Vida en transición, de la poeta y autora estadounidense Diana Goetsch, se presenta el 28 de octubre a las 18 hrs. en Dain Usina Cultural. Traducido por Inés Garland y Jimena Ríos para su publicación en español por Salta el pez ediciones e ilustrado por Marcelo Morán, este libro es una serie de ensayos en forma epistolar donde la autora relata su transición y los modos en que este proceso no remite solamente a personas de la comunidad trans.
La escritura de Diana Goetsch pone de manifiesto el poder de esta disciplina. No es la vuelta al orden pre-transición lo que busca la autora, o no ese orden impuesto donde la sensación de control fuerza a que nada se confunda. De todas formas “todxs estamos en transición”, dice la autora. La escritura de Diana es fiel a la práctica meditativa, con reflexiones suaves pero contundentes nos invita a escuchar y pensar en las construcciones propias, en los lugares vacíos donde las respuestas florecen, ese lugar donde solo existe la poesía.
En diálogo con Soy, la autora se refirió a su vínculo con la escritura.
¿Creés que existe una escritura trans? ¿Cuáles son sus características?
Diana: La “escritura trans” existe porque existen escritores trans. En Estados Unidos hay escritores trans exitosos en todos los géneros; escritores de ficción como Jeanne Thornton y Torrey Peters; críticos culturales como Julie Serrano y Lucy Sante; periodistas como Samantha Allen y Masha Gessen; así como historiadores, poetas, filósofos. Yo misma he publicado ocho colecciones de poesía, una memoria y docenas de columnas y periodismo destacado. Por supuesto, hubo algunos que nos precedieron, como el historiador Jan Morris, y no hay duda de que hubo muchos otros escritores trans a lo largo de la historia que no se declararon trans ni ante ellos mismos ni ante los demás. Es muy posible, por ejemplo, que Ernest Hemingway fuera trans (muchas personas que conozco piensan que sí, y hay buenas razones). Pero creo que su pregunta (“existe una escritura trans”) es si existe algún estilo o escuela de “escritura trans”, algún conjunto de características que sean identificablemente trans, como ocurre con las feministas, los existencialistas o los simbolistas franceses. Hay quienes piensan que sí, pero creo que es demasiado pronto para decirlo. Las personas trans somos antiguas, pero somos nuevas como comunidad generalizada y consciente de sí misma, y no hemos podido llevar una vida viable como artistas durante mucho tiempo. En este momento todavía nos estamos escribiendo a nosotros mismos para existir. Podría haber obras maestras individuales, pero estamos lejos de un renacimiento trans.
¿Creés que, incluso si no hablamos de política, nuestra escritura es política debido a nuestra identidad de género?
-Probablemente eso sea cierto. Cuando eres una minoría oprimida, todo lo que escribes será visto a través de una lente política. Incluso si escribo un soneto de amor sencillo, se considerará que la calidad de la escritura refleja bien o mal a las personas trans, un poema bueno o malo que atestigua cuán “humanas” son o no las personas trans, lo cual es absurdo. Al mismo tiempo, considero que toda escritura es política de una manera mucho más profunda: cada acto de escritura, incluido un poema de amor –o especialmente un poema de amor– presenta la visión de un autor sobre las relaciones humanas y cómo funciona el mundo. Eso es filosofía y también es política. Cada gran escritor tiene una visión única de cómo funciona el mundo, y estar en sus páginas es estar en su política. El problema que enfrentan los escritores trans (y debería decir escritores trans en los EE. UU., porque no sé cómo es en Argentina y en otros lugares) es la estrechez en la forma en que los editores nos ven y comercializan, como si estuviéramos confinados a política de género. Antes de que saliera como trans, escribí sobre todos los temas bajo el sol. Todavía lo hago, pero ahora se considera o se espera que todo lo que escribo tenga que ver con el género, es una mierda.
Vida en transición es una compilación de ensayos/cartas que comenzaste a escribir para contarle a tus amigxs sobre tu transición, pero otras personas comenzaron a empatizar con vos aunque no fueran trans. En el primer capítulo decís que esto ocurre porque “Todes estamos transicionando”, ¿creés que el trabajo de unx escritor es tener un efecto en lxs lectorxs?
-Sí, y yo añadiría a eso la palabra “emocional”: el trabajo de un escritor es tener un efecto emocional en el lector. La emoción puede ser fascinación, horror, comicidad o romper el corazón del lector, pero si no mueves emocionalmente a un lector de “A” a “B”, estás cometiendo una mala práctica como escritor. Y no estamos hablando de sentimentalismo barato; eso realmente aburre a los lectores, como un chiste mal contado. Creo absolutamente que todo el mundo está en transición o en una encrucijada de algún tipo, siempre. Eso es lo que hace que las personas quieran emprender un viaje cuando leen: buscan ayuda con sus propios viajes. Los escritores trans podrían ser de gran ayuda para la gente en general; después de todo, "trans" implica "tránsito". Sabemos mucho sobre el cambio, lo que los budistas llaman impermanencia, y es el destino de todos nosotros.
En uno de los ensayos escribiste sobre sentirte parte de la comunidad. ¿Esperás que tu escritura fortalezca los lazos con la comunidad trans?
-Recuerdo una frase de Maurice Merleau-Ponty que leí en la universidad: “El hombre no es más que una red de relaciones, y sólo éstas le importan”. Obviamente eso se me quedó grabado y lo creo. Pero la gente en Estados Unidos es muy individualista y no tan buena en comunidad, y Nueva York puede ser una ciudad particularmente solitaria. Y las personas trans son algunas de las más aisladas del planeta. Esto se aplica especialmente a las personas trans mayores. El aislamiento era un instinto de supervivencia, aunque no estar en comunidad, no estar con tu gente, es su propia forma de muerte. Vida en transición no comenzó como un libro, sino más bien como una carta mensual que enviaba a las personas que amaba, muchas de ellas lejos de Nueva York, informándoles sobre mi transición. Me brindó un sentido de comunidad (muchos de ellos me respondieron y me informaron sobre ellos)
¿Qué efectos tuvo ese ejercicio sobre vos?
-Alivió mi miedo y mi soledad, especialmente mis temores sobre la transición. Cuando Vida en transición se convirtió en una columna semanal en la revista The American Scholar, ya había escrito once cartas de actualización. Acepté hacer la columna semanal no para la comunidad, sino por una razón diferente: quería que el público en general viera escritos de calidad, en una revista de calidad, realizados por una persona trans. Había muchas personas que no sabían sobre las personas trans, pero lo principal que quería que supieran es que somos capaces de alcanzar la excelencia. La gente lo olvida cuando eres una minoría oprimida. Estás tan ocupado luchando por la igualdad, por tus derechos básicos y por la humanidad, que es posible que otros no consideren tu excelencia. Entonces, si bien las cartas trataban sobre la comunidad, la columna era más literaria. Y ahora que Vida en transición es, por primera vez, un libro encuadernado, no sé qué significará el libro ni qué pasará. Pero siempre me vendría bien tener más comunidad; a todos nos vendría bien. Si no somos “nada más que una red de relaciones”, pero no nos sentimos lo suficientemente comunitarios, existe una brecha tremenda. Quizás llenar ese vacío, una y otra vez, sea lo que le dé sentido a nuestra vida.