Miguel Rivaynera dice que nació “en el interior del interior”. Así define a su Metán natal, los pagos salteños donde Eduardo Falú pasó buena parte de su juventud. Dice que allí se forjó el guitarrero que es hoy, mirando tocar a su padre, y a músicos del pago. Los puesteros de Yatasto, por caso, cuyo guitarrista –el “Chato” Bazán, que luego tocaría para el Chaqueño Palavecino- sería su primer ídolo. “Yo quiero tocar la guitarra de esa manera, bien popular, que llegue a todos”, recuerda. Y vaya que lo logró. No solo al punto de acompañar a artistas de la talla de Melania Pérez, Juan Falú, Susanna Moncayo, Paola Bernal, el jazzero Leo Genovese, o el mismísimo Dúo Salteño, sino también de ser el creador de “Zamba del gaucho guerrero”, pieza dedicada a Martín Miguel de Guemes, que se convirtió en una especie de himno durante los festejos del bicentenario de la patria.

La nueva es que el guitarrista, compositor y arreglador -radicado hoy en Unquillo, Córdoba- tendrá la oportunidad de revalidar sus pergaminos en Buenos Aires cuando a las 20.30 horas del jueves 31 active su talento en favor del concierto “Guitarra, tierra y raíz”. La cita es en Bargoglio (Bacacay 2414), y sus invitados, Melania Pérez, Juan Falú y el tanguero José Torelli. “Es un espectáculo que tenía pensado con ese nombre, porque me considero un músico popular que a su vez pasó por la formación académica”, enmarca Rivaynera, que no solo hará sonar la zamba homenaje al gaucho Guemes, sino también piezas suyas, de Eduardo Falú, Cuchi Leguizamón, Kelo Palacios, Los Hermanos Abalos, Sixto Palavecino, y Roberto Grela, tremendo violero de tango a quien el salteño interpretará justamente porque vuelve a tocar en Buenos Aires, después de mucho tiempo. “Me gusta traer la historia de los guitarristas que han aportado cultura al lenguaje de la guitarra. Grela hizo una escuela en la guitarra del tango por su genialidad, su simpleza, su expresión y su humildad”, enfatiza Rivaynera. “Él tenía un sonido único en su guitarra. Cuándo lo escuchás parece simple, pero cuando te lo ponés a sacarlo te das cuenta de que es un lenguaje sofisticado. Grela tenía el ego amansado, y eso lo hacía grande. Lo convertía en un genio”.

-¿Por qué lo traés al presente, además de por volver a tocar en Buenos Aires?

-Porque su guitarra es el presente, sigue sonando en los guitarristas que aman el tango. Voy a tocar “Milonga triste”, “A San Telmo”, “Septiembre Color”… versiones a dos guitarras de transcripciones que hice en la etapa que estaba descubriendo su lenguaje, su idioma, su sonido y su fraseo.

-¿Qué tratamiento les das a las versiones?

-Respeto la melodía, aunque con algunas variantes en la segunda parte de la canción. Sí, me atrevo con la rearmonización. Y con los arreglos también, aunque hasta que me den los dedos (risas), y teniendo en cuenta el límite, que es no deformar la composición original. Es más, si es necesario suprimir contrapunto para respetar la melodía, se suprime. En fin, para mí la guitarra popular es como el mate para compartir. Está en todos lados para acompañar canciones sencillas, es como una fogata que nuclea a la gente. Yo estudié en el conservatorio y me encanta tanto la música de Bach como la de cualquier guitarrero que toca de oído.