No sé qué le anda pasando a usted, querido lector, pero a mí me pasa lo mismo. Sí, no es que cada vez creamos en menos cosas, sino que ya no creemos en ninguna. Sabemos que hay buena gente, pero, como dice el genial escritor y comediante español Ignatius Farray, “que haya mejor gente no implica que haya mejor gobierno, ya que el gobierno que tenemos no es el que me merezco yo, o tú, sino el que nos merecemos todos como sociedad” (o algo así).

También dice don Ignatius: “la derecha se aprovecha de tu realidad; la izquierda, de tus fantasías”. Y no le falta razón. Recuerdo un viejo chiste: “En los países capitalistas, los padres hacen dormir a los niños con un cuento que comienza: 'Había una vez...', mientras que en los países socialistas el cuento comienza: 'Habrá una vez...'”. El chiste es de los '70-'80; ahora el cuento comenzaría: “Había una vez un país socialista”.

En otro chiste de esos tiempos, un grupo de militantes ve a un hombre muy humilde que está hurgando en la basura, buscando algo que comer, y le dicen: “Cuando venga la revolución, usted va a comer frutillas todos los días”, a lo que el hombre responde: “No me gustan las frutillas”, y ellos: "Cuando venga la revolución, le van a tener que gustar”.

Harto ya de estar harto, me pregunté qué hacer. Recordé un viejo spot: “Cuando una persona está en problemas, llama a la policía; cuando la policía está en problemas, llama al SWAT”, a lo que asocié: “¡Cuando Rudy está en problemas, no llama a la policía, ni al Swat, sino al Licenciado A.!”.

Llamé. Me atendió, solícito como siempre, su contestador automático (milenials: el contestador automático era un aparatito que respondía las llamadas a los teléfonos de línea cuando uno no podía o no quería atenderlas. No hay de qué).

–Este es el contestador del Licenciado A. En este momento no lo podemos atender porque no sabríamos qué decirle. Estamos tan preocupados como usted; un poco menos perseguidos si usted es un paranoico; un poco menos gozosos si usted es masoquista; un poco menos repetitivos si usted es un obsesivo, y un poco menos desesperados si usted es un jubilado, un inquilino o un desocupado. Si se está autorreprochando algo..., ¡y sí, no lo tendría que haber votado! Si aún piensa que hay que darles tiempo, ¡corte, por favor, porque está malgastando el mío!

Luego se cortó, de modo que volví a llamar. Esta vez me atendió él, y por suerte era él, y no el Licenciado ART, un bot de Inteligencia Artificial con la misma voz que me atendió la vez pasada.

–Licenciado A., ¡qué alegría de verlo!

–Rudy, me alegro que usted sienta alegría por estas cosas, sobre todo porque ni siquiera me ve, ya que estamos hablando por teléfono.

–Era una manera de decir, licenciado; me parece que usted no está entendiendo las metáforas.

–Rudy, mucho me temo que esté usted proyectando, que con eso de las metáforas se refiera a otra persona, y no a mí.

–Disculpe, licenciado, tal vez esté hoy un poco bloqueado.

–Rudy, en tal caso debería usted actualizarse. Hasta el propio país, que últimamente está algo mesozoico, votó contra el bloqueo.

–Sí, licenciado, pero se trató de una desinteligencia.

–Bueno, Rudy, no niegue los progresos. Mientras en otros lugares apenas si se desarrolló la Inteligencia Artificial, aquí ya tenemos Desinteligencia. Usted debería trabajar un poco la autoestima.

–¿Autoestima? ¿Qué hace esa palabra en boca de un psicoanalista freudiano de fuste?

–No me critique, Rudy, que me hace mal. Y estoy en una etapa de reparaciones. De paso, si necesita algún tipo de reparación, por ejemplo, de la heladera, el lavarropas o el superyó, avíseme, mire que les hago descuentos a los pacientes.

–¡Ay, licenciado! ¿Tan mal anda la cosa?

–Depende de cuál sea su definición de “cosa”.

–¡No me diga que usted ha caído en la pobreza!

–¡No soy yo el que cayó, es la pobreza que subió, Rudy! Antes, con cinco neuróticos uno podía vivir, ahora se necesitan, además, por lo menos ocho fóbicos, seis histéricas, cuatro obsesivos, un delirante y tres o cuatro culpógenos para llegar a fin de mes.

–¿Culpógenos?

–Sí, son los que hacen que los demás paguen los honorarios.

-Gracias, Licenciado A., dejemos aquí por hoy. Me parece que ando con la transferencia negativa.

–Vea Rudy, mejor que la transferencia sea positiva, porque si no me deposita los honorarios, lo va a llamar uno de mis culpógenos.

Sugiero al lector acompañar esta columna con el video de Rudy-Sanz “Yo no sabía”: