Hace pocas horas que Flavio Azzaro volvió de San Pablo, donde cubrió para su canal Azz el partido de ida de las semifinales de la copa Sudamericana entre Racing, su Racing, y Corinthians. Su rostro conserva la sonrisa que le dejó el valioso empate de visitante pero sobre todo, el rendimiento del equipo. La entrevista pudo haber sido en otro lado, pero él propuso Avellaneda.

Más que un youtuber o un streamer, Azzaro es en realidad el dueño de una pyme del sector audiovisual en pleno crecimiento y, probablemente, uno de los que mejor representa y entiende esa nueva ola, que él considera democratizadora de la comunicación y que también es impulsada por una presunta falta de interés de los jóvenes en mirar la televisión tradicional.

Su canal digital emplea ya a veinte personas (“un equipo de cancha grande y el banco de suplentes”, bromea) y aunque todos lo referencian con "El loco y el cuerdo", que desde hace dos años bate récords de audiencia, produce ya siete programas y va por más. El año que viene dispondrá de cuatro estudios completos, cuenta, para seguir aumentando la apuesta. 

Azzaro habla, gesticula, la charla por momentos se hace demasiado entrecortada, entre los pedidos de fotos de sus seguidores, que acepta sin dudar, y la atención que le demanda su teléfono, apoyado sobre la mesa de un bar cercano al Cilindro, el estadio Presidente Perón, su lugar en el mundo. 

Cuando Azzaro entra en confianza no se parece en nada al personaje que construye frente a cámara, que le permitió generar infinidad de polémicas y una comunidad de más de medio millón de seguidores, como dice él, “casi todos varones jóvenes, de entre 24 y 45, con inquietudes políticas”. Es un tipo amable, sencillo, bien de barrio, de origen laburante (su padre es Oscar, arquitecto, y su madre Carmen, comerciante), bien de Avellaneda. “Mi vieja tiene un kiosco hace 35 años, mi parte comercial viene de ahí”, confiesa.

--¿El streaming democratiza la comunicación? ¿Hay más oportunidades para gente que de otra forma no hubiera ingresado nunca al medio? 

--Antes, para empezar a laburar de periodista, tenías dos maneras: en pequeños medios barriales, pagando el espacio, o cayendo en las pasantías gratuitas o mal pagas, que los medios usaban para gastar menos y no para formar comunicadores. En este caso, no aplica el refrán de “todo tiempo pasado fue mejor”. Hoy un pibe no necesita de las estructuras de los medios hegemónicos para ser periodista. Necesita, ni más ni menos, que ser bueno en lo que hace. Decir cosas que interesen. Hay cientos de pibes que tienen canales en YouTube, cuentas de Instagram o Twitter y hacen periodismo autogestionado. Sin tener que entregarse a las bajadas de líneas de los canales tradicionales. Hoy existen otras opciones mucho más interesantes. 

--¿Cuánto de estrategia y cuánto de improvisación hubo en tu crecimiento? 

--La clave, a mi modo de ver, o, mejor dicho, lo que a mí me funcionó, es la mezcla de todo. Improvisación, planificación y, esencialmente, mucha pasión. Siempre fui apasionado de las cosas que decidí hacer. Desde mis comienzos en Identidad Racinguista, mis primeras apariciones en el Show del Fútbol, la conducción de Fútbol Al Horno… siempre todo lo hice con mucha pasión y compromiso. 

--¿Cómo empezaste con el streaming? ¿Qué descubriste? 

--Desde el primer momento en que decidí arrancar la retirada de los medios tradicionales, empecé a dedicarle tiempo, cabeza y estudio al mundo de YouTube. Me di cuenta que en las empresas de medios no podía trabajar más. Que ya no era feliz. Que no podía decir todo lo que quería. Entonces empecé a apostar de lleno al canal de YouTube. A subir cada vez más contenido, a profesionalizarlo cada vez, a sumar cada vez más gente. A comprar mejores equipos. Arriesgué. Sin riesgos, no hay éxito. Y sin dolor, tampoco.

--¿Qué crees que va a pasar con los medios tradicionales en diez o veinte años? ¿Van a dejar de existir? ¿Van a ocupar nichos distintos? 

--No, dejar de existir no. Todavía tengo muchos amigos que siguen trabajando en ese mundo, así que no les deseo nada malo, por ellos no me gustaría que se extingan los medios de comunicación tradicionales. Mucha gente quedaría sin trabajo, más de la que ya está quedando, porque todavía no hay lugar para todos en los medios modernos. Lo que sí va a pasar, es que cada vez tendrán menos audiencia. La fragmentación de audiencias ya es un hecho. Eso tarde o temprano hará que las marcas inviertan menos y también los gobiernos empiecen a diversificar sus pautas. Desde el punto de vista del rendimiento de la inversión publicitaria, los medios digitales ganan por mucho, eso los anunciantes ya lo entendieron. Por eso van a tener cada vez mayores problemas de financiamiento. 

--¿También se juegan otros aspectos o es todo comercial? 

--Está la cuestión de la credibilidad. Los pibes ya no miran la tele. No solo porque se vinculan más con el celular o la play, sino porque nosotros, los de menos de 45, en muchos casos padres de esos pibes, no le creemos más a la tele y ese sentimiento se lo traspasamos a los más chicos. El kirchnerismo fue clave para que empecemos a desconfiar de los medios tradicionales. Nunca antes un gobierno había sido tan elocuente. Los de mi generación desconfiamos de los medios tradicionales. Los pibes crecieron con esa desconfianza hacia los grandes medios. Por eso creo que el mercado se va a seguir achicando en los medios tradicionales y va a empezar a irse para los otros canales de comunicación.

--¿Cómo es la relación con el público en el mundo de YouTube? ¿Es distinta a la televisión? ¿Qué beneficios tiene? 

--El público es más agradecido en el streaming. La gente sabe que acá no hay recursos como en la TV. Te banca, te va guiando, te alienta. Por supuesto que también hay puteadas, desde ya, pero el público del streaming se siente parte del contenido, se involucra, de ahí viene el concepto de comunidad. A modo de ejemplo, en 2022 la gente le pagó el pasaje a dos editores míos para que podamos cubrir el Mundial de Qatar. 

--¿Cómo fue eso?

--Les expliqué que para poder darles una cobertura como la que ellos exigían, necesitábamos más estructura. Que mi mujer y yo solos, tal como habíamos arrancado, no íbamos a poder darles lo que pedían. Y los mismos seguidores financiaron gran parte de la estadía de dos editores. Eso es imposible que suceda en la tele. ¿Se imaginan a la gente poniendo plata para que viajen Vignolo y el "Chavo" Fucks? Imposible. YouTube es pueblo. Es comunidad. La gente sabe que acá no hay plata del Estado y que, recién ahora, están llegando las grandes marcas, por eso nos banca