Hoy comienza la décima edición de BitBang, el Festival Internacional de Cine de Animación, que se extenderá hasta el 3 de noviembre. La inauguración de este lunes será en Club Lucero (Nicaragua 6048) pero la actividad se desplegará en nueve sedes, que incluyen el Cine Gaumont, el ex CCK, el Centro Cultural General San Martín, , el Centro Cultural Borges y la Escuela Da Vinci, entre otros. Más allá de las secciones de competencia y el hecho de que el Festival oficia de instancia calificadora para los Oscars, más allá de las charlas, las proyecciones y los talleres, se destaca la presencia de invitados internacionales de primer nivel para el rubro, como Benjy Brooke, Stephen Vuillemin, Damien Megherbi o Max Winston.

“Uno de nuestros principales objetivos este año es resaltar la comunidad local”, señala Bárbara Cerro, fundadora, directora y productora de BitBang. “Por eso, gran parte de la programación está centrada en charlas, actividades y retrospectivas con productoras de animación nacionales. Queremos no solo mirar al pasado, sino también destacar el presente y futuro de estos estudios, con propuestas llenas de diversidad y calidad artística”, celebra.

Bárbara Cerro, fundadora, directora y productora de BitBang.

Esta clase de encuentros ofrece un panorama sobre la actualidad de un sector que tiende a trabajar sobre proyectos de largo aliento y dilatada concreción, pero también de mucha pasión, aunque en el último tiempo los estudios locales se consolidaron. “La industria del cine animado en Argentina está en un momento de crecimiento y transformación, con propuestas cada vez más arriesgadas y con una búsqueda más autoral”, considera Cerro. “Un claro indicador de este crecimiento es que, mientras hace unos años las proyecciones de animación experimental apenas atraían público, hoy en día las salas se llenan, incluso dejando gente afuera. El interés por la animación, tanto de los creadores como del público, ha crecido enormemente. Este año hubo un récord de personas inscritas en carreras de animación y también hemos recibido más cortometrajes nacionales que nunca, lo cual es un reflejo del entusiasmo y talento que existe en el país”, compara.

“A nivel técnico y artístico, hay cada vez más diversidad de voces y de enfoques, con acceso a herramientas y actividades formativas como laboratorios o mentorías que permiten a los animadores locales desarrollar su propio estilo. Esto también dio lugar a una mayor visibilidad internacional, cada vez hay más colaboraciones y coproducciones”, agrega.

Pese al entusiasmo, desde el Festival reconocen las dificultades que afectan al sector, que no es ajeno a los avatares económicos del país ni al abandono de las políticas públicas de fomento por parte del gobierno nacional retrolibertario. “Todo este crecimiento ocurre a pesar de la falta de apoyo estatal e institucional”, destaca la organizadora. “La animación enfrenta una gran precarización laboral y muchos creadores se ven obligados a buscar coproducciones en el extranjero o a trabajar para mercados internacionales. El esfuerzo para sostener este crecimiento es enorme, y aunque hay mucho potencial, también sería importante que se fortalezca el apoyo para que este auge no se detenga”, plantea. La comparación no es privativa de este festival: toda la comunidad cinematográfica lleva meses advirtiendo por el desfinanciamiento del INCAA y señalando cómo todos los países con peso en las industrias culturales se sostienen en fuertes beneficios estatales.

“El póster de este año, con sus llamas y su estilo medio punk y caótico, habla de lo que significa esta edición: un espacio de encuentro necesario en tiempos difíciles. Es la comunidad la que nos sostiene, y eso es lo que queremos seguir celebrando. Buscamos que Bitbang siga creciendo sin perder su esencia, manteniendo ese espíritu inclusivo, festivo, ecléctico y hasta un poco irreverente”, reflexiona Cerro.

En cuanto a los invitados internacionales, Cerro destaca a Benjy Brooke, director ganador de un Emmy y socio de Green Street Pictures, quien está a punto de estrenar la serie Como side effects, en la que tuvo mano el estudio de animación argentino Le Cube. “También viene Stephen Vuillemin que hizo un corto que ganó el año pasado en el Bitbang, A kind of testament, que corre los límites conceptuales y narrativos, y además acaba de sacar dos libros de cómics, que va a presentar acá”, cuenta. “Alex Gamsu Jenkins es un director de animación e ilustrador satírico, surreal, sus obras parecen un viaje de ácido eterno y a su vez capturan a la perfección las ansiedades contemporáneas”, explica. “Max Winston es una joya de la animación no tan conocida, y particularmente nos interesa su enfoque más experimental en el stop motion. Max viene este año al Bitbang gracias a Can Can Club, uno de los estudio de stop motion más grandes del continente, que va a estar haciendo una retrospectiva por sus primeros 15 años”.

En un contexto difícil, BitBang ofrece una agenda cargada de actividades tanto para un público general como para la comunidad artística que busca crecer profesional y comercialmente. Una buena síntesis de una disciplina que es tanto un acto de paciencia como una búsqueda artística y, también, una industria con mucho para dar.