A medida que se afianzan las altas temperaturas, el gobierno insiste en responsabilizar a la gestión anterior de los cortes de luz que ya comenzaron a resurgir y que se irán replicando durante este verano. Desde el oficialismo insisten con que los cortes son consecuencia de la falta de inversiones durante el kirchnerismo, pero en el primer año de gobierno de Mauricio Macri no se realizaron mejoras en el sector energético y se paralizaron obras para adicionar potencia al sistema eléctrico, algunas que ya estaban en marcha y que contaban con financiamiento asegurado. La política energética en este primer año de Cambiemos se focalizó en aplicar tarifazos al servicio de luz y condonar deuda de las distribuidoras, mientras se paralizaron obras de corto plazo por 2310 megawatts (MW), que ya podrían estar finalizadas, y el inicio de las construcciones de centrales hidroeléctricas y nucleares que aportarían otros 5277 MW en el mediano y largo plazo. Todas estas obras de generación de energía eléctrica contaban con financiamiento por 30.584 millones de dólares, de los cuales 27.744 millones (para las de mediano plazo) estaban acordados con los gobiernos de China y Rusia.
Este año las altas temperaturas estivales se demoraron en aparecer, lo que acompañado de un menor consumo de las empresas ante la caída de la actividad productiva, permitió al sistema energético funcionar sin mayores contratiempos. Pese a que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, declaró días atrás que Argentina está viviendo una “revolución energética”, la decisión oficial de rever los contratos vigentes y las tensiones políticas con Rusia y China evitaron que se finalicen obras de cierre ciclo (en muchos casos la colocación de una turbina o su puesta en funcionamiento), lo que hubiera significado aumentar en 6,8 por ciento la potencia instalada este año o a más tardar a mediados del próximo. Tampoco se comenzaron las obras de largo plazo que aumentarían en un 15,6 por ciento esa capacidad.
Actualmente la potencia instalada se ubica en unos 33.832 MW. En los últimos cuatro años se había incorporaron unos 6000 MW, a un promedio de 1500 MW por año. Y en doce años la potencia instalada aumentó 12.250 MW, casi 60 por ciento, incluyendo la terminación de obras estratégicas como Yacyretá y Atucha II.
La parálisis de las obras por parte del macrismo comenzó en el minuto cero, pero hubo hechos que marcaron el proceso de desandar la implementación de los proyectos de generación. En el caso de las grandes centrales, el objetivo oficial de alcanzar un mayor entendimiento con los Estados Unidos explica que se pusieran en revisión esas obras acordadas con China y Rusia, una manera elegante de abandonar acuerdos preexistentes. “El gobierno se jugó a los acuerdos que podría tener con (la candidata presidencial) Hillary Clinton, pero ahora con Donald Trump deberá ver otras opciones. Por eso vuelven a negociar con China”, explicó a PáginaI12 el economista Mariano Kestelboim. La tensión diplomática con China se inició este año con el hundimiento de un buque pesquero y la situación empeoró luego de la visita de Barack Obama, quien fue a Río Negro para conocer la planta del Invap, empresa de tecnología aplicada centrada en áreas nuclear, espacial y de defensa.
En el caso de Rusia, Mauricio Macri intentó renegociar los contratos con su par Vladimir Putin. El presidente había conseguido que se baje la tasa del crédito de 6,5 al 5,5 por ciento y volvió a presionar para que Putin vuelva a bajarla a 4,5 por ciento. La respuesta fue que volvieron a subirla al valor original. Con Rusia estaban pactadas las obra de Chihuido I (637 MW) y la VI Central Nuclear (1200 MW), por un monto de 10230 millones de dólares.
En medio de las peleas judiciales para aplicar los tarifazos con los cuales incentivar la inversión de las energéticas, el gobierno dejó así pasar un año sin implementar acciones de fondo ni obras menores en generación. Sólo se anunció la puesta en marcha de una turbina a gas de última generación en la Central Térmica de Loma de la Lata, que sumará 105 megavatios al sistema interconectado, pero cuyos trabajos a cargo de Pampa Energía se habían iniciado en el gobierno anterior y todavía no está en pleno funcionamiento. El esto de las obras ya acordadas, no sólo permitirían una mejora de potencia energética sino también de empleo. Sólo la construcción de centrales nucleares y de represas hidroeléctricas hubiesen generado unos 17.900 puestos de trabajo directos, además de las posibilidad de desarrollo de proveedores locales en esa industria.
