El Gobierno continúa escondido detrás de un vocero de la Armada. Tras anunciar que habían detectado una anomalía compatible con una explosión en la zona del submarino ARA “San Juan”, ni el ministro de Defensa, Oscar Aguad, ni ningún otro funcionario salió a hablar. En la Casa Rosada, el equipo de comunicación estaba preocupado con el impacto que la noticia puede tener en el Gobierno, especialmente por los testimonios de los familiares de los marinos y su repercusión en la prensa internacional. No obstante, es improbable que Macri desplace a Aguad, aún en el peor de los escenarios. De ser necesario algún fusible, está el jefe de la Armada, Marcelo Srur, a quien Aguad ya tenía pensado pasar a retiro.
La estrategia continuó idéntica a los últimos días, pese al agravamiento notorio de la situación: el enviado por el Gobierno a poner la cara en las conferencias de prensa fue el vocero de la Armada, Enrique Balbi. Solo. Sin ninguna autoridad política ni siquiera que lo escoltara. Su insistencia en que la Armada “trabaja mancomunadamente” y tiene “colaboración recíproca” con el Ministerio de Defensa no hizo más que aumentar las sospechas de pases de facturas entre unos y otros.
El único otro funcionario que dijo algo al respecto de lo que está ocurriendo con el submarino fue el canciller Jorge Faurie: “Este es un día con bastante angustia e inquietud para todos los argentinos”, expresó. “No es un día anecdótico para los argentinos. Va toda nuestra solidaridad con la gente que trabaja en esto y para los familiares de los marinos que están en el San Juan”, indicó. Mientras arreciaban los cuestionamientos de los familiares de los marinos, ningún otro funcionario dijo nada. Curiosamente, la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, tuiteó sobre el submarino: “Los familiares tienen razón. Los acompaño y acompañaré siempre”. ¿Supone esto una crítica a Aguad? No lo aclaró todavía.
En el equipo de comunicación que conduce el jefe de Gabinete, Marcos Peña, había una notoria preocupación por el cruce de dos coordenadas: la expansión a los medios de comunicación internacionales de la crisis del submarino y los testimonios de los familiares, que cuestionaban cómo se manejó la situación desde el primer momento.
“Es cada vez más oscuro el coletazo político que va a traer esto. El jefe de la Armada se va a ir: si Aguad no lo desplaza, él va a pedir el retiro”, señalaba una fuente con acceso al Ministerio de Defensa. “Pero acá el problema es Aguad, que no puso el cuerpo. Macri va a pagar un costo si lo mantiene”, estimaba el dirigente de Cambiemos.
Cualquier cambio en la Armada o en el ministerio, no obstante, el Gobierno lo reserva para después de que se sepa qué pasó con el submarino. Lo que no quiere decir que no haya enojo presidencial y pases de factura cruzadas entre sus subalternos. No obstante, Macri pretende conservar a Aguad con el objetivo de que avance sobre la participación de las Fuerzas Armadas en el combate del terrorismo y el narcotráfico.
Tampoco el Gobierno terminó hasta ahora de esbozar una estrategia clara. Ayer las habituales cuentas de Twitter oficialistas comenzaron a responsabilizar al Gobierno anterior por el arreglo que tuvo el submarino y que culminó en 2014. Esa estrategia todavía no fue sostenida por ningún funcionario y presenta algunos problemas concretos para los macristas. El primero es que después de su puesta en funciones de nuevo en 2015, el submarino cumplió con viajes durante dos años, incluyendo en mayo de este año un ejercicio militar que incluyó el disparo de torpedos.
El segundo es que, en un informe ante el Congreso en 2016, el jefe de Gabinete sostuvo que el submarino tuvo “una reparación de ‘media vida’ del submarino ARA ‘San Juan’ que extendió 30 años más la vida útil del mismo y ya fue entregado a la Armada Argentina y se encuentra operativo en Mar del Plata”. En otro informe, ante una pregunta que plantea que ese submarino “necesita una carena hace tiempo y se la deberá hacer pronto si no se quieren tener incidentes de navegación”, Peña no contestó. Recurrir al argumento de la “pesada herencia” de forma no tercerizada en cuentas fantasma y medios afines, entonces, podría ser un boomerang. Quizás por eso todavía no hubo una estrategia más definida en esa dirección.