Al calor de la crisis económica, se moldean los hábitos de consumo de la población. Uno de los perdedores es el tradicional asado: según una encuesta realizada por la firma Moiguer, el 71 por ciento de los consultados dejó de hacer asados en familia. El mismo recorte afecta también al consumo de gaseosas, las salidas nocturnas, tomar un café en un bar y la compra de golosinas en el kiosko, entre otras cosas.