En el capítulo 4 de Better Call Saul, el abogado Saul Goodman asiste a Ken, un texano que lo contrata para separarse del Estado de Kentucky en Estados Unidos y fundar así su propio país en su propio terreno comprado gracias a su propio mérito, explica Ken.
Le ofrece, a cambio de su trabajo, un millón de dólares. Reconforta ver el asombro en la cara de Better Carlos Saúl cuando recibe el pago de un millón de dólares… pero en lugar de Franklin esos dólares traen la cara regordeta y de bigote del texano Ken (como diría Dicky del Solar: ¿Te suena?). Sirven, claro que sí, para comerciar en el nuevo estado de Ken.
Ken fundamenta su reclamo en que él mismo paga todo lo suyo, su luz, su pavimento, su alumbrado y limpieza. Cierto que no dice cómo va a tratar su basura o sus efluvios cloacales, o el sistema de transporte y autopistas por donde tiene que salir de su estado para ir al otro donde está su empresa que él mismo creó. Sistema de transporte que además todas las mañanas trae al jardinero Tony hasta su casa a trabajar (Thank’s Tony, a lo mejor no te esforzaste tanto como Ken).
Y Ken se olvida de que pudo crecer porque le fue extraordinariamente bien, en un determinado momento y en una determinada sociedad, con sus emprendimientos de clínicas y sanatorios privados, donde empezó facturando bien poco y ahora factura millones en un montón de barrios y estados ubicados afuera del nuevo Estado de Ken.
Ahí afuera del Estado de Ken existen las Universidades Públicas, donde hasta hace poco no estaba la carrera de kinesiología, y podía ser kinesiólogo únicamente aquél que podía pagarlo. Y ahora toda la comunidad paga por ese estudio, para que sea más accesible para una persona devenir kinesiólogo. Y resulta que rápidamente y en lo personal, el que no era kinesiólogo y ahora lo es, ve aumentado su ingreso quizás al doble, y donde antes conseguía un trabajo de un millón ahora puede conseguir uno de dos. Mejora su vida, mejora la de los suyos, pero además, resulta que cuando ese kinesiólogo se recibe entra a trabajar en una de las clínicas de la empresa de Ken mejora la rentabilidad de Ken, que cada vez contrata a más y más kinesiólogos formados y así hace crecer su propio imperio y su facturación y también, si le seguimos un poco el rastro, el PBI.
Y ya sabemos que Breaking Bad se vuelve muy bad cuando recurre a delinquir como último recurso para salvarse de un cáncer, y de paso ¡al fin! encuentra su lugar para desarrollarse, expandirse, crecer. Ni decir lo que sería de la salud y de la vida de todos si pudiéramos darles a esos Whites las oportunidades que tuvo Ken. Si cambiamos un White por un René y le permitimos convertirse en médico e inventar un ByPass. Y es que además, ese ByPass es justamente uno de los “productos” que vende la Clínica de Ken con la que, se olvida, se compró su Estado. Ese ByPass es un puente. Hagamos un puente: Le damos a alguien la posibilidad de ser Ingeniero en Sistemas, puente mediante, mejora la productividad de la nueva empresa unicornio, igual a la de Ken, y aumenta el PBI.
Pero entonces Ken y señora se ofuscan cada vez que le cuentan lo que el estado gasta en salud y en educación, en promover el trabajo o en lanzar una línea de créditos para que muchos que ni lo hubieran soñado accedan a su tener una vivienda. Se olvida Ken de poner en su Excel lo que gasta el estado en patrulleros, helicópteros, tanquetas, policías para perseguir a los White y para en definitiva encerrar siempre y no más que a un par de perejiles. O lo que gasta en salud para hacer costosísimas cirugías a delincuentes heridos en balaceras. ¿Habrá hecho la cuenta el vigilante medio argentino de cuánto le saldría cambiar la ecuación? Sección Andrés Calamaro responde: ¡además es barato, además es barato!
Pero eso no le importa a Ken porque ahora ya la juntó, Ken se quiere llevar la plata a otro país o fundar su propio estado, así de paso no paga impuestos. Ken no sabe que si viviera en Estados Unidos y una mañana le pinta la loca de levantarse con la idea de dejar de ser residente fiscal de ese país, bueno, lo dejarían ir, let it be, claro, pero primero que pague la EXIT TAX, que se lleve su patrimonio pero que le deje el 30% en el país o sino te quedás acá.
Tienen claro que no van poblar el mundo de pistolas y de armas para mantener un sistema que permita que Ken se lleve lo que cree es, sin subsidios, “su” ganancia.
Lo mismo con la fastuosa herencia de Ken. Hasta que llegaron Reagan y Thatcher el impuesto a las sucesiones era más del 30%, porque vamos, aunque nuestro Ken la haya hecho laburando, la hizo en un contexto social que se lo permitió e incentivó, que le facilitó profesionales formados por el estado, un estado que hasta le perdonó y ¿por qué no? le estatizó deudas millonarias. Entonces, el día que Ken se muera (porque en eso todavía somos todos iguales), después de haber disfrutado un altísimo nivel de vida, ¿quién tiene más mérito para recibir parte de los restos de su fortuna? ¿la sociedad que contribuyó a ese crecimiento o aquél espermatozoide que supo ser el más veloz?
Bueno, es cierto, a lo mejor si Ken ganara cien, si le correspondiera a Barbie mil veces el ingreso promedio, podrían dejarle todo a sus hijos. Pero si gana más de mil, más de cien mil, más de un millón de veces el ingreso promedio de la sociedad que le posibilitó crear su riqueza, ¿no es justo que alguna parte vuelva a esa sociedad para que siga creciendo y generando nuevos, millones de Ken y de Renés?
Hasta a lo mejor con una parte chiquita de eso el Estado puede seguir mejorando la calidad y el acceso a las universidades públicas, porque es frase repetida eso de “yo creo que el que puede tiene que pagar la universidad”, claro que sí, como si no la pagara cada estudiante que la usa, que se esfuerza y que se recibe. La paga con creces: mejora la sociedad en la que vive, paga sus impuestos y trabajando en la clínica de Ken aumenta el PBI de todo el país, para que haya más pesos, para que entren más dólares, para que todos vivamos mejor.
Los Ken son los que tendrían que financiarla, porque aunque muchas veces decidan no mezclarse con los estudiantes de ahí y “se” paguen una privada, son los que se apropian en mucha mayor medida de ese valor agregado que toda la sociedad genera.