Desde Montevideo
La política uruguaya es como el mate. Un ritual robusto, transversal a las clases sociales y que combina diálogo con cortesía sin suprimir las diferencias. Los partidos son fuertes, más allá de los vaivenes electorales. Se percibe en las calles donde frenteamplistas, blancos y colorados conviven en armonía. Incluso con la extrema derecha que reivindica al prócer nacional, Artigas.