El relator y periodista Víctor Hugo Morales homenajeó este miércoles 30 de octubre a Diego Armando Maradona. En el día en el que el astro del fútbol cumpliría 64 años, el conductor de la 750 recordó algunas de sus frases más icónicas y explicó qué cree que diría sobre el Gobierno de Javier Milei. Además, leyó un poema de Leonardo Favio sobre el zurdo que llevó el fútbol argentino al corazón de cada niño en cada potrero del mundo.

El homenaje de Victor Hugo a Maradona

Diego siempre en la pelea. En un día como este, uno lo recuerda particularmente. Cuando se ven las calles vacías, ese silencio de protesta, el recuerdo de Diego parece que viajara en ese aire tibio y húmedo de Buenos Aires.

Si no fuera por el hambre, por los salarios, por la violencia de la época, quizás un día así, solo por Diego, estaría bien. Para pensarlo mejor.

Me preguntaban qué diría Diego un día como hoy. Y sabemos lo que diría. Y por qué. Porque hablaría, porque se pondría la ropa del héroe del corazón del pueblo.

Diría que es una locura lo que hacen con los jubilados, que los trabajadores merecen respeto, que las Malvinas no hay que entregarlas, que los que investigan tienen que vivir decentemente.

"No se pueden llevar al pueblo a la rastra", diría Diego. "La democracia tiene que servirnos a todos. Los que se roban la felicidad del pueblo tienen que parar. Que el Gobierno mire esa ciudad y no venga el cinismo del vocero, el bandido de Caputo, el FMI, que no vengan a robarnos siempre", diría.

La voz anda por el aire como un pájaro que estudia el próximo vuelo. Un ángel con la cara sucia y el alma limpia, el pelo enrulado y el coraje Che para pelear con todos.

Así que en la ciudad vacía hay un recuerdo. Es 30 de octubre, camine donde camine, en este día de paro general y protesta, decir "feliz cumpleaños, Diego" es parte de lo mejor que podemos hacer hoy.

Mi cotidiano insomnio se obstina en el misterio

de recordarme al otro aquel que fui.

El niño que rondó algún potrero

que, seguro, ya no besa la luna.

Aún no habías nacido y andabas en mi envidia,

como en todos los niños.

Diego, en la callada foto que conservo en mi cuarto

donde desguarnecido te apoyaste en mi pecho,

vi tu desolación de niño acorralado.

Se adivina el madero en tu mirada tierna.

Una constelación de multitudes

te ha cercado por siempre.

Ya no tendrás olvido,

ya no tendrás descanso.

Mientras haya un planeta en que respire un niño,

un niño habrá que sueñe que es Diego,

y que repite los goles imposibles

de músicas y pájaros.