, realizada en una época no tan remota pero que hoy parece que fue hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana.
-La película tiene una hermandad con cierto cine de ciencia ficción de los '80 como E.T. o series actuales pero nostálgicas como Stranger Things. ¿Pensaste en referencias explícitas a la hora de realizarla? ¿Qué influencias o imaginarios posibles trabajaste en relación a ese tipo de cine?
-En el momento en el que se hizo la película, cuando comencé a pensarla, sí había una relación directa con cierto tipo de cine que había visto en los años '80, sobre todo un tipo de cine de películas como E.T., o un cine que tenía que ver con el descubrimiento y con el asombro, y también con el cruce con otros films que interrumpieron después, un tipo de cinefilia relacionada con un cine más contemplativo. Me interesaba pensar cómo podía ser algo de ese cine pop desde mi mirada. También hubo otra obra en la cual pensé en aquel momento, que era Cielo líquido, una película punk rusa que pasaba en Nueva York y tenía cierta precariedad en su factura pero también mucha conmoción en lo visual. Me daban ganas de transitar algo de todo eso.
-¿Cómo fue el proceso para encontrar estos actores y actrices que interpretan esos personajes tan adorables, tan "perdedores hermosos"?
-Escribí el guion y tenía ya como una primera versión, y conocía a Paula Grinszpan sobre todo del teatro, de una escena combativa, que es mi otra actividad: trabajo en teatro. A Luis Sodá también lo conocía de la danza y de la performance, y a Romina Escobar me la recomendó Rubén, que era mi terapeuta de ese momento; él trabajaba en Nexo y que la conocía. Me junté con ella a tomar un café y lo grato del encuentro fue inmediato, y me pareció que iba a ser la protagonista ideal. Después tuvieron que esperarme, primero a que escribiese el guion -lo hicieron y creyeron en la película-, y después el tiempo que demandó el laberinto de financiación para que pudiera ser un hecho. Fue un proceso largo y fueron muy fieles en esa espera, acompañando siempre.
-¿Qué conexiones hay en el film entre la identidad trans, las identidades queer de los personajes y la identidad alienígena?
-En la película es bastante directa esa conexión, no sé si con lo trans sino con el hecho de no sentirse parte de la norma o de lo establecido. O sentirse con derecho a la rareza, con derecho a ser mostra. Me parece que algo de eso la película lo toma, y la metáfora es bastante directa y simple: hay algo que tiene que ver con esa sensación que quizá tienen los tres protagonistas desde muy temprana edad, de sentirse un poco alienígenas. Eso lo representa, supongo, ese periplo que hacen, ese camino que van transitando.
Breve historia del país gris
Con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales totalmente desfinanciado y un permanente discurso violento por parte del gobierno hacia la institución y la cultura en general, plagado de falsedades y acompañado de un ejército de trolls que agitan en las redes sociales contra el cine nacional, Loza comenta que se hace muy difícil, sino imposible, sostener algún proyecto sin la posibilidad de financiamiento. Algo que, por supuesto, constituye un derecho básico para exista el cine y para que, a su vez, los públicos puedan acceder a una oferta cultural diversa.
Frente a la reiteración de las infantiles y absurdas críticas de parte del oficialismo dirigidas a todo el espectro cultural, basadas en situaciones inventadas para denostar las producciones locales, hace falta recordar que Breve historia del planeta verde y muchas otras de las películas y obras teatrales de Santiago Loza fueron proyectadas y estrenadas en salas prestigiosas de todo el mundo. También se debe recordar que acumularon premios, reconocimientos y menciones, como la mini-serie televisiva Doce Casas, ganadora del Martín Fierro, y la premiación en los festivales más variados como la Mención Especial del Jurado en Competencia Argentina del BAFICI, el Premio No Oficial a Mejor Película otorgado por ACCA - Asociación Cronistas Cinematográficos Argentina, las proyecciones y reconocimientos en el Festival de Cannes, el Festival de Rotterdam, el Festival de Locarno, o los dos premios Teddy que se trajo entre ovaciones y aplausos en la 69.ª edición de la Berlinale.
-¿Estás con algún proyecto en curso?
