Desde Río de Janeiro

Cuando hablé con Lula al final de su primer gobierno, le pregunté cuál era la mayor enseñanza que había tenido. Él me respondió: -Sin apoyo mayoritario, no es posible gobernar. Después de todos los intentos de volver a ser candidato a presidente de Brasil, Lula finalmente lo logró. Fue reelegido y antes eligió su sucesora, Dilma Rousseff. Tuvo que sufrir entonces los procesos de lawfare que sacaron a Dilma de la presidencia por medio de un impeachment que, a la vez, llevó a Lula a la cárcel.

Habíamos concluido las caravanas dirigidas por Lula por todo el país, y volvimos adonde las habíamos iniciado, en el Sindicato de los Metalúrgicos de San Bernardo. A los pocos días el juez Sergio Moro decretó su prisión. En ese mismo sindicato, la gran mayoría prefería que Lula no se presentara ante la policía. En la primera ocasión lograron impedir que Lula lo hiciera. Pero él dijo que no era una persona para vivir en la clandestinidad, que se entregaría y probaría su verdad.

Fue lo que pasó. Después de estar encerrado en la Policía Federal de Curitiba 580 días, cuando el único contacto que teníamos con él era para decirle "Buenos días, presidente Lula", o "Buenas noches, Presidente Lula", a los que él contestaba prendiendo y apagando la luz de su celda. Fui a visitarlo y me recibió transmitiendo su ánimo y mostrando los libros que estaba leyendo.

Hasta que Lula salió de la cárcel y retomó su lucha para volver a ser presidente de Brasil, después de probar su verdad, como había prometido. Lula reasumió el liderazgo de los gobiernos latinoamericanos en la lucha contra el neoliberalismo. La multiplicación de los gobiernos anti-neoliberales tuvo en la alianza entre Brasil y Argentina su liderazgo. Después de la década predominantemente neoliberal en el continente, vino un período anti-neoliberal de dos décadas y media.

Lula consolidó su liderazgo continental y mundial, especialmente con la construcción de los Brics, el fenómeno político mas importante del siglo XXI, que reúne a los gobiernos de izquierda mas importantes del mundo, enfrentando a la potencia imperialista norteamericana. En la tercera década de este siglo, Brasil, México y Colombia son los tres países que mantienen y refuerzan sus programas democráticos y anti-neoliberales en America latina. 

El liderazgo de Lula en el continente y en el mundo hacen de él el personaje más importante del siglo XXI. Al nombrar a Dilma Rousseff como presidenta del Banco de los Brics, consolida ese liderazgo. Los Brics coordinan la izquierda del nuevo siglo. Varios otros países, petroleros entre ellos, se han incorporado. Cuando la derecha triunfa en Argentina, lo primero que hace es renunciar a ingresar a los Brics, como gesto simbólico de reafirmación de la alianza del gobierno de Milei con Estados Unidos y con Israel.

El aislamiento de Argentina en el mundo dificulta la comprensión, desde ahí, del rol de los Brics y del liderazgo de Lula y de Brasil. El abrazo de Lula y de Néstor, a comienzos de siglo, dio inicio al proceso de integración latinoamericana. Desde entonces la alianza entre los dos países fue esencial para el continente.

Los destinos tan opuestos entre los dos países proyectan roles contradictorios entre Lula y Milei. Afectan la visión del mundo desde un país y desde otro. Lula es de los brasileños que más sufre con el destino actual de Argentina. El futuro de América latina hoy depende de lo que pase con México, Brasil y Colombia. El liderazgo de Lula es esencial para ese futuro.