El día que Duki se escondió

En febrero de 2019 el trap estaba en la cresta de su popularidad. Uno de sus fundadores YSY A fue a cantar a Por amor al baile, su ciclo en la fachada del Centro Cultural Recoleta. Era un jueves, había miles de personas, y de golpe apareció Duki en el escenario. La bola se corrió rapidísimo y la gente se multiplicaba como por holograma. La megaestrella había ido a hacerle el aguante a su amigo en un par de temas, pero la gente se puso intensa con él y no le daba tanta atención a YSY A. “Esto lo pinta de cuadro entero a Duki, para no robarle protagonismo se ocultó detrás de mi cabina y desde ahí arrodillado le hacía el ‘uoh uoh’, el apoyo vocal”. La salida fue un delirio, pero fue una noche épica.

Buscando al Pity de pepa

“Toqué varias veces en Creamfields, pero hubo una que pasó a la historia”, dice Villa Diamante. No bien terminó de tocar, Diego se tomó una pepa y salió a caminar para flashear con la gente. En ese devenir se encontró con la musicalizadora SRZ que le dio una misión: había que encontrar al Pity Álvarez entre la multitud, se había perdido. El Pity tenía que tocar la guitarra durante el set de la DJ Romina Cohn, pero... ¡se perdió! Tenía poco tiempo para encontrarlo en un mar de gente, y Diego se tomó el pedido muy en serio. Cuando llegó la hora de volver al punto de encuentro con las manos vacías, habiendo fracasado en el intento, confluyó en simultáneo con el Pity, que venía desde el otro lado con un traje de neopren negro y una guitarra acústica colgada del hombro. Justo a tiempo.

TN pintó un malón

En una de las fechas Bellos Jueves en el Museo Nacional de Bellas Artes, Villa Diamante convócó a Alex Heduvan, el rapero conocido como KOFKE117, a que eligiera un cuadro. El neuquino estudió “La vuelta del malón”. Mientras Miloo Moya le hacía el ritmo con su boca, Alex rapeaba sobre la escena del cuadro: una mujer blanca desmayada, que es rehén de un malón de indígenas pampeanos. “Él empieza a entender que toda esa escena, esa pintura es una representación que explica un exterminio, y que no es muy distinto a lo que pasa hoy en la tele”, cuenta Diego. Esa noche, que quedó guardada en un video, se lo ve a Alex decir que si se pone el logo de TN en el margen superior derecho y un graph que diga “saqueo, destrucción, muerte y toma de rehenes”, la imagen queda perfecta para este siglo.

Una estrella en mi Mercurio

“Un día me llama Marina Fages y me dice: ‘¿Y si ponemos una disquería?’. Soy DJ, ¿qué más quiero? Le dije que sí”, cuenta. No pasó mucho tiempo hasta que Mercurio estaba funcionando como refugio indie para artistas independientes en la galería Patio del Liceo en Barrio Norte. “Un día me llamó un amigo y me dijo que estaba paseando con M.I.A. y que la estaba llevando a Mercurio. Era lunes, ¡estaba cerrado!”. Era 2013, la música británica recién había publicado su disco más famoso, Matangi, y lo había tocado en el Planetario el día anterior. Ante el llamado del periodista Tito del Águila, que andaba paseando con ella por Buenos Aires, Diego se subió a un taxi, llegó en cinco minutos a la tienda, la abrió y estaba listo para cuando llegó la comitiva. Le regaló un par de discos, tomaron algo ahí, se sacó unas fotos y se fueron. M.I.A tenía hambre. “Fue un escándalo, se corrió la bola de que estaba ahí y al rato llegó un montón de gente a chusmear, pero ya se había ido”. Quedan dos fotos que lo comprueban.