La ley de Paridad es un “un éxito colectivo”, define Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), para quien no hubiera sido posible sin un grupo transpartidario de mujeres políticas que se apoyara en el movimiento de mujeres, la academia y el feminismo para transformar una demanda social en “una herramienta imprescindible para mejorar la calidad de nuestra democracia”. En los últimos años, ELA impulsó activamente, en conjunto con otras ONG, distintas acciones para que esta ley fuera posible, desde el monitoreo de la ley de Cupo hasta diversas campañas para generar conciencia sobre la participación política de las mujeres.
–¿Qué significa en términos políticos y de género la aprobación de esta ley?
–Esta es una oportunidad para mejorar el debate público, para aumentar la presencia y las voces diversas de las mujeres en los espacios de representación política. Y también para mostrar las redes que se construyen desde la sororidad, actuando estratégicamente para lograr objetivos comunes. La igualdad de género debe ser un objetivo de toda persona con un compromiso serio con los derechos humanos, pero la experiencia indica que lo más habitual es que sea una preocupación liderada por las mujeres. Ahora espero que esta convicción con la igualdad de género pase a los demás poderes del estado.
–¿Cómo impactará en los partidos políticos?
–Los partidos políticos ya tienen la obligación, generalmente incumplida, de garantizar la participación de mujeres en espacios de poder. Esto es imprescindible para que todo el sistema funcione: será más difícil utilizar artilugios para burlar las normas si hay mujeres (y varones) comprometidos con la paridad y la igualdad de género en todos los espacios de poder. Sabemos que el cumplimiento de las leyes necesita de un firme monitoreo para su implementación.
–La ley de Cupo todavía no se cumple en su totalidad e incluso donde hay paridad, como en provincia de Buenos Aires o Ushuaia, vericuetos legales anclados en la cultura machista entorpecieron su aplicación. ¿Qué rol cumplirá esta ley y qué habrá que hacer para garantizar su cumplimiento?
–La ley establece el principio de la paridad: esto es un cambio de paradigma respecto del cupo como acción afirmativa. Este nuevo paradigma deberá impregnar las prácticas partidarias pero también las de la justicia y los órganos electorales, para fiscalizar su cumplimiento y desarticular los intentos que probablemente se llevarán adelante para burlar su aplicación.
–Conseguida la paridad numérica ¿cómo lograr cambios en las prácticas políticas tradicionalmente misóginas?
–Las prácticas misóginas son parte de la política como son lamentablemente todavía parte de la vida en la sociedad: el acoso sexual, la violencia económica, la discriminación por razones de género o de orientación sexual, son todas expresiones de esa misoginia que cada vez se percibe y se denuncia más. La fuerza de la presencia de las mujeres en la mitad de las Cámaras del Congreso podrán ayudar a desnaturalizar y transformar esas prácticas misóginas, pero tanto varones como mujeres deberán profundizar su compromiso con la igualdad y el respeto por la diversidad, revisando sus propias acciones y actitudes cotidianas.
–¿Cuáles deberían ser los próximos pasos para avanzar en una democracia paritaria?
–Espero que esta iniciativa del Congreso Nacional contagie otros poderes y espacios de decisión, también a partir de una convicción de que no es aceptable sostener una democracia en el siglo XXI cuando los diarios nos devuelven imágenes tan homogéneas de señores de traje oscuro en las mesas de decisión de temas centrales para la vida de las personas. Son imágenes en las que la sociedad argentina no puede sentirse reflejada, y no solo por la falta de mujeres.