De izquierda a derecha, la trayectoria intelectual de Juan José Sebreli en los últimos 70 años de la Argentina abarcó diversos temas: el existencialismo, el liberalismo, el peronismo (en particular Eva Perón), el fútbol y la militancia por los derechos de los gays. La vida del último integrante que quedaba de la revista Contorno se apagó este viernes en el Hospital Italiano, dos días antes de cumplir 93 años.
El contornista
Nació el 3 de noviembre de 1930 y pasó sus primeros años en el barrio de Constitución. De muy joven frecuentó el centro y conoció las tertulias de la calle Viamonte, entre Maipú y el Bajo, a las que asistían escritores, actores, estudiantes de filosofía: el caldo de cultivo para lo que sería el existencialismo en esta parte del mundo.
Ese ámbito fue más influyente para Sebreli que el de la Facultad de Filosofía y Letras, ubicada en Viamonte. Para entonces editó su primera revista, Existencia, que armó con varios compañeros y promocionaba las ideas de Jean-Paul Sartre. Poco más trade, Sebreli colaboró con Sur.
En 1953 se sumó al proyecto de la revista Contorno, que se propuso polemizar con Sur. Creada por David Viñas, en Contorno estuvieron, entre otros, su hermano Ismael Viñas, León Rozitchner, Noé Jitrik, Adelaida Gigli, Oscar Masotta y Sebreli. La revista revalorizó la figura de Roberto Artl, un escritor menospreciado por el canon intelectual de la época. Así como se puso en la vereda de enfrente de Sur, Contorno también fue crítica del peronismo.
Los roces entre sus integrantes y los posteriores virajes políticos de Sebreli alejaron a este del núcleo fundador de Contorno, que en 1958 apostó a la candidatura presidencial de Arturo Frondizi. Sebreli ya se había mostrado crítico de la Revolución Libertadora y formó parte de actos de repudio a la represión contra el peronismo proscripto.
Existencialismo y Evita
La carrera ensayística de Sebreli se inició en 1960 con Martínez Estrada, una rebelión inútil, libro al que siguió, en 1964, su trabajo más citado y celebrado: Buenos Aires, vida cotidiana y alienación. La estampa del Sebreli flâneur apareció en este trabajo que indagaba sobre las clases sociales porteñas.
El libro puso en un lugar de relevancia a su autor, que ostentaba la imagen de un existencialista prototípico, con polera. "En esta tierra, / que es tierra de varones / hecha con lanzas de gauchos legendarios /nos han brotao una porción de otarios / que yo no sé pa qué usan pantalones. / Llevan el pelo largo y despeinado, / el saco de un color, de otro el talonpa, / la manta en negligé, los pobres gansos / y al agua y al jabón le tienen bronca", dice el tango "Che, existencialista" de Rodolfo Martincho con música de Juan D' Arienzo. El estribillo dice: "Che existencialista, / mejor cambiá de pista. / Andá a Paul y pelate, / alargá el saco y bañate, che cartón". Los jóvenes como Sebreli eran los destinatarios de semejante diatriba.
En 1966 apareció Eva Perón, ¿aventurera o militante?, que fue un best-seller. El editor Jorge Álvarez recordó en 2011 la génesis de ese libro. Álvarez estaba a cargo de la librería De Palma, que tenía una editorial especializada en Derecho, de la que era asesor. Un día, David Viñas le contó que tenía entre manos una biografía de Evita. Álvarez propuso publicar el libro en De Palma. Le negativa lo llevó a fundar la mítica editorial que llevó su nombre. En el medio, Sebreli se enteró y escribió su libro a las apuradas, lo que hizo desistir a Viñas de su propio proyecto. A cambio, entregó a Álvarez un texto que se volvería clásico: Literatura argentina y realidad política.
En el FLH
La década del 70 marcó la aparición de Mar del Plata, el ocio represivo (1970) y Tercer mundo, mito burgués (1975). Fueron los años en los que Sebreli pasó al activismo político como miembro del Frente de Liberación Homosexual. El Grupo Nuestro Mundo, encabezado por Héctor Anabitarte, se acercó a otros intelectuales y le dieron forma al FLH en agosto de 1971. Allí estaban, entre otros y además de Sebreli, Néstor Perlongher, Blas Matamoro y Manuel Puig.
Pese a su intención de sumarse a la vorágine de una sociedad argentina cada vez más radicalizada, el grupo no contó con la bienvenida de otros sectores. "No somos putos, no somos faloperos, somos soldados de FAR y Montoneros", fue la consigna dedicada al FLH desde la tendencia revolucionaria del peronismo. El grupo comenzó a disgregarse cuando en 1975 fue tema de una nota en la revista El Caudillo, que llamaba a reprimir a los gays.
Peronología para principantes
Sebreli volvió a publicar en 1983, y lo hizo con un libro que abrió camino en la saga de textos que aparecieron en esos años sobre el peronismo, que asistía a su primera derrota en una elección limpia: Los deseos imaginarios del peronismo. En el libro vinculó al movimiento de Juan Perón con el fascismo y con el populismo.
El Sebreli "peronólogo" fue fustigado en 1985 por Alejandro Horowicz en Los cuatro peronismos. Allí destaca que, al escribir su trabajo sobre Evita, Sebreli contó con las actas de la reunión de la CGT del 16 de octubre de 1945, reproducidas por la revista Pasado y Presente. Sebreli omitió la cita e incluso transcribió una errata al reproducir el testimonio de un dirigente sindical que define a Perón como general cuando aun era coronel. "Esta actitud pinta de cuerpo entero la honradez intelectual de su autor", dice Horowicz. Se lee más adelante en el libro de Horowicz: "Sebreli reduce a polvo todo el sistema categorial: desde su perspectiva no se entiende por qué triunfó Perón en el 46, para qué Perón era fascista, ni a quién beneficiaba el fascismo peronista".
Esto entronca con la respuesta que dio Sebreli en 2018 a la pregunta sobre cuándo se había echado a perder el país. Apuntó al peronismo. "Aparecieron cuarenta fábricas de heladeras que duraron poco; una sola perduró y fue la que ya existía desde antes del peronismo, creada sin apoyo del Estado, la Siam". El proceso de industrialización limitado a "cuarenta fábricas de heladeras".
"Infectadura"
Más tarde vendrían títulos como El asedio a la modernidad (1991), La era del fútbol (1998), Crítica de las ideas políticas argentinas (2002) y la autobiografía El tiempo de una vida (2005). Apoyó a Ricardo López Murphy en 2003, a la Coalición Cívica en 2007 y fue crítico del kirchnerismo.
Durante la pandemia adhirió a la idea de "infectadura", se contagió de coronavirus y dijo que "el chivo expiatorio actual con el kirchnerismo es la ciudad de Buenos Aires, los porteños; son casi como judíos en la Alemania nazi", lo cual motivó la queja de la DAIA.
Con su muerte se va un pensador que recorrió el espinel hacia la derecha. Lo velaron en la Legislatura porteña y será enterrado este sábado en la Chacarita.