En su editorial de este martes en la 750, el periodista y conductor Víctor Hugo Morales analizó la actualidad del país e hizo hincapié en los "bajos salarios" de los trabajadores y las trabajadoras argentinos.
El editorial completo de Víctor Hugo
Todo tiene que ver con los bajos salarios, ese es el tema fundamental. Por los bajos salarios mañana la ciudad estará tan inmovil como la foto de Página, como siempre, un acierto. Haciéndonos una idea de lo que va a ser la próxima jornada: sin trenes,subtes,aviones o taxis,el centro de Buenos Aires en particular, que es la caja de resonancia más importante del país, será un documento irrefutable sobre la malaria que sacude a la inmensa mayoría de los argentinos.
Ayer la tapa de la mafia de Clarín decía que en los últimos cuatro meses los salarios le ganaron a la inflación. Son unos bandidos.
Si fuera un partido de fútbol, a los trabajadores les metieron 10 goles en el primer tiempo, en diciembre y enero. Pero ahora no les meten tantos goles, van diez minutos del segundo tiempo y todavía no les metieron otro gol.
Mire usted, lo bien que andamos. Qué maravilla, para ponerlo en la tapa, alégrese. No le están metiendo otro gol aunque usted ya está perdiendo 10 a 0.
Fue en diciembre que dispararon la estafa. Los meses siguientes igual que con los jubilados, la historia del bono, que es rotunda para demostrar lo que intentamos decir. Y con los docentes y el congelamiento salarial general que hubo también en esa rama.
Han hecho tanto daño que ya es indescontable. Macri le pegó un hachazo a la vida: les quitó a los argentinos un 20 por ciento que no pudo descontar Alberto Fernández. Y ahora Milei presentó el réquiem y la mafia mediática aclara que, últimamente, ese réquiem se escucha mejor.
Llevamos cuatro meses en que los salarios le ganan a la inflación. 0,1; 0,2; 0,3. Y los número redondos y fuertísimos de diciembre y enero, los 10 goles del primer tiempo, ¿quién los descuenta?
Y ahí estamos, entre la malaria y las mentiras; perdiendo hogares,calidad de vida, pertenencia y dignidad.
El trabajador responde ahora con ese silencio atronador de mañana, cuando la ciudad sea una especie de misa triste con un solo motivo -imagino- para sonreir: será cuando por alguna calle perdida de la Ciudad de Buenos Aires aparezca un pibe con una foto en la remera y en el pecho se lea “Feliz cumpleaños, Diego”.