En noche de brujas, el Racing de Costas hizo magia: venció 2 a 1 al Corinthians de Ramón Díaz (2 a 2 en la ida) y se quedó con el mejor disfraz de la velada, el de finalista de la Copa Sudamericana, rompiendo una maldición de 32 años sin llegar a definiciones internacionales. El cruce será contra Cruzeiro el 23 de noviembre en Asunción, Paraguay. ¿Y por qué la Academia estará allí?, por varias razones.
Porque tuvo actuaciones destacadas de arco a arco. Desde sus delanteros Martínez y Salas, perros de caza incansables a la hora de presionar y chocar, hasta Arias, responsable en el primer gol pero clave en dos intervenciones posteriores que mantuvieron con vida al equipo. Y entre ellos, Juanfer Quintero y Nardoni. El primero, porque llevó su varita e hizo sus mejores trucos. El segundo, porque volvió a tener un partido bestial a la hora de ir al piso, recuperar y clarificar. Cosa seria el 5, disfrazado casi que de Polaco Bastía.
Porque supo reponerse a un inicio aparentemente demoledor -gol de Corinthians a los 5 minutos- a pura actitud, dando un plus en jugadas clave que cambiaron la historia.
Porque todos hicieron su parte. Los jugadores; los hinchas con el tremendo recibimiento antes y el aliento durante; y hasta el Lagarto Fleita, quien se sentó acá por el sector de prensa durante la primera parte y cuando lo vinieron a buscar en el entretiempo para llevarlo a otro asiento dijo: "De acá no me muevo".
Porque la jornada -en realidad la noche anterior- ya le había dado un guiño grande a los hinchas de Racing con el levantamiento del paro de colectivos. Eso sí, a los cientos que tomaron el 134 los dejaron a pata en La Boca, sin previo aviso y con destrato. Saludos a la línea.
Porque Racing fue una máquina de local en esta Copa: 3-0 a Bragantino, Coquimbo y Luqueño en grupos, 6-1 a Huachipato en octavos y 4-1 a Paranaense en cuartos. Con el 2-1 en semis, son cinco partidos, cinco triunfos, 21 goles a favor y tres en contra.
Porque Ramón Díaz habló de más y antes de tiempo. "En esa cancha nunca perdí", dijo tras el 2-2 de la ida. La de este jueves fue la segunda de su carrera contra Racing. Por el contrario, lo del estelar Depay fue bastante silencioso en Avellaneda.
Y por último, porque Costas se lo merece. El DT que corre en su corralito como si todavía jugara encontró a los mejores intérpretes para armar un equipo ofensivo y temperamental -también distraído atrás, por supuesto- y quiere darle un broche de oro a su historia de mitología académica. Costitas fue mascota del equipo de José cuando niño y transpiró la camiseta como pocos cuando adulto -segundo en partidos jugados en el club-, ascendiendo en el '85 y campeonando en la Supercopa '88. Ahora, de grande, volvió para intentar devolverle a Racing a su gloria internacional. Parece encaminado.