“Los sindicalistas, como Moyano y Biró, no quieren dejarte trabajar” fue, palabras más, palabras menos, la narrativa que el gobierno intentó instalar respecto al paro de transporte, que afectó a trenes, subtes y premetro. Para ello recurrió tanto a su vocero Manuel Adorni como al sistema de altavoces de las estaciones de ferrocarril y la aplicación “Mi Argentina”.

Pero, más allá de estos esfuerzos, ¿qué lectura hacen los trabajadores del conurbano, tanto del paro del miércoles, como de la situación en general? Y, en particular, ¿cómo lo lleva el sector cuentapropista, ahora rebautizado como emprendedor, en teoría el más perjudicado por el parate forzado y una de las bases de apoyo electoral de Javier Milei?

Buenos Aires/12 conversó con cuatro habitantes del conurbano que se ganan la vida con actividades independientes, de distintos perfiles y distintas clases sociales, aprovechando el silencio del ferrocarril, el descanso obligado y la poco habitual quietud en esos bariros que nacierony crecieron en torno a las estaciones. El elemento común es la angustia, por el presente y, en especial, por lo que se atisba del futuro.

Lucía es trabajadora de casas particulares. Vive en Villa Zagala, cerca del límite entre los partidos de San Martín y Vicente López, en un ph alquilado junto a su marido y sus dos hijos en edad de escuela primaria. Para ir a capital, a veces toma el Belgrano Norte y otras el ramal José León Suárez de la línea Mitre.

Sus preocupaciones laborales no tienen que ver con el paro, cuenta: “Yo estoy en relación de dependencia en una misma casa todas las mañanas, en blanco. Por la tarde tenía algunas casas por horas. Con el último aumento de transporte, les quise aumentar el precio de mi hora, porque si no no me servía, pero me dijeron que no podían pagarlo. De cuatro casas que iba, me quedó una sola. Se arreglan ellos, limpian, cocinan”.

“Yo ahora tengo un montón de tiempo libre y un montón de cuentas a pagar, no sé cómo hacer”, dice con los ojos al borde del llanto. “Mi marido trabaja de noche en el Mercado Central y le redujeron a la mitad: de cuatro o cinco noches a la semana pasó a dos nomás", relata y afirma que su problema no son los sindicalistas. "Es la crisis económica”, concluye.

A diferencia de Lucía, Paola no tiene hijos. “Es lo único que me faltaba en medio de esta tragedia”, sonríe apenas. Ella vive en Escobar y trabaja haciendo Rappi con su bicicleta para los countries y barrios privados de la zona. “Pero en los últimos meses acá el laburo bajó mucho, entonces me subía con la bici al Mitre, me bajaba en Retiro y trataba de agarrar viajes en Recoleta, Palermo o Belgrano”, describe. 

Hace unos días, a Lucía le surgió un problema nuevo. Se le rompió la bicicleta y, a pesar de pedalear todos los días, varias horas por día, no contaba con los 35 mil pesos que costaba el arreglo. “Es que hoy por hoy vivís al día, esto no deja ningún resto”, explica esta estudiante avanzada de Historia de la UBA, que debió dejar de cursar cuando se mudó al conurbano en busca de un alquiler más accesible.

Estuvo deprimida y angustiada, hasta que una amiga le prestó el dinero. Mañana o pasado volverá a las calles, con su bolso mochila rojo cruzado en la espalda, para tratar de ganarse la vida. Aunque Buenos Aires/12 no se lo pregunta, ella cuenta que el año pasado no fue a votar, ninguna de las tres veces, porque "no esperaba nada de nadie". "Pero esto es too much”, agrega a modo de definición antipolítica.

Graciela vive en Olivos. Administra consorcios en el conurbano norte y en los barrios del cordón norte porteño, los más acomodados. Habitualmente se mueve en tren y lo combina con el subte. Cuando hay paro, tiene la opción de movilizarse en su auto particular, pero esta vez decidió no hacerlo.

“Me quedé adentro, trabajando con la computadora, porque es lo que tengo a mi alcance para visibilizar el enojo, para expresar el malestar por lo mal que estamos viviendo”, explica esta autónoma con tres empleados a su cargo.

“En mi actividad el mayor problema hoy es la morosidad, que sube todos los meses", dice y amplía: "La gente deja de pagar expensas para financiarse, para pagar otras cosas. Esos agujeros que dejan en el presupuesto son difíciles de cubrir y caros, porque terminás pagando todo con mora y punitorios. Y hablo de consorcios ABC1, con amenities, en barrios chetos. Entonces a veces viene alguno a proponerte renegociar tus honorarios a la baja, cuando es exactamente al revés. Gestionar sin plata es mucho más complicado”.

“Después, hay algo peor pero difícil de cuantificar, que es el nivel de estrés de la gente, la violencia, la locura, todo eso empieza a naturalizarse", considera. "La gente se siente maltratada y busca a quién maltratar para descargarse y el consorcio les parece un buen lugar. Algo de eso hubo siempre, pero nunca a este nivel”, reflexiona.

Francisco vive en Don Torcuato, por donde también pasa el Belgrano Norte. Este veterano, que no quiere decir su edad por coquetería, logró jubilarse en 2021 tras una vida dedicada al mundo de las ópticas. De joven estudió optometría y luego, durante más de cuarenta años distribuyó, vendió, y en algunas etapas importó anteojos, lentes de contacto y material óptico.

Entre la jubilación y algunos ahorros que tenía invertidos, vivía tranquilo, porque se define como "muy gasolero". “Algunos clientes me seguían llamando y yo les agradecía que me tuvieran presente, pero les decía que ya me había retirado, hasta que hace unos meses fui a la farmacia descubrí que soy pobre", describe. "Ahora que PAMI no me cubre los remedios, con lo que tengo pago el super o la farmacia, las dos no”, cuenta. 

Y así fue que decidió desempolvar su viejo maletín. Se consuela pensando que “trabajar te mantiene bien de la cabeza” pero confiesa que “esperaba otra cosa de este gobierno”. Ante la pregunta sobre si lo votó, responde “no hablo de política, y menos con periodistas”. Casi una confesión de parte.

Jueves, con bondis

La medida que empezó el miércoles se iba a continuar este jueves con los colectivos interurbanos, que amenazaban con volver a dejar a pie de cientos de miles de bonaerenses. Sin embargo, el tema se solucionó luego de un acuerdo con la UTA que conduce Roberto Fernández. 

El ministro de Transporte de la provincia de Buenos Aires, Jorge D’Onofrio, se reunió con representantes de las Cámaras de Transporte de Pasajeros bonaerenses y los sindicatos y juntos lograron acercar soluciones al sector y desactivar el paro de servicios. 

El titular de la cartera provincial escuchó las demandas de los transportistas, que atraviesan una compleja situación financiera debido al fuerte ajuste del Gobierno nacional, y llegaron a un acuerdo para garantizar el normal funcionamiento de los servicios en territorio bonaerense.