Un poco por desprejuicio, otro, porque la forma instrumental que eligió para expresarse –la percusión- lo permite, es que Quintino Cinalli es lo que es: un artista absolutamente ecléctico. Apto para tocar, como efectivamente ocurrió, con una larga lista de músicos que larga con Hermeto Pascoal, el “Chango” Farías Gómez, los hermanos Fattoruso –Osvaldo lo eligió como discípulo- y “Fats” Fernández; pasa por Alberto Cortez, Dino Saluzzi y Luis Salinas; y sigue por Litto Nebbia, David Lebón y un largo etcétera imposible de enumerar en formato acotado.
“Toqué con todos porque me adapto a cada situación, y porque encontré en la percusión el lugar más apropiado para meter la nariz en distintos géneros musicales”, enmarca ante PáginaI12. Pero ocurre que Quintino, el santafesino, conlleva a la par un prolongado andar solista. Y en ese andar, la cosecha discográfica tampoco es data menor: seis discos, entre South America Rhythms & Latin Rarities (1997) y El aparecido, publicado en 2014, grabados en diversos formatos.
Su futuro próximo marcha pues por este carril. Y mutará en presente cuando este jueves a las 20.30, toque junto a su power trío (Andrés Pellican en bajo + Bruno Di Lorenzo en guitarra) en el Virasoro Club, de Guatemala al 4300.
“El trío se basa en una especie de fusión jazz rock. Me gusta renovar, tocar con músicos de generaciones diferentes a la mía, porque enriquece, aunque la matriz siempre pasa por una estética vinculada al jazz. Desde aquí se disparan mis ideas. El jazz es el género que adoro, cultivo y utilizo como plataforma de creatividad y composición para, desde ahí, ir para otros lados”, se expide el batero-percusionista, que también es compositor, docente y sesionista. “Diría que la característica central del trío pasa por tomar temas emblemáticos del jazz o la fusión, y reemplazar la orquestación que pueda haber en las grabaciones originales por la sonoridad de trío”.
A ese traspaso sonoro quedarán expuestos un tema del trío llamado “Josef”; otro del propio Quintino (“Melodía del mediodía”), y las “ajenas” “Black Market”, de Weather Report; “Continuum”, de Jaco Pastorius, “Central Park West” (John Coltrane), y “Stratus”, de Billy Cobham, con quien justamente Quintino viene de grabar en Suiza, donde reside el percusionista panameño.
“Es algo que todavía estoy masticando”, se emociona Cinalli, al recordar no solamente el registro de tres temas –incluido el suyo “Melodía del mediodía”-, sino también el contenido de un documental con tomas de backstage, charlas relajadas y cenas compartidas con Cobham, y sus músicos chilenos, Christian Gálvez y Emilio García. “Fue una experiencia muy fuerte, linda y esperada, porque Billy es uno de mis grandes ídolos. Cuando llegó a mis manos de niño el legendario disco Spectrum, impactó fuertemente en mi vida, al punto de transformarse en una fuente de inspiración constante. Grabar con él es otra de las grandes cosas que me dio la vida en la música”.
-¿Qué más te dio?
-La curiosidad, porque si uno es curioso y mantiene la llama viva, tiene alimento para toda la vida. Eso sí, esa curiosidad tiene que venir con capacidad de discernir incluida. Personalmente, esto me trajo un gran beneficio en el sentido artístico.
-¿Cuánto influye en esta posibilidad el contexto económico y cultural? Este momento no parece ser el mejor...
-Lógico que influye. De todas formas, la vida del artista es tratar de vivir de lo que le gusta. Esta es la gran apuesta, porque cuando gana la pasión en la música aparecen los Piazzolla, los Spinetta, los Nebbia, los Gardel, ¡tantos! Lo complicado, y acá gravita el contexto, es la producción, la parte económica. Y, justamente, este no es un momento de apoyo en este sentido, porque nada favorece que los músicos podamos mostrar nuestro trabajo. Hoy, grabar un disco, viajar u organizar un show es una odisea.