Grandes obras
La autorización para construir la cuarta y quinta central nuclear fue a través de la ley 26.566, aprobada en 2009 en el Congreso. Estas centrales iban a permitir adicionar 1700 MW e iban a realizarse con un crédito de China por 12.800 millones de dólares, el más ambicioso de todo el programa del kirchnerismo. Ese financiamiento está demorado y ahora el gobierno incluyó en el Presupuesto del año próximo una partida de 9000 millones de dólares para construir la cuarta central nuclear. No está especificado si los fondos provendrán de un crédito chino. La construcción de la central nuclear Atucha III recién comenzaría en el segundo semestre del año próximo y el proyecto de la quinta planta quedaría en suspenso como mínimo hasta 2019, pero todo esto dependerá del resultado del viaje que hará Macri a Beijing en marzo.
La siguiente obra sin arrancar en importancia es la de las centrales Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, también con financiamiento chino por 4714 millones de dólares que sumarían otros 1740 MW al sistema. Las dos represas hidroeléctricas de Santa Cruz, involucraba a 100 proveedores locales de la construcción y obra pública, y en total podrán generarse de manera directa 6900 puestos de trabajo.
Las negociaciones allí también quedaron empantanadas. El gobierno frenó estas obras, pero debió ceder a las presiones de la administración china que amenazó con eliminar el fondo al Belgrano Cargas sino se continuaba con lo pactada. Ante esa ofensiva, Macri ordenó al ministro de Energía, Juan José Aranguren, avanzar con los chinos en la propuesta. El resultado fue que se modificó el contrato original, para evitar suscribir uno nuevo, pero recortando la obra. Serán menos turbinas, pasa de las 11 originales a ocho. La represa Kirchner que tenía previsto seis turbinas finalmente estará equipada con cinco y la Cepernic se reducirá de cinco a tres. Este cambio implicará una modificación en la cantidad de generación de energía, que pasará de las 1740 MW que iba a generar originalmente a 1290 MW de potencia.
Las obras de Chihuido I y la sexta central nuclear, con financiamiento ruso a 20 años por 2230 millones de dólares y 8000 millones de dólares respectivamente, iban a sumar 1837 MW en conjunto, pero ante la negativa de Putín de rever nuevamente las condiciones quedaron sin iniciarse. Chihuido I iba a constar de una represa y una central hidroeléctrica sobre el río Neuquén, con un plazo de ejecución de cinco años. Permitiría además regular las crecidas del río y abastecer de agua a la región para consumo, riego y uso industrial.
Más urgentes
Junto a las grandes obras, había un conjunto de iniciativas para adicionar en el plazo de entre 12 y 18 meses un mínimo de 2310 MW, según los acuerdos abiertos por el gobierno anterior. En estos casos había financiamiento externo –ruso y chino– pero en asociación con empresas nacionales.
En este caso se encuentran proyectos de cierre de ciclo combinado, que implica la finalización de obras ya avanzadas y que, en muchos casos, no es más que sumar una turbina, ponerla en funcionamiento o acondicionar la infraestructura para su instalación. Entre estos proyectos se encuentran las usinas Brigadier López (150 MW) y Vuelta de Obligado (370 MW) en Santa Fe y Guillermo Brown (280 MW) en Bahía Blanca y Ensenada de Barragán (280 MW) en La Plata. En todas restan instalarse turbinas de gas o turbinas de vapor para así completar cada ciclo combinado. Desde el sector apuntan a que estas demoras respondan a la intención de que estas obras puedan ser privatizadas. Hasta que no se instalen las turbinas, el vapor que emana a más de 500 grados centígrados de las turbinas de gas se desperdicia venteándolo, pero con el equipamiento faltante, se completa la generación total por cada ciclo combinado se incrementaría en 50 por ciento sin ningún consumo adicional de combustible. El resultado es que se pierdan 1150 millones de litros anuales de gas oil o combustible equivalente (en este caso gas natural).
Las otras dos obras congeladas son Aimé Paine (Neuquén) y Manuel Belgrano II, ambas de ciclo combinado. La primera aportaría unos 800 MW e implicaría una inversión de 1000 millones de dólares. Con un monto de inversión y de generación similar se encuentra Manuel Belgrano II, también paralizada. El gobierno de Macri recibió un ultimátum, tanto del Jefe del Eximbank en América Latina, Yang Jing, como el embajador chino en Buenos Aires, Yang Wanming, quienes reiteraron que antes de negociar nuevos financiamientos, debe resolverse que se hará con el crédito comercial que tiene preacordado desde 2015 para la construcción de esa central térmica. Se trata de un préstamo del Eximbank enmarcado en la asociación estratégica entre ambos países por 1122 millones de dólares para financiar el 85 por ciento de la usina bonaerense.