El 30 de octubre de 1974 se enfrentaron dos de los mejores boxeadores de todos los tiempos en la que fue llamada la “Pelea del siglo” o “The Rumble in the Jungle” (“La pelea en la selva”, en español). George Foreman, campeón del mundo de los pesos pesados, defendía el título en Kinsasa frente al anterior poseedor, Muhammad Ali. Nadie en el ambiente del box había escuchado hablar hasta ese momento acerca de ese pedazo de África. Si bien la megaciudad (a razón de sus 17 millones de habitantes) hoy es la capital de la República Democrática del Congo, en ese entonces lo era de Zaire (nombre oficial hasta 1997), nación gobernada por el cruento dictador Mobutu Sese Seko. El cleptócrata patrocinó el evento, una de las primeras experiencias como promotor pugilístico del excéntrico y controversial Don King.
Luego de haber sido despojado de su título -así como de su licencia para boxear- por negarse a combatir en la Guerra de Vietnam, Ali llevó su caso hasta el Tribunal Supremo, donde fue exculpado en junio de 1971. El retador tenía siete años más que su contrincante y pocos ponían sus fichas en él. Sin embargo, durante las semanas en las que estuvo en la capital africana hizo alarde de su carisma, lo que le valió el cariño del pueblo. La batalla arrancó a las 4 de la mañana, para que pudiera ser vista en Estados Unidos, y mientras el periodismo deportivo especulaba en qué asalto caería el de Louisville, las 60 mil personas que asistieron al estadio de fútbol 20 de Mayo empezaron a gritar en lengua lingala “Ali boma ye!” (“¡Ali, matalo!”). En el octavo round, tras recibir una combinación de ganchos, Foreman se fue a dormir.
La pelea se iba a llevar a cabo el 25 de septiembre, pero a “Big George” lo hirieron una ceja entrenando, lo que obligó a posponer el evento un mes. El inconveniente inicial que esto representó era que en torno a la contienda se organizó el festival musical “Zaire 74”, ingeniado por el trompetista de jazz Hugh Masekela y el productor musical estadounidense Stewart Levine. El primero era figura de la música sudafricana (es autor del himno funk “Grazing in the Grass”), pero vivía en el exilio desde 1961, y el otro produjo a artistas de la talla de B.B. King, Minnie Riperton y Van Morrison. Y en 1964 fundaron el sello Chisa Records. Eran tiempos del Black Power y del Panafricanismo, por la que la intención de la actividad era celebrar el reencuentro entre África y su diáspora tras cuatro siglos de distanciamiento.
Al final, se decidió dividir el espectáculo en dos partes. El festival musical aconteció el 22, 23 y 24 de septiembre, y estaba inspirado en el Festival Mundial de las Artes Negras y Woodstock. Con James Brown como principal atractivo, la grilla la completó la crema y nata de la música afroamericana y africana de la época. B.B. King, Miriam Makeba, el grupo de salsa Fania All-Stars (con Celia Cruz a la cabeza), The Pointer Sisters, Bill Withers, el legendario jazzero camerunés Manu Dibango y el pionero del soukous Tabu Ley Rochereau destacaron en la grilla. “Nunca hubo nada igual. En 1974 apenas había conciencia de la música africana y mucho menos de un festival. Ésas fueron las razones por las que lo hicimos”, justificó Levine sobre un evento financiado por empresarios de Liberia.
Solventada la reprogramación de la pelea, surgió otro problema: los músicos no estaban al tanto de lo que había pasado. Frente al temor de la cancelación, Levine convenció al locutor deportivo Howard Cosell de que retrasara un día la noticia del aplazamiento. La partida de los artistas de Nueva York contó con la inesperada incorporación de 14000 kilos de equipo perteneciente a James Brown, quien tenía otras fechas en África. En tanto esto sucedía, en Zaire el equipo de producción se enfrentaba a un sistema eléctrico que funcionaba a 220 voltios en lugar de los 110 voltios habituales en Estados Unidos. El dato de color fueron los roces entre Brown y Withers en el vuelo. El autor de “Ain’t No Sunshine” le llegó a poner al “Padrino del Soul” una daga en el cuello, que había comprado en la escala en Madrid, lo que amainó la soberbia de Brown.
Los recitales se hicieron en el estadio Tata Raphaël, de Kinsasa, ante 80 mil espectadores. Al dictador Mobutu, que consideraba que el control sobre la música popular era clave en su campaña cultural, le vino bien esta movida para brillar en el exterior. A lo largo de tres días, se presentaron 14 artistas extranjeros y 17 actos africanos, todos congoleños, salvo Makeba (sudafricana). Eran más conocidos que James Brown en el país, pero nunca habían tocado frente a tanta gente, lo que les puso un plus a sus performances. Todo esto se encuentra plasmado en el último registro audiovisual acerca de “Zaire 74”, el documental Soul Power, lanzado en 2009 y dirigido por Jeff Levy-Hinte. El film se logró gracias a restos de película filmada por Albert Maysles (director de Gimme Shelter, dedicado al desastre de Altamont en 1969).
Sin embargo, la película más sustanciosa acerca de The Rumble in the Jungle aún sigue siendo When We Were Kings, fabuloso documental de 1996 dirigido por Leon Gast, que sintetiza el hecho artístico con el combate entre Ali y Foreman. En principio, éste viajó a Zaire para documentar el paso de Fania All-Stars por el festival, que al final de cuentas se tornó en el primer registro de este "Woodstock africano". La realización se titula Celia Cruz and the Fania Allstars in Africa (Live in Africa es su versión discográfica), y muestra a una orquesta en estado de gracias, con la cubana deslumbrando gracias a sus interpretaciones de “Quimbara” y “Guantanamera”. Pero los músicos no pudieron regresar a Nueva York sino que debieron quedarse 11 días más en el hotel debido a un conflicto político y social interno.
Ante la falta de pósteres e incluso crónicas de los shows, esas películas (Don King dejó participar en el evento al dúo de productores por el 10% del proyecto cinematográfico) son los únicos documentos que dan cuenta del diálogo entre la música contemporánea africana y sus primos occidentales (blues, soul, funk, R&B y salsa). Años después vieron la luz, discos mediante, los shows de James Brown y B.B. King en el festival. No sólo eso: la experiencia de compartir cartel la repitieron más tarde en el Teatro Beverly, en California. En 2017, Masekela y Levine pusieron a circular el compilado doble Zaire 74: The African Artists. Masekela murió en 2018 y Levine sigue en actividad. Al recordar lo que lograron, dijo: “Este festival iba a ser un dispositivo para expandir la conciencia. Se convirtió en mucho más que eso”.