A 19 años del No al ALCA, este lunes en Mar del Plata y al día siguiente en la Ciudad de Buenos Aires habrá sendas conmoraciones que recordarán aquella campaña continental que frenó el intento de “libre mercado” que proponía Estados Unidos a todo el hemisferio.
Fue uno de los hechos más importantes de la historia en los intentos comunes de la región para ejercer soberanía. Desde luego, no significó el entierro del neoliberalismo, ni mucho menos, pero sí la demostración del valor que tienen la unidad, la buena comunicación, la generación de conciencia y las amplias alianzas populares para detener mayores saqueos. Eran tiempos de esperanza.
El ALCA era la condensación de los tratados de “libre comercio” en formato neoliberal, los TLC que, además de la cuestión de bajas arancelarias desiguales para el intercambio de bienes y servicios, sobre todo incluían, e incluyen todavía en este paradigma, el desmantelamiento de cualquier control regulatorio al movimiento de capitales, a las compras gubernamentales o políticas de compre nacional como sí tienen los países industrializados, incluso a dispositivos educativos, sanitarios, culturales, todo en favor de los capitales más concentrados y depredadores, con poca y nada contraprestación al socio del lado débil frente al poderoso.
El llamado Área de Libre Comercio para las Américas (“de Alaska a Tierra del Fuego”) fue resistido por los gobiernos del Mercosur, con notable protagonismo de Néstor Kirchner y Lula Da Silva, pero también de Tabaré Vázquez y Duarte Frutos, por el líder venezolano Hugo Chávez y otros algunos otros. Pero fue sostenido por abajo por casi todas las organizaciones sociales y sindicales del continente, incluidas de Norteamérica, incluso por organizaciones de PyMEs. Fueron años de armado con ese cometido a través de una Alianza Continental, y a fines de 2005 el proceso del No al ALCA concluyó en un punto muy alto en la lucha por la Patria Grande y la autonomía soberana respecto de los proyectos neoliberales y neocoloniales que, en aquella coyuntura, traía a nuestra región el gobierno que encabezaba George W. Bush y sus aliados como los de Colombia y México (que hoy, en cambio, cuentan con gobiernos soberanistas).
La reunión del rechazo ocurrió en una memorable jornada en Mar del Plata, tanto en el hotel Hermitage donde debatían los funcionarios a puertas cerradas como en las calles y el estadio mundialista con la Cumbre de los Pueblos. Allí, una multitud de argentinos y de dirigentes y militantes llegados de todas las Américas (también el dirigente boliviano Evo Morales, quien sería elegido presidente de su país al año siguiente) presionaron para el rechazo a la propuesta.
En su discurso final frente a los invitados, con un Bush de cara desencajada -había venido convencido de que el ALCA se firmaba-, dijo Kirchner:
“Sabemos que el mercado organiza económicamente, pero no articula socialmente. Debemos hacer que el Estado ponga allí, donde el Mercado fluye y abandona”.
Y agregó: “Esperamos que estas jornadas de trabajo nos sirvan para representar mejor a nuestros pueblos, que los presidentes tengamos todo el coraje que la hora y el tiempo indican, que tengamos la fuerza y la fortaleza de plantear nuestra verdad relativa, que tengamos también la capacidad de escuchar al otro y de buscar en la verdad relativa de uno y del otro esa verdad que nos pueda sintetizar en la construcción de los nuevos tiempos que deseamos. Pero hay que hablar claro, tenemos que decir lo que pensamos. Nuestros pobres, nuestros excluidos, nuestros países, nuestras democracias, ya no soportan más que sigamos hablando en voz baja; es fundamental hablar con mucho respeto y en voz alta, para construir un sistema que nos vuelva a contener a todos en un marco de igualdad y nos vuelva a devolver la esperanza y la posibilidad de construir un mundo distinto y una región que esté a la altura de las circunstancias que sé que los presidentes desean y quieren”. El ALCA se fue “al carajo”, como cantaría, luego, afuera, en el estadio, una multitud con Chávez de director de orquesta.
Esa pequeña, o no tanto, victoria no aplastó al modelo neoliberal continental, como se dijo, y de hecho otros TLC siguieron avanzando en igual y desequilibrado esquema, pero de ella surgieron la UNASUR, la CELAC y otras instancias integracionistas, que aunque no cumplieron su sueño y hoy están debilitadas, sirven al menos de parámetro y de memoria para ser reasumidas cuando la correlación de fuerza lo permita.
Eso es lo que se conmemorará este lunes en el Complejo Universitario de la UNMdP, donde hablarán dirigentes argentinos y de la Confederación Sindical de Trabajadores/as de las Américas, las dos CTA en camino de reunificación, el Foro de San Pablo y el grupo Mundo Sur. Y el martes, cuando este último y flamante agrupamiento que congrega a dirigentes políticos y sindicales, académicos, comunicadores, exembajadores y excancilleres y funcionarios de gobiernos populares de Argentina hará lo propio en la sede de CTERA, Chile 654, CABA, a las 18.