Fue en el Festival Latinoamericano de Video de 2004 donde tuvo su primera proyección Pochormiga, y con varios premios: Mejor Documental, Premio del voto del público, Mención Especial del Jurado de videos de valor educativo, Primera Mención Documental del Jurado de videos de Escuelas de Cine y TV. Luego vino el estreno formal, en Sala Lavardén. El trabajo que dirige Francisco Matiozzi Molinas, dedicado a Claudio “Pocho” Lepratti -asesinado por la policía de Santa Fe el 19 de diciembre de 2001-, cumple 20 años, y lo celebra con una nueva proyección, este martes a las 19 en Plataforma Lavardén (Mendoza 1085). A 20 años de su estreno, en el mismo lugar de aquella primera vez, y en el marco de los 40 años de la Escuela Provincial de Cine y TV (EPCTV), lugar donde Matiozzi Molinas finalizara sus estudios gracias a la realización de este documental.
“Fue nuestra tesis, junto a Valeria Simich, Florencia Vallarella (productoras), Roberto Cribb (fotografía) y Nicolás Calvillo (edición). Veníamos hablando con Valeria sobre la posibilidad de hacer un reestreno, junto a Gustavo Martínez, el autor del texto de Pochormiga. Pasaron 20 años, y recordar es casi como abrir una caja de Pandora. ¡Lo que era producir en esa época! La película se hizo en un 80% en VHS y SuperVHS; hay solo dos escenas en Mini Dv, con el testimonio de León (Gieco) y las pintadas de ‘Pocho Vive’. Fue un proceso creativo muy intenso; de hecho, no sabíamos bien cómo hacer una película documental, y comenzamos a registrar cada momento desde la necesidad que teníamos, la de poder atravesar lo que estaba pasando. Era un momento bastante intenso en Argentina y en la ciudad”, comenta Francisco Matiozzi Molinas a Rosario/12.
-¿Cómo recordás al Francisco de aquellos años?
-Muy inquieto, tal vez como ahora, tratando de entender lo que estaba sucediendo o lo que me estaba pasando, pero sin dimensionar tanto. Creo que la película se terminó gracias a cierto grado de inconsciencia, en el sentido de que yo, por lo menos, no terminé de entender cómo la fui construyendo y cómo logramos el estreno. De hecho, empecé a entender un poco el cine a partir del estreno de Pochormiga. Yo llego al cine porque no tenía lugar en la vida; estaba muy deprimido, desesperanzado. Venía de una escuela técnica y lo humanístico estaba al margen de mi entorno; encontré algo en la carrera de Comunicación Social, pero no me alcanzaba. Y cuando me encuentro con la Escuela de Cine, se prendió una chispa y se abrió una puerta. En ese sentido, Pochormiga fue un faro, porque me permitió llegar al mundo del cine; aun cuando en ese momento la palabra me pesara, tanto como las de dirección, producción, estructura dramática, o posproducción. Me puse a ver películas que analizaba para ver cómo se estructuraban, lo pasaba a un texto y trataba de trasladar eso al proceso de montaje. Todo un mundo. Y con una computadora que estaba por prenderse fuego, con ventiladores apuntado a la CPU, en la pieza de la casa de mi vieja. Así fue el montaje (risas).
-Lograste llegar a León Gieco e incluir una canción suya.
-Al comienzo, la película surgió con la idea de hacer un homenaje a Pocho; iba a tener que ver con una bicicleta que recorría la ciudad, junto al registro documental del grupo Trasmargen, que realizaba con materiales no reciclables hormigas en homenaje a Pocho. A medida que nos fuimos metiendo en la realización, apareció el compromiso de contar la historia de Pocho. Y lo empecé a seguir a León, a quien escucho desde que estaba en la panza de mi vieja. Quería su música y su testimonio. Nos enteramos de que tocaba en Santa Fe, y con Alejandro Buttaro fuimos con una cámara, creo que de la escuela, y con una batería que funcionaba 10 minutos. Lo esperamos en el hotel, un domingo a las 8 de la mañana; al salir, le comento sobre la película, y me dice: “Bueno, pregúntame”. No me salían las palabras. Pero le pido que hable del trabajo hormiga, y es ese testimonio que abre la secuencia tres de la película. Luego hizo un tema, “El ángel de la bicicleta”, y se lo da a Celeste Lepratti, a Gustavo Martínez, y a mí. No es la versión que después saca en el disco, porque hubo algún problema con la discográfica. Yo lo pude incluir en la película a partir también de cierto acuerdo, en donde cedí imágenes que acompañaban a la canción, cuando era interpretada por León durante una de sus giras.
-Y la voz en off de Quique Pesoa.
-Le pedimos favores a todo el mundo, y queríamos que fuera Quique quien grabara. Florencia Vallarella, la productora, es su sobrina, y le pidió que leyera el texto de Gustavo Martínez. Lo grabó entero y lo cedió gentilmente. Lo llamé también a Pablito Pino, pidiéndole un instrumental de “El ángel de la bicicleta”; fui a su casa y estaban los Sikarios, y es ahí donde conozco también al “Choza” (Salanitro); así que este martes habrá sorpresas, porque después de tanto tiempo, se unirán los Sikarios y estarán acompañando la proyección. También estarán Marcos (Migoni) de Farolitos, y a lo mejor Solcito (García); para cantar un par de temas.