El título del libro, Cine y género en el mundo árabe, describe el núcleo académico de la investigación de Carolina Bracco, pero se queda corto en los saberes, los sonidos, las imágenes y los sentidos que transmite: tras su lectura, más allá del abordaje específico, queda la sensación de comprender un poco más los avatares de la cultura y de la historia de esa región del planeta tan bastardeada por los prejuicios occidentales.
Politóloga por la Universidad de la ciudad de Buenos Aires y doctora en Cultura Árabe y Hebrea de la Universidad de Granada, Bracco propone en este ensayo una perspectiva crítica que desmonta el imaginario implantado por esa suerte de "nortecentrismo" tan arraigado, también, en nuestro Sur cultural. La autora vivió varios años en Egipto y esa presencia se nota, no solo por los testimonios recogidos sino además por su capacidad para volver "cercanos" episodios y personajes tan lejanos como desconocidos para el lector no iniciado.
Cine y género en el mundo árabe es, también, y a su manera, un libro de historia, pero menos preocupado por la cronología de los hechos que por el contexto político y social que envolvió a las actrices, las bailarinas y las cineastas egipcias, libanesas, marroquíes, jordanas, tunecinas y argelinas a través del siglo XX y lo que va del XXI. Bracco hace hincapié en el modo en que ese devenir histórico se fue inscribiendo en el cuerpo de las artistas árabes, a la vez que los cambios políticos influían en la imagen que construía el cine sobre ellas, en una interesante relación dialéctica.
El ensayo recorre desde el período hegemonizado por el cine egipcio, hasta el nuevo cine palestino, pasando por la emergencia, en los años 60, de jóvenes cineastas en el Magreb. La vinculación con los movimientos de emancipación tercermundistas, los procesos poscoloniales, el enlace con el arte producido en la diáspora palestina, ponen en tensión viejos estereotipos de "la mujer árabe".
El libro elude la mirada "esencialista". Como expone Elena Arigita Maza, autora del prólogo, "por las páginas de este libro transitan personajes que responden a arquetipos moralizantes, a mujeres valientes, fuertes, libres, frágiles, dependientes, cosificadas..."
Bracco señala en la introducción: "Tanto la participación de las mujeres en las producciones cinematográficas como la proyección de ideales femeninos y masculinos estuvieron ligados a las transformaciones sociopolíticas de la región. Allí, el cuerpo de la mujer como territorio de disputa y geografía imaginaria ha jugado un rol preponderante en los cines árabes pasados y presentes".
El cine aparece aquí como un dispositivo de proyección de modelos de sociedad. En ese marco, la cuestión de género es inseparable de los sistemas de producción. Bracco "habla" en el libro (publicado por la editorial independiente Libretto) pero fundamentalmente observa y escucha a las mujeres y su contexto para elaborar sus argumentos.
Estrellas históricas del cine clásico egipcio como Tahia Carioca y Hind Rustum (a esta última se la llegó a conocer como la "Marilyn Monroe de Oriente"), cineastas pioneras como Nejia Ben Mabrouk (su película La huella, de 1982, fue el primer largometraje de ficción dirigido por una tunecina) y la palestina Khadijeh Habashneh (quien filmó sus primeros documentales en el Líbano) establecen coordenadas que, según los casos, responden a las condiciones imperantes o las desafían.
En la icónica película La batalla de Argel de Gilo Pontecorvo (1966), "la mujer argelina transgredía la imagen de mujer pasiva y encerrada creada para ella por el colonizador y se quitaba el velo para combatirlo". Pero el velo seguía allí, muchas veces impuesto desde Occidente, con su mirada "orientalista". Escribe Bracco: "La frontera entre Oriente y Occidente estaba -y aún está- marcada por el cuerpo de la mujer oriental; deseado y prohibido, indómito y desafiante". Es certera la escritora Cynthia Edul (a su vez autora del reciente y también recomendable La primera materia) cuando destaca en el epílogo: "(Bracco) va al cine para hacer evidente lo que no nos es evidente, para mostrar la construcción de aquello que se nos presenta como naturalizado".
Mujeres-artistas llamadas a cumplir el rol patriótico de "ser madres-educadoras de los nuevos ciudadanos, cuidar al marido y ocuparse del hogar"; mujeres-artistas que se rebelan frente a opresiones basadas, muchas veces al mismo tiempo, en el género, en la clase social y en la edad; mujeres-artisas expuestas a la dicotomía "virgen-puta". En el medio, al costado, o en la base de todo, el proceso independentista egipcio, la experiencia ambivalente (por lo emancipadora desde el punto de vista geopolítico y por lo opresiva en el ámbito cultural) del líder panarabista Gamal Abdel Nasser, la lucha de Argelia contra el colonialismo francés, la emergencia del islamismo reaccionario, la criminal ocupación de los territorios palestinos por parte del Estado de Israel.
El combo es, en efecto, apasionante para aquellos que, cuando van al cine, quieren ver literal y metafóricamente, "la película entera".