-Estoy trabajando con algunos guiones pero el contexto de producción, con un INCAA desfinanciado, la verdad es que hace muy complicado pensar en cómo seguir. Todas las películas que hice, o la gran mayoría de ellas, tuvieron un apoyo en algún momento de la producción, un apoyo del INCAA, y pude hacer lo que hice con ayuda de organismos estatales. En este momento, porque me parece que corresponde defenderlo porque la cultura es un derecho, estamos en una situación que parece surrealista, estar hablando de vuelta de la defensa de derechos básicos. Tengo unos proyectos, pero estoy viendo, analizando, pensando, a veces con más ilusiones y otras veces más escéptico, aunque es muy difícil hablar de algo concreto ahora.
-Parece la cara opuesta a la experiencia de Berlín y a los premios Teddy que ganó la película en 2019.
-La experiencia de la Berlinale fue muy hermosa. Llegamos como llegan muchas películas: con la lengua afuera, con lo justo en la postproducción y con mucha fatiga. Nos habían confirmado la participación a último momento, fue todo medio a las apuradas, pero también de la misma manera en la que se había hecho la película: así, un poco con cierta vulnerabilidad en cómo llegamos a presentarnos en el festival. Lo que pasó en esos días fue que la reacción del público fue súper linda. Sentíamos que la gente se apropiaba del film, que sentían que había cierta unión que tenía que ver con uniones que se daban en la comunidad queer, y había mucha identificación y mucha alegría. Romina pudo estar esos días, acompañar, y fue una experiencia hermosa que se coronó cuando ganó dos Teddy, el premio de la crítica y el de la mejor película. Todo fue una fiesta, algo súper grato que además posibilitó que tuviera mayor circulación por festivales queer. En algunas proyecciones estuve, como en la del Festival de San Francisco, que fue muy linda. Después ganó unos premios en el Festival de Cine Fantástico de Sitges como la "Mejor película queer". Fue muy lindo el camino que hizo, una película tan pequeña y tan extraña, de alguna manera, y que tuviera ese recorrido. Súper lindo.
-Ahora que la película vuelve al cine el próximo martes en el Ciclo de Cine y Diversidad Sexual, ¿qué pensás que puede aportar hoy, luego de la pandemia, y de los cambios de gobierno y de políticas de derechos de las minorías?
-A la película la considero con todo lo que sucedió después, porque hizo todo ese recorrido pero luego entró la pandemia, y después de la pandemia esta llegada de la ultraderecha. Entonces, lo que me pasa es que la veo como algo lejano, algo súper lejano en mi vida. Y al mismo tiempo, si la pienso, me parece que algo se ha vuelto más acuciante. Los tres personajes de la historia hacen un camino en el que por momentos está el peso de la mirada, del odio, de ciertas frases, de cierta tensión, y al mismo tiempo la película es una fantasía: es la posibilidad de instaurar la fantasía dentro de ese ámbito de tensión, de presión y de opresión, como el triunfo de la necesidad de la unión y la fantasía. Me pasa que algo de eso creo que se ha vuelto crudo, más acuciante y que sigue siendo vigente. Este “Breve historia” tiene cierta inocencia y a su vez cierta insolencia. Quizá no le viene del todo mal a estos tiempos tan oscuros que estamos atravesando.
-¿Qué se quedó pegado a vos?
-Lo que me queda de la película como un recuerdo muy adorable es que hay una gran parte que se hizo en Tierra del Fuego, lugar que no conocía y que conocí filmándola, y en ese momento fuimos con el equipo en otoño a ese lugar tan especial. Estaba Romina y también estaba la bebita que acababa de nacer de Paula, y había como algo de una pequeña comunidad particular que se armaba para contar este cuento que se quería contar. Y se sentía como una dicha, algo de una comunidad un poco bizarra y al mismo tiempo alegre, que es algo que a mí siempre me conmueve del cine: el por qué un grupo de gente se junta a poner todos sus esfuerzos en algo que no saben bien del todo qué es lo que va a resultar. Tengo esos recuerdos en los que hay algo de lo gracioso, de lo conmovedor y alegre en medio de ese paisaje tan particular, que ahora me cuesta no recordarlo como si fuera como una especie de sueño que ocurrió hace mucho tiempo, en otra vida.
Breve historia del planeta verde se proyecta el martes 29 de octubre a las 19 en el Cine Arte Cacodelphia, Av. Roque Sáenz Peña 1150.