El nuevo documental de Andrés Cedrón, Cuellos blancos, el caso Vicentin, revela la trama de delitos financieros ejecutados por el poder económico con la complicidad del poder político y judicial, que dejó al borde de la quiebra a una de las empresas nacionales más importantes del país. Se traza la trayectoria de Vicentin como un reflejo de la historia política y económica reciente de la Argentina. El film muestra por primera vez los puertos privados del complejo oleaginoso de la Provincia de Santa Fe que comercializan entre el 45 y el 50 % de las exportaciones totales del país, donde sólo diez empresas concentran el 90% de las exportaciones del sector. También explica el modo en que la empresa cambia su matriz productiva inicial por la especulación financiera y la diversificación de negocios, a tono con las políticas neoliberales de la época. El documental podrá verse este miércoles y todos los miércoles de noviembre (excepto el 6) a las 19 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543).

"La película nació con un interés por lo que sucede en el Río Paraná, el comercio exterior, las dificultades que tiene la Argentina en cuanto a la generación de divisas, que es un tema que preocupa con crecimiento económico o con crisis", señala Cedrón en la entrevista con Página/12. "Siempre se habla de las dificultades que eso genera en la balanza comercial. Y la pobreza, esa dualidad entre grandes generadores de riqueza, de recursos naturales, de granos, de alimentos y una importante población por debajo de la línea de pobreza", cuenta el cineasta, sobrino del recordado Jorge "Tigre" Cedrón, el director que adaptó a la pantalla grande la obra cumbre de Rodolfo Walsh, Operación Masacre. "Ahí aparece el caso Vicentin en diciembre de 2019, pocos días antes de que asumiera Alberto Fernández. La empresa se declaró en estrés financiero. Eso fue el 5 de diciembre. El 10 de diciembre, Alberto Fernández asumía con dos temas muy importantes en su plataforma electoral: la soberanía alimentaria y la reforma judicial. Esos dos temas también son importantes a la hora de hablar de Vicentin", plantea Cedrón.

-¿Crees que el anuncio de la intervención y expropiación y la posterior marcha atrás fue el primer error estratégico de la presidencia de Alberto Fernández?

-Sí, yo creo que sí. El primer error estratégico por cómo se anunció y por cómo se llevó a cabo. Y posteriormente, dar marcha atrás frente a la presión del poder económico y a las movilizaciones de cierta parte de la sociedad que hizo que él retrocediera en su decisión. Mostró una actitud que iba a tener a partir de ahí constantemente en su gobierno. Demostró cómo ante la primera presión del poder económico iba a seguir tomando esa actitud de recular en decisiones importantes para los intereses del pueblo.

-¿Qué explicación encontrás a las marchas que hubo en defensa de una industria con dueños privados y con gente flameando la bandera argentina? ¿Crees que solo se trató de desinformación o encontrás otros componentes para entender esa actitud?

-Bueno, ese fue el gran desafío de la película: no señalar a esas personas, sino tratar de entenderlas, de por qué salieron a defender, evidentemente sin toda la información, pero también tratando de comprender qué identificación hay con respecto al poder económico, con respecto a empresarios que se muestran exitosos, famosos, buenas personas. Tanto que el presidente Milei hoy lo afirma como benefactores sociales , héroes. En los dichos de Milei también se refleja algo que en la sociedad toda se vive. Esa identificación es a través de los años y a través de una cultura que se fue fomentando. Nosotros encontramos en el término "cuellos blancos" de un sociólogo estadounidense, Edwin Sutherland, que estudió en 1930, después del crack financiero, lo que sucedió en la sociedad de Estados Unidos y que le valió, por ejemplo, estar en las listas negras de aquellos años. Esa identificación que vive la sociedad, casi en general, fue una construcción cultural, que también la abordamos a través del término "lazos sociales" del compañero y amigo Juan Pegoraro, que cuenta cómo a través de los lazos sociales, el poder económico, los empresarios permiten esa impunidad, las relaciones con el poder Judicial y el poder político.

-¿Cómo fue el trabajo de reconstrucción de los hechos con el que desenrollás la trama de delitos financieros en torno al caso Vicentin?

-Nosotros nos basamos en el concurso de acreedores, en el expediente a través de los veedores que, por ejemplo, puso la Federación de Aceiteros, y la investigación que desarrolló la Fiscalía de Delitos Económicos de Rosario, a cargo del fiscal Miguel Moreno. A través de esos dos expedientes e investigaciones, se permite un desarrollo con información. Tratamos de evitar la opinión, en primer término. Tratamos de que se pueda desarrollar la información y que el espectador entienda cuestiones que, a primera vista, parecen muy complicadas, pero que en el documental se hace un esfuerzo de una narración didáctica para que se logre entender lo fundamental: que se está desarrollando un nuevo saqueo en la Argentina.

-¿Cómo fue el trabajo de llevar esta profunda investigación con muchos datos al lenguaje audiovisual?

-En todo momento traté de ponerme en el lugar del espectador y pensé cuáles podían ser las dificultades para narrarla. Utilicé algunas herramientas y recursos como la animación, entrevistas de material de archivo animado también. Y planos de dron que también demuestran por primera vez la dimensión que tienen esas plantas, esos puertos privados de las grandes empresas agroexportadoras. Fue un trabajo importante de relevamiento, pero también de montaje para que tuviera una narración que juguetea con el género de intriga, pero que tiene con la música y con la estética una representación muy argentina, un estilo y una narración muy vinculada a nuestro país. Retoma las líneas de Fernando "Pino" Solanas y de David "Coco" Blaustein, y por eso también está dedicada a ellos.

-¿Pensaste en entrevistar al directorio de Vicentin?

-Intentamos en primera instancia. Tratamos de contactarnos con el directorio por teléfono, por mail y hasta cuando fui a Avellaneda (Santa Fe) a filmar las plantas me presenté en la puerta de la empresa y no tuve respuesta. En ninguna instancia obtuve respuesta. Eso hizo cambiar un poco la primera idea, pero me parece que finalmente se contraponen los datos y la información que damos a través de distintos especialistas que tienen diversos matices dentro del campo nacional y popular con los medios de comunicación. Se narra y se cuenta a través de los medios hegemónicos.