A las 12.25 del martes 17 de octubre el suboficial Rodolfo Altamirano encontró el cuerpo sin vida de Santiago Maldonado. Pocos minutos antes, uno de los dos gomones que navegaba por el río Chubut se dio vuelta y sus tripulantes cayeron al agua. Entre ellos estaba Matías Santana, el joven testigo mapuche y una de las últimas personas que vio al mochilero, quien desde el inicio del procedimiento llevaba una cámara fotográfica y había hecho varias tomas. Pocos días más tarde, la recuperaron y verificaron que el material estaba intacto. De hecho, el anteúltimo fotograma de la secuencia ya dentro del río, que Página/12 publica en exclusiva, es de las 12:15 y demuestra que si el bote no se daba vuelta Santana habría podido fotografiar el momento del hallazgo. No hay registro de esa escena porque el buzo que llevaba la cámara GoPo en su cabeza estaba de espaldas, y el fotógrafo de la división Criminalística de la Policía Federal llegó recién a las 16 al operativo ordenado en el marco de la causa abierta por la desaparición forzada de Maldonado.

La jornada había comenzado muy temprano y tuvo no pocos momentos de tensión, que hicieron eclosión cuando apareció el cadáver flotando apoyado en una fina rama de sauce. Según pudo reconstruir este diario, poco antes del hallazgo, la comunidad, Sergio Maldonado, su compañera Andrea Antico y los miembros de la APDH Mabel Sánchez y Julio Saquero vivieron momentos de zozobra. “Era tremendo, el que no aparecía era Matías”, había dicho la vocera mapuche Soraya Maicoño. Más tarde sabrían que en realidad el joven, acostumbrado al río, tuvo que socorrer a uno de los buzos que pedía auxilio. “Fue todo muy extraño, era inverosímil que uno de Prefectura se estuviera ahogando pero así fue, todos mojados en el agua congelada, y al rato aparece el cuerpo”, comentó una fuente que participó del operativo. 

En el gomón donde estaba Matías también había navegado al principio Sergio Maldonado, pero luego se bajó para seguir la búsqueda desde la costa, donde los 22 efectivos se habían dividido en tres grupos integrados por bomberos con perros adiestrados llegados de varias provincias. A su vez, en el agua, uno de los botes de goma a motor iba río abajo y el otro en sentido contrario, acompañando a los buzos que rastrillaban por séptima vez el río Chubut. Santana llevaba una cámara prestada, que cuando el gomón volcó se mojó y dejó de funcionar. Pero cuando se secó pudieron rescatar el material. La última foto es, simbólicamente, negra.  

Hace poco más de un mes “se halló un cuerpo sin vida en el río Chubut, aproximadamente a 300 metros río arriba desde el epicentro del conflicto que se desarrolló el día 1 de agosto de 2017”, cuando Gendarmería avanzó a reprimir en territorio mapuche luego de haber desalojado la ruta 40, donde miembros de esa comunidad junto a Santiago reclamaban por la libertad del lonco Facundo Jones Huala. La confirmación de la identidad vino recién el 20 tras la autopsia, pero en ese momento los gritos de dolor que se escucharon salían desde las almas de los presentes. El nuevo juez de la causa, Gustavo Lleral, había decidido el 13 realizar un nuevo operativo, en base a la sugerencia del jefe de los buzos de Prefectura Naval, Leandro Ruata. 

Aunque los miembros de la comunidad y la abogada de los Maldonado pasaron horas tratando de convecerlo de que ese cuerpo no estaba allí apenas tres días antes, Lleral no tomó ninguna medida de prueba tras el hallazgo, ni siquiera el allanamiento a la estancia de Benetton que había anunciado en su escrito al ordenar el operativo. En el expediente consta, además, que los peritos de la Policía Federal adujeron no haber podido tomar muestras de agua del río por la agresión de los mapuches. Esto sucedió cerca de las 21 cuando ya se retiraban, y lo que enfureció a la comunidad fue la presencia del secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, que pretendía ingresar a la Pu Lof. Y no fue el único cruce de la jornada. Tampoco pudo entrar la fiscal federal Silvina Ávila, quien se negaba a ser requisada por los mapuches y tuvo una fuerte discusión por esto con el magistrado, que había acordado los términos del procedimiento y entre ellos estaba que ningun buzo o policía ingresaría armado.

Al filo de la medianoche Mabel Sánchez, quien participó como veedora de los organismos de derechos humanos, relataba: “Fue una jornada triste y dolorosa. El cuerpo estaba ahí flotando a la altura de la casilla de vigilancia de la comunidad, en línea recta, un lugar que siempre es visitado y recorrido, no había corriente y estaba sobre unas ramas, no enmarañado sino muy a la vista.